96-FALLAR CARRERAS

NO TODO ES SIEMPRE BONITO

Javier Sanmartín Soler

Si me permitís ahora nos vamos a ir a la ciudad de Mallorca que era donde vivía hace años. La fecha 29 de octubre de 2016. Me había apuntado a la carrera “100 Km pedestres Villa de Madrid” y me tenía que trasladar a Madrid para correr. Esta carrera era la cuarta vez que la intentaría terminar y esto es lo que pasó.

El Sábado a medio día salí de casa para coger el tren, luego un autobús, un avión y luego el metro hasta que llegué a mi destino. Llevaba solamente una mochila en la que llevaba todo lo que me hacía falta para pasar dos días en Madrid, incluida la ropa de correr. Nada más llegar tuve que ir a recoger el dorsal de la carrera por lo que definitivamente aparecí por el lugar donde iba a pernoctar a las 18:30 h de la tarde.

Estaba cansado de tanto trajín, pero uno no va a Madrid todos los días y lo que menos me apetecía era quedarme ya en una habitación el resto de la tarde. Mi alojamiento era céntrico y había muchísima gente en la calle. Además coincidió con una manifestación por lo que para mi era algo diferente de ver.

Regresé a mi alojamiento y me metí en la cama para dormir. El día había sido largo y estaba cansado. Encendí la televisión para verla un rato, no quería pensar en exceso en la carrera del día siguiente y cerré los ojos mientras la escuchaba, por lo que no me costó mucho dormirme.

Sobre las 06:00 h del Domingo sonó el despertador, había dormido lo suficiente. Me levanté, desayuné y me vestí rápidamente. A las 06:25 ya estaba camino de coger el metro. A las 07:10 ya me encontraba en el lugar donde iba a dar comienzo la carrera. Al llegar fui a dejar la mochila en las taquillas que la organización había dispuesto para los corredores. Estaba amaneciendo y hacía frío. Muchos de los participantes estaban en manga corta y camiseta de tirantes. Yo era más flojo y llevaba mis mallas largas y un cortavientos ya que soy bastante friolero.

Ya en el arco de salida cuando faltaban unos minutos para que comenzara la carrera noté que había menos gente de lo habitual. A esta prueba acudían cada año unos cien corredores de todo el territorio nacional e incluso algún que otro extranjero y allí estábamos siendo generosos 25 personas. Al haber pospuesto la fecha de la carrera para finales de año la gente ya se había organizado la temporada de otra manera y muchos la olvidaron. Además coincidía en fechas con la celebración de dos carreras importantes de Madrid lo que hizo que definitivamente se viera mermado el número de participantes.

Además el recorrido lo habían cambiado y ahora se daban 20 vueltas a un nuevo circuito de 5 Km.

La verdad es que todo esto me desconcertó un poco ya que apenas estábamos gente para correr y parecía una cosa improvisada e informal. Lo siguiente que sucedió fue que se retrasó más de media hora la salida de la carrera por unas comprobaciones en el circuito que tenía que hacer la Policía Local. Esto suponía que si quería acabar la carrera tenía como máximo menos de 10 horas para hacerlo ya que sino no dispondría de tiempo para ir al aeropuerto. Lo cierto es que esto suponía un hándicap importante para mis aspiraciones. Decidí no darle importancia ni pensar en ello pero sabía que era imposible que acabase en el tiempo.

Me olvidé del tiempo, solo pensé en que tendría que correr a una media de 10 Km/h y que cuando bajase de ese promedio ya vería lo que haría. Así que a poco más de las 08:00 h de la mañana comenzó la carrera. El panorama era desolador, estábamos corriendo poco más de 20 personas por Madrid con las calles cortadas al tráfico y salvo porque cada uno de los participantes llevábamos un dorsal, aquello no parecía una carrera.

Los primeros kilómetros pasaron rápido, el circuito era nuevo y me dediqué a observar el trazado. Me di cuenta que había varias subidas tendidas, de momento no suponían un problema pero más adelante seguro que costaría terminarlas. Ahora solo había un avituallamiento y se realizaba al iniciar cada vuelta, o sea cada 5 kilómetros.

Conforme pasaba la mañana la ciudad fue despertando, hacía sol pero no el suficiente para que me quitara el cortavientos con el que corría. Con el paso del tiempo la carrera se estiró, estábamos pocos pero dispersados. Como el circuito era tan corto, por muchos tramos íbamos y volvíamos y era frecuente ver a los demás corredores.

Cuando llevaba 30 Km noté molestias en los cuádriceps. No le di mayor importancia, ya que no llevábamos muchos kilómetros de carrera ni llevaba un ritmo alto. En el kilómetro 40 me di cuenta de que realmente no eran unas molestias que con el paso del tiempo iban a desaparecer, sino que se trataba de una sobrecarga y que esto me iba a condicionar bastante. Lo cierto es que no entendía muy bien todo aquello, había entrenado para correr mucho más o por lo menos para que estas molestias aparecieran por lo menos de cara al final de la prueba.

Había descansado lo suficiente por lo menos la última semana y mi cuerpo debía estar rebosante de energía. Además hacía un día estupendo para correr por lo que por mucho que pensara no podía encontrar una explicación lógica.

Las cuestas que había a lo largo del circuito habían sobrecargado mis músculos y eso que tampoco eran excesivas. Mi cabeza se empezó a llenar de pensamientos negativos. Conforme pasaba el tiempo las sensaciones que tenía no fueron mejores hasta que finalmente me dejé seducir por el lado oscuro.

Pensé que no pasaba nada por tirar la toalla, total nadie se iba a enterar ni siquiera de que había estado en Madrid ya que apenas se lo había dicho a nadie. Era casi la hora de comer y me daría tiempo a ducharme y a poder comer tranquilo en cualquier sitio. Además tendría tiempo de ir al aeropuerto sin prisas, poder descansar algo hasta la salida del vuelo y así poder entrar a trabajar de noche algo descansado.

Y así lo decidí, terminé haciendo 50 Km con la poca dignidad que me quedaba ya que en ningún momento deje de correr (salvo en los avituallamientos) pero tampoco estaba para mucho más. Lo que hice lo podía haber hecho cualquier día entrenando, por lo que cuando crucé la meta sentí algo de vergüenza.

Me duché y me fui apresuradamente a comer sin tener remordimientos pese a que sabía que no había hecho bien. El resto de corredores seguía corriendo y ahora les iba a tocar sufrir. Al terminar de comer mi cuerpo estaba relajado y me hubiera echado una siesta de buena gana. Pero no podía, tenía que ir en metro hasta el aeropuerto y esperar tres horas en la terminal hasta coger el avión que me llevase a Palma de Mallorca.

Una vez en Palma tenía que coger un autobús y luego trabajar toda la noche. Después de trabajar tendría que andar un cuarto de hora hasta la estación de trenes, coger un tren y volver a andar otros quince minutos hasta llegar a mi casa. Si todo salía como debía lo normal es que me echase a la cama a las 08:00 h del día siguiente.

Había olvidado la otra paliza que me iba a dar después de correr, pero lo cierto es que si lo hubiese pensado detenidamente no lo hubiera hecho. La logística y el sentido común para hacer estas carreras requiere por lo menos de varias personas. Yo estaba solo y asumí las consecuencias.

Así que a las 23:00 h llegué ya cansado a mi puesto de trabajo dispuesto a pasar la noche. Solo esperaba que pasase tranquila y fuera algo rápido. Por suerte para mi la noche paso tranquila, pero despacio.

A las 07:00 h cuando salí de trabajar un compañero me acercó a la estación de tren ya que le pillaba de paso. Estaba aletargado y me hizo un gran favor al acercarme, a esas alturas estaba con la reserva encendida. A las 08:30 h por fin llegué a casa y a las 09:00 h me metí en la cama. Apagué el teléfono ya que no quería saber nada de nadie durante horas y me acosté.

Pasaran unos días y salieron los resultado de la prueba. En lo que a mi me importaba, solamente habían terminado la prueba dos personas y yo había hecho un tiempo de 5 horas y 12 minutos en completar 50 Km. Lo peor de todo era que no podía encontrar una excusa para mi penoso rendimiento. Había entrenado bien el tiempo previo de la carrera y había descansado lo suficiente los días anteriores. La alimentación no la había descuidado y no arrastraba problemas físicos.

Por mucho que intentaba comprender las causas de ese bajo nivel no era capaz de encontrar una explicación. Estaba decepcionado conmigo mismo y me sentía frustrado. Pero como se dice: “para aprender hay que perder” y fallar forma parte de las carreras. Me di cuenta de que necesita algo de ayuda. Hay que aprender de los fracasos para que no se repitan.