95-PROYECTOS II
ESTO ES UN NO PARAR
Javier Sanmartín Soler


Cada año tenía que ver que carrera quería correr y en función de eso me organizaba para entrenar. No tenía prisa y siempre que corría iba pensando en estas cosas. Como solo hacía una carrera intentaba ser cuidadoso para elegirla bien. Buscaba algún reto nuevo que me hiciese salir de mi zona de confort. La idea era hacerlo con tiempo para que mi cuerpo asimilase los entrenamientos, se adaptase a ellos y mejorar. Esa era la base para crear unos pilares sólidos.
Por otro lado hay planes de entrenamientos para todo tipo de carreras en los que se diseñan unos objetivos y después se intenta cumplir. Vamos es lo que viene a ser el asesoramiento deportivo personalizado. Estas cosas además suelen ser previo pago. Pero no iban conmigo. No tenía tiempo ni quería gastarme el dinero en eso. Correr es más sencillo que todo eso y a no ser que seamos atletas profesionales, ¿Qué sentido tiene que una persona normal se gaste el dinero en eso.?
En mi opinión que cada uno haga lo que quiera. Mi planificación no tenía muchos misterios y jugaba con el tiempo, con el volumen de kilómetros y pocas cosas más. No tenía a nadie que me dirigiera y nunca lo iba a tener. Eso mismo también era una ventaja ya que era libre para hacer lo que quería y no tenía que depender de nada ni de nadie. Solo tenía que convencerme yo mismo de las cosas y ver que era lo que más me convenía. Me había vuelto más selectivo a la hora de correr y ya no me conformaba con cualquier cosa.
Intentaba huir de las carreras mediáticas. Algunas eran importantes y las podía correr pero no llamaban mi atención. La mayoría ya estaban masificadas y además participar en ellas era un autentico derroche económico. Eso no me gustaba. Ya había corrido alguna y sabía como eran por lo que había perdido algo de interés. Solo había una que era para mi como un unicornio. Esta carrera era el Spartathlon que solo la inscripción costaba un riñón. Además los requisitos para participar ya eran inimaginables para cualquier corredor. Pero vamos, puestos a pagar por participar en una carrera porque no hacerlo con una de las mejores del mundo.
Cada vez había más carreras, más corredores y era un deporte de moda. Correr gozaba de popularidad y atraía a muchas personas. Cada cierto tiempo repasaba las carreras que me podían interesar. Casi todas ya eran conocidas y estaban consolidadas en el calendario. Con bastante antelación ya sabía que carrera correría de un año para otro. Solo era cuestión de organizarse y entrenar. Intentaba hacerlas que pensaba que ya estaba preparado y abarcaba cada vez un poco más.
Pero también tenía que tener cuidado y tenía que tomar precauciones. Era como hacer malabares e ir aumentando la dificultad. No sabía hasta donde podía llegar o si estaba abarcando más de la cuenta. Lo que si que tenía claro es que hacía lo que me gustaba y por lo menos quería intentar acabar las carreras que me proponía. No tenía garantías de nada porque las carreras eran tan exigentes que cualquier cosas podía salir mal. Además existían muchas variables que podían afectar el resultado. Pero como cada vez me encontraba mejor quería ver hasta donde podía llegar.
Cada año hacía lo que quería. Un año corría por la montaña y otro sobre el asfalto. Las carreras por la montaña eran las que más dificultades tenían para mi. Me gustaba correrlas pero no entrenaba los desniveles y las bajadas se me atragantaban. Aun así tampoco se me daban mal.
Por suerte tenía nivel para correr y podía participar en muchas carreras. Como ya había corrido alguna carrera importante me gustaban las que no eran tan conocidas. Cada cierto tiempo mientras entrenaba iba pensando en la siguiente que haría. Todo estaba bastante meditado y no dejaba cabos sueltos. Solamente necesitaba que en mis aventuras me acompañase Adolfo. Antes de apuntarme a ninguna se la comentaba para que me diera el visto bueno y él nunca se negaba, cosa que era de agradecer. Con un amigo así que me acompañaba y confiaba en mi criterio ¿Cómo no iba a entrenar y a esforzarme al máximo?