72-SANTANDER 100 KM
CORRER EN EL PARQUE
Javier Sanmartín Soler


Llegó la fecha y la carrera que tenía que hacer para el año 2023. El 9 de junio me levanté pronto para entrenar ya que luego me iba con Adolfo a Santander. Esa semana no tenía a mi hija y el jueves 8 y el viernes 9 me los pedí de fiesta en el trabajo. El jueves tenía que ir a una exhibición de gimnasia rítmica y como trabajaba tuve que coger el día. Después me marché puesto que yo tenía que preparar bastantes cosas.
Los días de antes ya había adelantado tareas ya que me quería ir a la carrera con todo hecho. Así cuando regresase solo tendría que poner una lavadora con la ropa sucia y podría descansar. Limpié todo lo que pude, puse lavadoras, compré e hice varios recados que tenía pendientes. Además esa semana bajé el volumen de kilómetros a la hora de entrenar para estar más fresco el día de la carrera. También comí bien y descansé lo suficiente.
A las 07:40 h del día 9 ya estaba corriendo en la cinta del gimnasio. El día anterior hice lo mismo ya que las articulaciones apenas sufrían. Me duché y regresé a casa. A las 09:30 h había quedado con unos amigos para almorzar. La idea era que después del almuerzo Adolfo y yo nos iríamos de viaje. El almuerzo estuvo bien, comí huevos fritos con patatas y carrilleras. Luego tomamos algo de dulce y yo ya me planté. Mis amigos tomaron café y licores y se nos hizo mediodía. Luego Adolfo me dijo que antes de irnos quería pasarse por casa para correr una hora. Así que quedamos en que lo recogería sobre las 14 h.
Al llegar a casa descubrí que me habían escrito del taller donde tenía una moto para hacerle una revisión y que ya estaba acabada. Miré el reloj, eran las 12:30 h, me daba tiempo para ir al taller andando (tenía 4 Km) y luego traer la moto. No me lo pensé mucho y me fui a buscarla. Al salir de casa hacía calor (28ºC) y cuando llegué al taller estaba sudando. A las 13:30 h regresé a casa, me duché y preparé las cosas que necesitaba llevarme para la carrera. Todo entró en una mochila.
Al salir del garaje con el coche me di cuenta de que ya eran casi las 14 h y avisé de que llegaría un poco tarde. Pero no tarde mucho ya que estaba cerca. A las 14:30 h salimos y mi coche marcaba que había llegado a los 40.000 Km. El trayecto a Santander iba a conducir Adolfo y así yo podía relajarme. Eché el asiento lo más atrás que pude y lo recliné para estar cómodo. El viaje fue ameno, lo pasamos charlando de nuestras cosas y solo paramos una vez para tomar un refresco y estirar las piernas.
A las 18:30 h llegamos al hotel que se encontraba en una buena zona bastante céntrico. Nos dieron la habitación número trece de la sexta planta. Al entrar para dejar las mochilas vimos que todo estaba limpio y ordenado. El sitio ya tenía sus años y todo estaba bien cuidado, era aceptable. Después teníamos que ir a recoger el dorsal para la carrera. Teníamos que ir a un pabellón que estaba al lado del parque donde se iba a celebrar la carrera. Me entregaron un sobre grande en el que venía mi dorsal que era el número 13. Menuda casualidad era el mismo número que la habitación del hotel. Me resultó graciosa la coincidencia.
Salimos del edificio y vi el trazado de la carrera que ya estaba señalizado y encintado. Se corría en un parque por asfalto. Los árboles que había estaban a los lados del camino y no protegían del sol. Pero por suerte la predicción del tiempo que había para el día de la carrera era nublado. Esto era una cosa muy importante y a tener en cuenta. El calor en una carrera tan larga podía causar estragos.
Regresamos al hotel y salimos a dar una vuelta. A las 22:30 h otra vez de vuelta en el hotel me comí un buen plato de macarrones. Los había preparado el día anterior. No me la quería jugar comiendo cosas por ahí por lo que la cena y el desayuno del día de la carrera ya los tenía preparados. En una carrera importante tenía que cuidar esos detalles. Cuando noté que ya no me entraban mas macarrones dejé de comer. Mas tarde preparé toda la ropa y la logística necesaria para la carrera y después me tumbé a ver la tele. A las 00:30 h me quedé dormido y a las 6 h nos teníamos que levantar. A lo largo de la noche me desperté un par de veces pero pronto me volvía a quedar dormido. Notaba la cama diferente de la mía pero se podía descansar bien.
A las 6 h sonó el despertador y tuve algo de pereza, aunque había descansado. Desayuné un batido con dos bananas, dos cucharadas de gofio, dos cucharadas de cacao, un puñado de cereales de trigo y leche. Era un desayuno contundente que me costó poco beber. Luego me vestí, me lavé la cara y los dientes. A las 06:20 h salimos del hotel y ya era de día. Como no había tráfico llegamos pronto, la carrera empezaba a las 7 h. Estaba algo nervioso porque quería hacerlo bien, para eso entrenaba todos los días.
La carrera consistía en un trazado de 5 Km por el Parque Atlántico de las Llamas y existían dos categorías. Una en la que se corría 50 Km y la otra era de 100 Km. En los 50 Km estaban apuntados algo más de 100 corredores y para la categoría de 100 Km 43. La distancia mínima que había que correr en los 100 Km era de 50 Km y a partir de ahí se podía continuar corriendo en tramos de 10 Km (60 Km, 70 Km, 80 Km, 90 Km y 100 Km). El tiempo máximo de la prueba era de trece horas.
La idea era hacer 50 Km y después en función de como te encontrabas aumentabas la distancia. Una cosa estaba clara y era que no todos los corredores podrían terminar puesto que la prueba era exigente. Me encontraba animado y pensé que había entrenado bien pero conforme se desarrollase la carrera ya vería si tenía razón.
A la hora exacta comenzó la carrera y ya hacía calor. Iba ligero, llevaba manga corta y pantalón corto. No llevaba reloj puesto, me iba a hartar de correr y no lo necesitaba. Pero Adolfo me colocó una baliza para tenerme controlado. Enseguida la gente se dispersó y no tardé en correr solo. No tenía lejos a los demás corredores pero cada uno intentaba llevar su propio ritmo. Las primeras vueltas transcurrieron sin novedades y pude relajarme.
La carrera de verdad comenzaría mas tarde. En la primera hora me puse la gorra y también aprovechaba para beber agua. Pronto memoricé el recorrido y me puse un mp3 para escuchar música y distraerme. En cuanto al tiempo seguía nublado pero de vez en cuando el sol asomaba con fuerza y molestaba por lo que utilicé las gafas de sol.
Cada corredor podía dejar el material que necesitaba para la carrera en una zona habilitada y en cada vuelta usaba lo que quería. Lo normal era tener geles que se usaban en función de la estrategia de cada corredor. Algunos tenían las cosas tan organizadas que parecían profesionales. Yo sin embargo era todo lo contrario y tenía una pequeña bolsa de tela en la que había guardado ropa, un bote en el que llevaba vaselina para las rozaduras y otro bote de crema solar. También llevaba dos geles energéticos y pastillas de electrolitos. Solo necesita eso.
Los primeros 40 Km pasaron rápido y el ritmo era bueno. Me encontraba fresco y tenía fuerza. Quería correr rápido aprovechando el frescor de la mañana. A las once el sol comenzó a brillar con fuerza y resultaba molesto, así que me puse crema solar. La humedad tampoco ayudaba y no paraba de sudar.
Cada vuelta que daba tenía pendiente a mi amigo que me preguntaba como estaba. En una zona a mitad del recorrido empezaron a entregar esponjas con agua.
El sol ya empezaba a despertar pero por suerte las nubes algo lo frenaban. Como el circuito era corto los corredores más rápidos empezaron a doblar a los más lentos. A mi no me importaba puesto que estaba concentrado en mi carrera, pero que te pasen mentalmente afecta. Por suerte yo ya acumulaba algo de experiencia y sabía que la carrera era muy larga y no debía precipitarme. Sabía perfectamente cual era mi sitio. Era consciente de mis posibilidades y era mejor ser prudente.
La única presión que tenía me la ponía yo mismo. Pero que no tuviese presión no significaba que me lo tomaba a la ligera. Era la única carrera que iba a hacer este año y estaba casi obligado a hacerlo bien. Me lo jugaba todo a una carta ya que en función del resultado de la carrera podría participar en otras al año siguiente. Si lograba un buen resultado era mi pasaporte para poder realizar otras pruebas que piden resultados anteriores. Si por lo menos llegaba a 80 Km sería un buen punto de partida.
A los 40 Km tuve que cambiarme de zapatillas puesto que me iban algo justas y ya me empezaban a molestar. Pasé de correr con unas zapatillas trail que me apretaban a unas zapatillas de asfalto que además eran bastante cómodas. El cambio lo agradecieron mis pies.
Poco a poco las horas pasaban y se aproximó el mediodía. Aquí el sol ya era molesto y todos los corredores deseábamos que se nublase. Llegados a este punto la mayoría ya habíamos perdido la frescura inicial. En mi caso pasé de correr a más de cinco minutos el kilometro a mas de seis minutos. Pero era algo normal y ahora empezaba a trabajar la mente de cada uno. Seguía animado y quería ver como reaccionaba cuando empezase lo duro de la carrera. Faltaba poco para saberlo.
No sabía las vueltas que llevaba puesto que no usaba reloj y mi única referencia era el marcador de la línea de meta. Pero pasadas las horas había perdido las referencias y ya no sabía los kilómetros que llevaba. Mi primer objetivo era llegar a los 50 Km y cuando creía que los tenía Adolfo me dijo que llevaba cinco kilómetros menos. Me dio un pequeño bajón ya que no me lo esperaba, pensaba que iba mejor y no era así.
Continué para llegar a los 50 Km y cumplir mi primer objetivo. Al pasar por la meta estaba algo cansado pero me alegré. Ahora ya comenzaba la carrera de verdad. Hice una rápida valoración de como iba todo. Físicamente me encontraba bien y no me dolía nada. En cuanto al tiempo de carrera no era malo. El tema del calor ya era inevitable y a todos los corredores afectaba. Se acercaba la hora de comer y la fatiga se notaba en casi todos los participantes.
Me tomé un gel con sabor a grosella que estaba caliente. No me gustó el sabor ya que estaba concentrado pero lo necesitaba. En los avituallamientos solo había bebido agua y electrolitos. De comer había tomado plátano, melón, sandía, dos porciones de chocolate y un trozo de dulce de membrillo. No quería comer en exceso y lo hice poco a poco. Pero a los 50 Km también empecé a beber Coca Cola e isotónicos.
Comencé a doblar a corredores y otros me alcanzaban a mí. La carrera ya estaba rota y la gente desperdigada. Cada uno luchaba con sus preocupaciones. Tan pronto te pasaba algún corredor a un ritmo que no podía seguir como veías a otro corredor fundido por el sol que solo podía caminar. Yo seguía a lo mío y mi siguiente objetivo era llegar al kilómetro 60. Me costó hacerlo y después de pasar por meta decidí cambiarme de ropa. Me quité la camiseta, el pantalón y la gorra en un aseo portátil. Me costó hacerlo por el cansancio. Mis piernas estaban duras y pesadas.
En la siguiente vuelta en el kilómetro 65 me pasé por un puesto en el que había una camilla y una persona se encargaba de dar un servicio de fisioterapia a los corredores. Le pedí que me descontracturase las piernas por lo que estuvo unos 10 minutos masajeándome. Aproveché para coger algo de aliento ya que la carrera me estaba fundiendo. El masaje me dolió un poco pero pronto noté que había merecido la pena. Me tomé una bebida isotónica, comí algo de fruta y continué.
Estaba metido en las horas críticas de la carrera. Entre las 14 h y las 16 h era cuando se decidiría todo, o sea cuando llevase de 7 a 9 horas compitiendo. Si resistía eso sabía que terminaría la prueba. Solo suplicaba porque no apretase más el sol ya que si lo hacía sufriría más. De momento no me podía quejar en cuanto a la temperatura puesto que podía aguantar. Pero durante esas horas el uso de las esponjas era casi obligado.
Cuando llegué al kilómetro 70 oí por la megafonía que pronto iba a llegar el primer corredor en terminar los 100 Km. Aún había gente intentando terminar los 50 Km, aunque la mayoría ya había acabado. Me dio algo de envidia pero luego pensé que yo no iba tan mal. No me podía comparar.
Sufriendo llegué al kilometro 80. Cada vez que veía a Adolfo ya no podía disimular el paso de la carrera. Tenía ya mis dudas de si podría terminar. Ahora cada kilómetro me costaba hacerlo más de 7 minutos y no sabía lo que podía aguantar. Me volví a cambiar de ropa para despejarme y pensé que tenía que seguir esforzándome. Me sobrevino un flato que me molestaba pero no dejé de correr.
En el kilómetro 85 volví a necesitar otro masaje para que me aliviase las piernas. Estaba muy cansado pero me encontraba bien para seguir, solo necesitaba una puesta a punto. Esta vez el masaje me dolió más. Cuando acabó di las gracias y continué. Ahora solo tenía que hacer 15 Km para acabar.
A las 17 h ya llevaba 10 horas de carrera y mi mente ya estaba confusa. Pero ahora ya podía ver a lo lejos el final de la prueba. Al acabar la vuelta vi el cronómetro de la línea de meta y me di cuenta de que disponía de 2 horas y 45 minutos para hacer los últimos 15 Km. Era una cosa factible y era un tiempo generoso. Había trabajado duro para tener esa pequeña ventaja pero tampoco me podía confiar.
Apenas quedábamos un puñado de corredores en la carrera. Muchas de las personas de la organización se habían ido de sus puestos para la entrega de trofeos que se hizo mientras otros seguían compitiendo. El puesto de las esponjas desapareció pero ya no era necesario porque estaba nublado. No estaba bien pero tampoco me importó demasiado, yo iba a lo mío.
Estaba ya destrozado, ya no sabía si tenía flato puesto que los músculos de al lado de las costillas me dolían de tanto trabajo que habían acumulado. El plano físico ya no importaba mucho a esas alturas y mentalmente tenía las ideas claras. En el kilómetro 95 le dije a Adolfo que los últimos 5 Kilómetros los iba a hacer andando y corriendo. Tenía tiempo de sobras y consideré que era un privilegio que me había ganado. Así que bebí agua y me marché andando.
No quería andar toda la vuelta pero en algunos tramos más difíciles si que quería hacerlo. Me costaba correr pero aun podía hacerlo. En el kilómetro 97 apareció Adolfo por sorpresa para obligarme a correr y como me conocía me pilló vagueando. Los últimos kilómetros los hice a una media de 8 minutos el kilómetro. A 400 metros de la meta reuní la poca dignidad que me quedaba y acabe corriendo. Antes de entrar me fijé en el reloj que marcaba 11 horas y 40 minutos. Me sobró 1 hora y 20 minutos para llegar al plazo de 13 horas que había para terminar.
Había entrado en el puesto 14 de la clasificación y estaba bastante satisfecho. Me dieron una copa por terminar la carrera que me hizo ilusión, aunque realmente no había ganado nada. Recogí mi bolsa con las cosas, después pedí una Coca Cola y un Acuarius que estaban frescos. Busqué una sombra y me tiré en el césped a descansar. Mientras tanto aun quedaban corredores intentado terminar la carrera.
Pasadas las 19 h regresamos en coche al hotel. Necesitaba una ducha con urgencia pero antes compramos dos ensaladas preparadas en el supermercado. Mi cuerpo de momento no quería alimentos, primero se tenía que relajar y después estabilizar. Habían sido bastantes horas de esfuerzo y había que recuperar la normalidad. Cuando me sintiese animado comería algo ligero ya que no me quería acostar sin cenar.
A las 20 h ya me había duchado y estaba tumbado en la cama. La ducha me sentó bien pero tenía la tensión baja y lo notaba. Mi cuerpo trataba de recuperarse del esfuerzo y tenía algo de calor. Me quité la camiseta del pijama y me puse una toalla húmeda por el cuello y la frente para refrescarme. Intenté hablar con mi hija por teléfono en dos ocasiones pero no pude hacerlo. Estaba tan cansado que me dolía todo. Mi cuerpo seguía revolucionado y trataba de encontrar el camino para recuperar la normalidad. Pero también me embargaba una sensación agradable de satisfacción que amortiguaba todo lo demás.
Intenté dormir pero no pude. Veía la tele o miraba el teléfono. Adolfo se duchó y cenó a las 22 h, yo no podía. Pero una hora mas tarde cené mi ensalada. Estaba fresca y me supo muy rica. Adolfo también estaba cansado y se durmió antes que yo. A mí me costó y lo hice sobre la media noche. Me levanté un par de veces durante la noche para ir al baño. Tenía las piernas cargadas y me costaba caminar.
Al día siguiente a las 06:50 h me desperté. Había descansado bien y me notaba algo recuperado. No hice ruido ya que era temprano pero Adolfo tampoco tardó mucho más en despertar. A las 08:30 h nos levantamos y yo aproveché para ducharme. Notaba que mis piernas estaban entumecidas pero tenía que caminar y obligarlas a trabajar. Cuanto antes lo hiciese antes me recuperaría.
A las 09:00 h bajamos a desayunar. Cerca del hotel había una cafetería. Adolfo se tomó un café y un pincho de tortilla y yo un Cola Cao y otro pincho de tortilla. Me supo a gloria, mi apetito se había recuperado. Después Adolfo se tomó otro café y luego regresamos al hotel. Recogimos las cosas y poco antes de las 12 h abandonamos la habitación.
Solo nos quedaba hacer una cosa antes de volver a Zaragoza y era ir a la zona de tapas de Santander. A las 13 h estábamos relajados tomando unas tapas y bebiendo cerveza sentados en una terraza. Después fuimos a otro bar para hacer lo mismo. En total cada uno se comió cuatro tapas y de ahí ya salimos comidos.
Sobre las 14 h montamos en el coche y salimos para casa. Conducía Adolfo así yo pude descansar. Me encontraba bien y solo tenía unas pequeñas molestias en las piernas. El viaje fue sin problemas y solo paramos una vez. A las 17:30 h llegamos a Zaragoza. A las 18:30 h yo ya estaba en casa recogiendo cosas y poniendo una lavadora. Luego me puse a correr en la cinta y no podía hacerlo a la velocidad que quería, por lo que tuve que trotar. Solo pude hacer 7 Kilómetros y me di por satisfecho, no estaba para mucho más. Después me duché y me tumbé a descansar mientras veía la tele. Sin darme cuenta me quedé dormido un rato. A las 20 h hablé por teléfono con mi hija y a las 21 h me preparé una pizza y una buena ensalada para cenar.
Después comprobé los resultados de la carrera puesto que ya se podían consultar. En los 100 Km habían tomado la salida 33 corredores y solo habían podido acabar 16. Yo ocupaba el puesto 14 y a cinco minutos tenía a una chica que acabó delante de mi. De los corredores que habían terminado era de los últimos pero para mi estaba bien, por detrás tenía a 20 personas. No había hecho una marca importante pero no me importaba, yo no funciono así.
Poder terminar una carrera como la que había hecho no está al alcance de todos. Llevaba un año y medio corriendo todos los días. Mis piernas acumulaban 10.000 Km en ese tiempo. Me gustaba ganarme las cosas y sufría para conseguirlas. No tenía ningún talento por lo que todo lo que lograba era a base de esfuerzo. Por eso cuando conseguía terminar algo la satisfacción personal que sentía era enorme.
Pero tampoco me lo creía demasiado ya que tenía que mejorar en muchos aspectos.
De momento disfrutaría un tiempo lo que había conseguido. Me dormí tumbado en el sofá y cuando me desperté me fui a la cama. Al día siguiente trabajaba de mañana y al terminar tenía que ir a recoger a mi hija del colegio.