64-CALCENADA

UNA CARRERA POR EL MONCAYO

Javier Sanmartín Soler

En el año 2013 conseguí mis dos primeros puntos para poder participar en una de las carreras más duras del mundo (el prestigioso Ultra Trail del Mont Blanc – UTMB). Este es el relato de lo que sucedió.

En la provincia de Zaragoza, hace unos años había una única carrera de ultra distancia conocida que ya ha desaparecido. Su nombre era “Calcenada”, esta prueba consistía en correr alrededor del pico del Moncayo por su Parque Natural, rodeando los pueblos que están a los pies del citado pico. Con un total de 104 Km y un desnivel acumulado de unos 3.000 metros. Esta carrera empezó a rondarme la cabeza mientras fantaseaba corriendo otras carreras de menor distancia. Ya había corrido alguna carrera ultra con resultados buenos, pero esta suponía un escalón más elevado del nivel que tenía y la debía preparar con algo de tiempo para poder terminarla con garantías.

La gente hablaba de la Calcenada como una prueba dura de gran resistencia, que físicamente es exigente y por eso son pocos los que se planteaban seriamente realizarla corriendo. Yo ya llevaba tiempo con la mosca detrás de la oreja y en Junio decidí inscribirme a la edición número XII de la prueba.

El parque del Moncayo es un espacio natural protegido situado en la zona central de la Cordillera Ibérica en la provincia de Zaragoza. Siendo la mayor cota el Pico del Moncayo, con 2.315 m de altura, es uno de los picos más importantes de la península y está considerado el techo del Sistema Ibérico. El pico del Moncayo tiene dos vertientes:

  • La vertiente norte. Que es la más fría y húmeda.

  • La vertiente sur. Es la menos conocida y que goza de un clima más mediterráneo.

De los pies del Moncayo nacen los ríos Huecha y Queiles que riegan la comarca y son afluentes del río Ebro. La variedad vegetal y animal que nos podemos encontrar en el, hacen que esté considerado un abanico medioambiental. La prueba de la “Calcenada” llevaba celebradas 15 ediciones y se realiza anualmente el primer fin de semana del mes de Agosto y en ella se da la vuelta al Parque Natural del Moncayo por las provincias de Zaragoza y Soria, pasando por numerosos pueblos (17). Existen varias modalidades de realizar la prueba:

  • Andando.

  • Corriendo.

  • En bicicleta.

  • A caballo.

  • Duatlón. (Esta modalidad la realizan dos participantes y una bicicleta. Deben ir juntos alternando el uso de la bicicleta como se quiera).

La prueba en sí no se trataba de una carrera y no estaba considerada una prueba competitiva ya que no tenía premios para los vencedores. Aunque si existía una clasificación general. En las modalidades andando y corriendo había varias opciones de elegir distintos recorridos con más o menos kilómetros según el nivel de cada participante (20,40 y 104 Km). En las modalidades bicicleta, a caballo y duatlón solo existía la opción del recorrido de 104 Km. La prueba de 104 Km corriendo comenzaba a las 21 horas en el pueblo de Calcena, rodea la Sierra del Moncayo y terminaba donde empezaba. El trazado de la carrera iba por carreteras, por caminos y senderos.

Había muchos avituallamientos líquidos y sólidos que se encontraban repartidos a lo largo de todo el recorrido. Concretamente 21. En cada avituallamiento también existía un control de paso. La mayor parte de los participantes realizaban la prueba en bicicleta de montaña y suponían casi la mitad de todos (unos 500). Andando los 104 Km la realizaban unos 200 participantes, corriendo 104 Km de 40 a 70 participantes, a caballo de 6 a 10 participantes, en la modalidad de duatlón unos 6 participantes y el resto se repartían en las distancias más cortas hasta completar los 1.000 participantes.

El desnivel de la prueba tenía alguna pendiente de subida prolongada a lo largo del recorrido pero en su mayor parte se podía hacer perfectamente corriendo sin tener que detenerse.

Empecé a entrenar la prueba el mes de Junio, mientras estaba de vacaciones en un pequeño pueblo de Teruel. Corría por montes cuya tierra era rojiza y me resultaba muy diferente del color de la tierra que estaba acostumbrado a ver en Zaragoza. Salía a correr generalmente cuando mi hija pequeña se echaba la siesta. Hacía calor y cuando me cruzaba con algún vecino del pueblo este se giraba y pensaba que estaba loco por salir a correr a esas horas. No hacía falta hablar con ellos para intuir lo que pensaban, sencillamente lo podía saber por como me miraban.

Pero yo no estaba loco, sabía perfectamente lo que hacía. Estaba preparado para salir a correr con ese calor y con mucho más ya que llevaba mi gorra y un botellín de agua para combatirlo. Corría de una hora a hora y media y así luego podíamos ir a la piscina a refrescarnos o pasear. Lo cierto es que tampoco podía hacer muchas más cosas porque mi hija tenía un año y era demasiado pequeña.

Más tarde fuimos de vacaciones a Mallorca y allí es donde tuve que entrenar el grueso de la carrera. La prueba se celebraba el primer fin de semana del mes de Agosto y tenía el tiempo justo para prepararme. Entrenaba de 5 a 6 días a la semana entre una hora y media a dos horas. Había semanas que descansaba un día y otras que descansaba dos, según me lo pedía el cuerpo. El ritmo al que entrenaba era tranquilo porque casi siempre lo hacía justo después de comer (entre las 15 h a 17 h de la tarde) a esas horas la temperatura mínima era de 36ºC y algún día se rozaron los 40ºC. Eso sin contar con la humedad.

Corría todo el entreno por carreteras que rezumaban calor y no había casi sombras que me cobijaran durante un rato y me concedieran una pequeña tregua. Algún día que iba más justo de tiempo salía a correr después de comer sin dejar que mi cuerpo hubiera hecho la digestión de los alimentos. “Ya la haría mientras corría” me decía a mi mismo y así no perdía tiempo.

La manera que tenía de refrescarme mientras entrenaba era la siguiente:

  • Cuando salía de casa empapaba la gorra en agua y eso me concedía sobre una media hora de frescor en la cabeza.

  • Llevaba un botellín grande de unos 700 cc al que iba dando pequeños sorbos de vez en cuando al notar la boca seca.

  • La única fuente con posibilidades de obtener agua se encontraba a la mitad del recorrido pero no siempre había garantías suficientes de que hubiese.

El agua que bebía mientras corría era mas bien un caldo debido al calor, pero me hidrataba y para mi era más que suficiente. A mitad del recorrido había un grifo debajo de una fuente por el que corría un hilo de agua. Con esto me era más que suficiente para poder gastar lo que me quedaba del botellín de agua, refrescarme otra vez la cara y la nuca, mojar nuevamente la gorra de agua y rellenar el botellín otra vez para la vuelta. Estoy siendo optimista, porque alguna vez no salía ni una gota de agua y tenía que dosificar el agua que me quedaba para la vuelta. Alguna vez tenía que hacer 19 Kilómetros con un solo botellín de agua en pleno mes de Agosto.

Por otro lado usaba ropa cómoda y ligera que no me apretara o comprimiese para no tener sensación de agobio. También llevaba unas gafas para disminuir el reflejo del sol en el asfalto sobre mis ojos y reducir la sensación de calor, por lo menos mentalmente. En definitiva tenía que entrenar duro porque cuanto más sufriera preparándome menos dificultades pasaría el día de la carrera. Eso es lo que intentaba hacer, no entrenaba en exceso pero tenía que ser disciplinado.

Cinco días antes de la carrera ya estaba de regreso en Zaragoza con todos los deberes hechos y guardando reposo para el gran día. La previsión del tiempo para ese día era soleado con temperaturas máximas que rondaban los 35 ºC de día y por la noche las temperaturas mínimas de unos 18ºC con rachas de viento. O sea que de día haría calor y de noche refrescaría un poco.

El día de la prueba tenía todo el material preparado, comí pronto y me acosté un par de horas ya que no dormiría en toda la noche. Al despertarme cogí el coche y me dirigí al pueblo de Calcena. Cuando llegué no faltaba más de una hora para el comienzo de la prueba. Me entregaron el dorsal con cuatro imperdibles y me senté en el césped tranquilamente para esperar que llegara la hora de empezar. Estaba algo intranquilo porque no sabía que me depararía la carrera, si estaría a la altura de mis expectativas y si merecía la pena tanto esfuerzo invertido.

A las 21 horas el calor había aflojado pero aún era intenso y estábamos unas 60 personas en la línea de salida esperando comenzar a correr. A la hora señalada tuvimos que esperar unos minutos más por no se que problema técnico que había. Tenía prisa por empezar para poder aprovechar el poco rato de luz diurna que quedaba hasta anochecer.

En la salida de una carrera hay gente que quiere imponer directamente su propio ritmo y se coloca de las primeras posiciones, generalmente estas personas lo suelen hacer por dos motivos:

1 - Bien porque les conviene quitarse rápidamente a otros competidores que corren más despacio y les pueden obstaculizar en los primeros kilómetros de la prueba. Y porque así desde un principio con un fuerte ritmo, merman la moral de los que quieran perseguirlos y así se lo piensan dos veces antes de plantearse seriamente la posibilidad de seguirlos. No les dejan la posibilidad de pensar y ante la indecisión ellos aprovechan para hacer brecha con respecto a otros corredores y poder romper la carrera desde el principio. Estos corredores suelen ser gente preparada que confía en sus posibilidades de éxito debido a su preparación, experiencia y conocimientos.

2 - Bien por sobrevalorar sus propias limitaciones y querer empezar con un ritmo elevado por encima de sus capacidades que posteriormente no pueden mantener y les pasa factura. Esto generalmente se da en corredores con falta de experiencia que en un principio se dejan llevar por el ritmo impuesto por otros corredores más experimentados, que los arrastran a seguirlos desde el principio de la prueba debido a que están frescos y erróneamente confían en sus posibilidades. Pero esto también se puede dar en corredores experimentados que se confían en exceso en sus capacidades, se relajan y no han entrenado lo suficiente para el esfuerzo exigido el día de la prueba, arrastran algún tipo de lesión que les impide rendir al 100% o simplemente que ese día no están finos y les da una “pájara”.

Lo que yo hago en la salida de cualquier carrera sin importar la distancia, es dejar salir al grupo de cabeza que quiere imponer el ritmo de la prueba. Cada uno debe calcular el tiempo en el que estima va a ser capaz de finalizar la carrera. Para ello debemos ser objetivos y realistas con nosotros mismos. Cada uno de nosotros debe ser capaz de valorar como a entrenado, que tiempos a hecho en otras carreras, como se encuentra ese día, etc... y saber que puesto aproximado puede ocupar en la prueba y las opciones reales que puede tener.

En función de las posibilidades que cada uno tiene debemos escoger un lugar desde donde salir. En carreras ultra como no hay exceso de personas por lo general, esto no supone un problema. Pero en carreras más numerosas la elección del lugar de salida es importante ya que si salimos muy adelantados es posible que nos fuercen a correr a un ritmo más elevado del que en un principio queríamos ir y si salimos demasiado atrasados luego nos resultará más complicado recuperar las mejores posiciones debido a ritmos lentos que hemos llevado.

Es mejor apuntar bajo que no excedernos físicamente y que por no ser sinceros con nuestras posibilidades reales paguemos la novatada. Además para mi gusto, es más divertido ir “cazando” a corredores rezagados y remontando posiciones que poco a poco se irán descolgando de la cabeza de la prueba, que ser el protagonista de la carrera, mantener el ritmo y tener la presión de ser la referencia que todos quieren batir. Para hacer esto se requiere mucho nivel y las exigencias son máximas.

Las carreras de ultra fondo pueden ser muy largas y en los primeros kilómetros la gente va a veces muy fuerte por encima de sus posibilidades. No por ocupar las primeras posiciones desde el principio de la prueba quiere decir que tengamos más opciones que alguien que ocupe posiciones más retrasadas. Entre otros factores el entrenamiento, el tiempo y el cansancio van poniendo a cada uno en el sitio que verdaderamente le corresponde.

Al empezar la Calcenada empezamos a correr por asfalto, la gente estaba animada y charlaba. A la hora que salían los corredores que hacían los 104 Km también salía la gente que se había inscrito en la modalidad de “Duatlón”. Un chico que iba en bicicleta de montaña delante de mí bromeaba con su compañero diciendo que en vez de barritas energéticas y geles había traído bocadillos de jamón con el pan untado en aceite y tomate. Los dos se reían.

En los primeros kilómetros ya se había estirado la carrera y yo había dejado pasar a todo corredor que me quiso adelantar sin ofrecer ningún tipo de resistencia. Aún así estaba en una buena posición y delante mío tenía unas 15 personas.

Al rato dejamos el asfalto para meternos por caminos y allí encontrar el primer avituallamiento. Luego comenzó una zona de cuestas en la que tuve que bajar el ritmo, otros corredores las subían andando y yo pensé que era demasiado pronto para andar por lo que continué corriendo a excepción de un pequeño repecho. Estaba anocheciendo y por una parte me fastidiaba quedarme sin luz pero por otra parte me alegraba de que la alta temperatura que aún hacía ya no iba a ser un problema.

El terreno por el que corría me resultaba atractivo porque eran del mismo tipo de caminos por donde solía entrenar en Zaragoza y conocía ese terreno bastante bien. Caminos de tierra compacta y piedra, con una superficie irregular y a los lados del camino pinos que proporcionaban una buena sombra.

Conforme iba oscureciendo la gente empezaba a encender los frontales. Yo apuré bastante encender el mío porque me gusta aprovechar toda la luz que da el sol hasta que prácticamente no se veía nada. Llegué a otro avituallamiento y me enganché a un grupo de corredores. Como ya era de noche quería correr un rato acompañado ya que sabía que pronto la soledad y sus fantasmas vendrían a buscarme.

Estábamos bajando por un camino polvoriento a un buen ritmo, yo iba el último y me fijé en las partículas de polvo que levantábamos al pisar creando como una especie de niebla. La noche lo envolvía todo. El grupo que seguía lo perdí en otro avituallamiento, adelantaba a gente que iba caminando y que se habían cansado de correr, también me adelantaron varias personas, era todo confuso.

Empezaba a estar algo cansado y no había recorrido ni la tercera parte del recorrido, me estaba desanimando, así que pensé. Sabía que había 21 puntos de avituallamiento repartidos por todo el trazado cada 5 o 6 kilómetros, y decidí ir poco a poco. Cuando llegaba a un avituallamiento pensaba: “Bien, uno menos, a por el siguiente”. Cuando me quise dar cuenta estaba en el kilómetro 55, había corrido unos 22 Km sin notarlo y encima estaba recuperado anímicamente.

Más tarde el trayecto volvió momentáneamente a una carretera llena de curvas, subidas y bajadas. Se podía respirar sin dificultad porque el recorrido discurría por una zona repleta de árboles. Correr cerca de un pico de montaña implica que aunque sea verano por la noche bajan las temperaturas y refresca. Por eso se requiere algo de ropa de abrigo, y aunque no haga excesivo frío, los corredores de una carrera larga lo notan ya que llevan horas corriendo y tienen la ropa empapada de sudor. Si a eso le sumamos una ligera brisa, un pequeño viento que exista o simplemente la humedad de la montaña, la sensación térmica que tendremos será mucho menor.

Los pequeños detalles en este tipo de carreras son importantísimos. No tuve en cuenta que podría hacer más frío del que había previsto desde un principio y ello me pasó factura. Llevaba una fina camiseta de manga corta técnica que estaba completamente sudada y cuando la noche llegó a su temperatura mínima tenía el cuerpo destemplado. Pero como se suele decir, las desgracias no vienen solas. Aparte de esto que tocó mi moral, me quedé prácticamente sin la luz del frontal seguidamente.

Todo empezó cuando repentinamente mi frontal empezó a emitir una luz más débil de lo normal. Creía haber cambiado las pilas antes de la carrera pero como era obvio no lo había hecho. Además las pilas de repuesto que transportaba en una pequeña bolsa que tenía en la cintura, estaban mojadas porque se había derramado un gel sobre ellas y tampoco servían. Llegué a un avituallamiento e intenté de todas las maneras resucitarlas para que funcionaran pero sin ningún resultado. Así que tuve que continuar sin tener apenas luz en el frontal, con el cuerpo destemplado y anímicamente tocado.

Faltaban unas horas para amanecer, la noche estaba cerrada, el cielo cubierto y apenas podía ver por donde pisaba. No tuve más remedio que andar. Estuve un tiempo intentando explicarme a mi mismo que había ocurrido con el tema de las pilas, porqué no había previsto que haría frío por la noche y otras cosas. En ese intervalo de tiempo me adelantaron por lo menos una docena de corredores que contribuyeron a que tocara fondo respecto al aspecto moral. Todo el esfuerzo que había hecho previamente lo estaba tirando por tierra.

Más tarde llegué a la conclusión de que ya no podía hacer nada para solucionarlo y que eso ya formaba parte del pasado. Estaba solamente desanimado y tenía que animarme para poder continuar sino tendría que caminar muchas horas para finalizar la prueba. Creo que estuve unas dos horas caminando. Pero como alguna vez había oído “una vez que tocas fondo lo único que puedes hacer es salir a la superficie”. Así que cerca de las seis de la mañana ya estaba amaneciendo lo que me animó bastante y antes de que saliera el sol ya estaba recuperado mentalmente por completo y comencé de nuevo a correr. Además ya no tenía frío.

Había recorrido unos 72 Km y aún me quedaban por recorrer otros 32 Km. Me faltaban 10 Km para poder acabar dos maratones consecutivos, así que ese fue mi siguiente reto hacer los 10 Km siguientes sin parar. Cuando los hice me felicité a mi mismo. Ahora solo quedaba una media maratón para terminar.

A lo largo de la prueba fui bebiendo agua de un botellín de aluminio que iba sosteniendo en la mano. Al principio lo llevaba en la bolsa que tenía atada a la cintura pero conforme pasaron las horas el continuo traqueteo hizo mella en mi espalda. Así que preferí llevarlo en la mano y evitar cientos de golpes más.

Los primeros avituallamientos fui comiendo y bebiendo esporádicamente casi sin ganas para retrasar el cansancio, pero conforme pasaban los kilómetros tenía que hacerlo por obligación si quería continuar con opciones en la carrera. Primero empecé comiendo cosas ligeras como plátanos, naranjas... pero según avanzaba la prueba cada vez quería comer más cosas.

En un avituallamiento nocturno nos dieron un revuelto de frutos secos que entre otras cosas llevaba garbanzos y pipas con su respectiva cáscara. Como es lógico las pipas y los garbanzos no los toqué ya que no era lo más indicado para comer mientras corres.

Comí gominolas, magdalenas, olivas, salchichón, membrillo, chocolate... tenía hambre y no solo quería tomar las barritas energéticas y geles que yo mismo portaba en mi pequeña bolsa. Prefería dosificarlo para cuando tuviera algún tipo de emergencia seria y que no fuera suficiente con la comida que daba la organización de la carrera. No quería abusar únicamente de los geles ya que en alguna otra carrera había tenido problemas intestinales, mareos y vómitos gracias a ellos.

No suelo tomar ningún tipo de suplementación por norma general y cualquier gel o barrita que tomaba sus efectos en mi eran contundentes. Es igual que el que está acostumbrado a tomar café a lo largo del día. Sus efectos no son los mismos que si lo toma otra persona que no tiene ese hábito. Con respecto a la bebida comencé bebiendo agua, continué con el isotónico y finalmente bebí Coca Cola que habitualmente no bebo.

Me quedaban solamente de hacer unos 20 Km para terminar la carrera. Eran sobre las siete y pico de la mañana y había llegado a un avituallamiento desde donde empezaban la prueba otros participantes de una de las modalidades que se realizaba andando. Estaban desayunando antes de empezar. Ese avituallamiento era bastante más completo que el resto y me extraño no ver a ningún corredor descansando ya que se hacía en el interior de un local, peña o club social (no lo sé exactamente) donde había sillas para sentarse y descansar.

Aparte de tener lo habitual de los anteriores avituallamientos para comer, este tenía la peculiaridad de que podías tomarte un café y un bocadillo de jamón serrano con tomate. Del café pasé completamente y ni me planteé tomar uno. Pero respecto al bocadillo, estaba saturado de dulce y no me pareció una mala opción. Tenía ganas de comer algo diferente, natural y que alimentara. Quería comer lo más parecido a la comida normal. Por eso me comí dos bocadillos que me sentaron de maravilla pese a que los engullí con rapidez.

Cuando salí por la puerta mis energías estaban renovadas pero mi cuerpo se empezaba a encontrar algo cansado por lo que tuve que reducir la velocidad de crucero y comenzar trotando. Era completamente de día y hacía una mañana soleada. De la humedad se podía respirar el aroma fresco de la montaña. El recorrido trascurría por caminos despejados de arbolado, sin mucho desnivel ni dificultad técnica, había subidas y las bajadas eran de poca inclinación pero prolongadas.

Encontré ya a algún corredor que me había adelantado de noche andando. Mi velocidad no era muy rápida pero me di cuenta de que al no ir andando estaba poco a poco adelantando a otros participantes que ya lo habían dado todo y que el resto de la carrera lo harían resignados caminando hasta la línea de meta. Esto me animó a continuar con mi ritmo lento y constante.

Al rato estaba corriendo en una zona más técnica, era una bajada prolongada de piedras planas grandes del tipo de la pizarra. Tenía que ver por donde pisaba ya que en el terreno había piedras sueltas y era algo inestable. Había que frenar con los cuádriceps de las piernas ya que si uno se dejaba llevar era fácil aumentar la velocidad con el consiguiente peligro de caerse.

Allí me adelantó otro participante pese a que yo ya llevaba una buena velocidad y que las zonas técnicas no se me dan del todo mal. Parecía bastante fresco como cuando uno empieza a correr. Me pregunté de donde demonios había salido ya que ese ritmo era para estar más adelante en la carrera. Después de este corredor ya no me adelantó nadie más en toda la carera.

Tras unos kilómetros llegué al último avituallamiento. Allí había para comer de esta especie de cebolletas pequeñas en vinagre que siempre me han gustado. Solo de verlas empecé a salivar así que decidí comer unas pocas con la precaución de que no me sentaran mal. Luego pensé en que había comido muchas cosas a lo largo de la carrera, algunas un tanto extrañas para hacerlo en una competición. Pero así era, cuando las reservas de uno están al límite cualquier cosa que te de energía sirve y no tenía tantos miramientos para comerlas. Sin carbón la caldera no funciona.

Pregunté cuantos kilómetros quedaban hasta la meta a dos voluntarios y me dijeron que prácticamente no quedaba nada. No se si me lo dijeron para que no me desanimase o porque realmente no lo sabían (que lo dudo). Lo cierto es que estaba en el kilómetro 99 y por delante solo me quedaban unos 5 Km.

Salí por última vez a un tramo asfaltado ya que hasta la meta se corría por el arcén de la carretera que lleva al pueblo de Calcena. Eran casi las 10 de la mañana y el sol ya calentaba con mucha fuerza. No quería que se me echara el día encima corriendo los últimos kilómetros por asfalto y con un calor mayor.

Me encontraba ya bastante cansado pero sabía que tenía fuerzas para acabar corriendo. Había recorrido y andado 100 Km con alguna que otra dificultad y los 4 Km que me quedaban los iba a acabar de cualquier manera sin descanso. Adelante a dos corredores más que iban andando, solamente estaba concentrado en seguir adelante porque quería llegar antes de las 10:30 h de la mañana.

Cada vez el pueblo estaba más cerca, me resultaba conocido porque el trayecto era el mismo que había hecho el día anterior para venir a la carrera y sabía que solo me quedaban unas curvas para terminar. Llegué a la meta en el tiempo que había estimado, marcando un tiempo final de 13 horas, 28 minutos y 52 segundos.

Cuando crucé la meta otro corredor y un ciclista estaban celebrando que habían ganado en la modalidad de duatlón. Llegaron a la meta un minuto antes que yo. Pensé en que yo había tardado prácticamente lo mismo yo solo y sin ninguna ayuda. Esto derivó en que interiormente me invadiera un sentimiento de orgullo y bienestar que hizo que me hinchara como un palomo.

Descansé unos minutos sentado en el suelo y me dirigí andando a las piscinas del pueblo donde estaban los vestuarios para ducharme. Me duché rápido, me puse el bañador y salí a la piscina a relajarme. No había nadie dentro y el agua estaba fresca. Metí los pies en el agua mientras yo estaba sentado en el bordillo y así permanecí varios minutos.

Luego no me atreví a meterme de golpe porque al no hacer pie no se como responderían mis maltrechos músculos y decidí bajar poco a poco por las escaleras. Me di un chapuzón breve y me vestí para volver lo más rápido posible a mi casa. Me esperaba una hora y media al volante que era el tiempo estimado por “Google Maps” para llegar a mi casa.

Tenía sueño, pero lo que más temía era estar sentado en el coche conduciendo después de llevar tantas horas de esfuerzo físico. Alguna vez anterior en esa misma situación me había dado algún calambre mientras conducía que me hizo ver las estrellas. Por suerte esta vez no pasó nada. A los días de estar en casa recuperado salieron los resultados de la carrera que fueron los siguientes:

  • Modalidad bicicleta 104 Km / Participantes 492 / Llegan a meta 457.

  • Modalidad andando 104 Km / Participantes 181 / Llegan a meta 134.

  • Modalidad corriendo 104 Km / Participantes 69 / Llegan a meta 55.

  • Modalidad a caballo 104 Km / Participantes 2 / Llegan a meta 2.

  • Modalidad duatlón 104 Km / Participantes 6 / Llegan a meta 6.

De los 55 deportistas de la modalidad de 104 Km corriendo que llegaron a la meta, quedé en la posición nº 13. Si no hubiera perdido esas dos horas que anduve sin luz por culpa de una mala planificación, hubiese quedado de los diez primeros puestos. En fin, para aprender también hay que perder. De todas formas estaba bastante satisfecho porque tenía los dos puntos que daba la organización por terminar la prueba y para poder acreditar por si quería participar en el Ultra Trail del Mont Blanc y eso si que no se consigue todos los días.