55-LA CARRERA EXTREMA
UNA PRUEBA CALUROSA
Javier Sanmartín Soler


El año 2013 decidí correr una carrera desértica llamada Transmontesblancos. Con una distancia de 50 Km que discurre en la localidad de La Puebla de Alfindén (a 15 Km de Zaragoza) en el mes de Junio. Unos meses atrás había corrido otra carrera de 75 Km con buenas sensaciones y estaba en buena forma para afrontarla. Un compañero de trabajo que la había corrido el año anterior me dijo que tuvo muchos problemas por culpa del calor elevado que hizo el día de la prueba y que mucha gente tuvo que abandonar.
Investigando un poco más antes de inscribirme en la carrera descubrí que la temperatura que hizo ese día rondó los 36ºC por lo que la información que me habían facilitado era veraz. Además descubrí leyendo el reglamento de la carrera que en los avituallamientos la organización no suministraban otra cosa que no fuera agua y que la comida cada participante debía llevarla por sus propios medios. Así que intrigado me apunté para disputar la prueba.
El último mes previo a la carrera no entrené específicamente ya que estaba en un pico de forma bueno y solo tenía que mantenerlo. Pese a todo sabía que no quedaría de los primeros clasificados ya que era una carrera rápida para mi gusto (pues considero que se me dan mejor las distancias más largas ya que mis ritmos son mas lentos). Según el reglamento de la prueba la TMT es una carrera de autosuficiencia alimentaria, en la que cada corredor lleva consigo la comida y el equipo necesario para acabar la prueba.
El tiempo límite para terminarla es de 7 horas y hay que dar dos vueltas de 25 Km por varios trazados pasando por un bucle común en cada vuelta. Este bucle es la salida, el paso de mitad de prueba y la meta. Respecto al desnivel acumulado no era muy significativo aunque en la segunda vuelta del trazado había que subir y bajar montes lo que resultaría extenuante para nuestro cuerpo sin contar con el calor y el cansancio acumulado que teníamos que arrastrar.
La organización recomienda entrenar la carrera para poder estar preparado físicamente y poder soportar las altas temperaturas en unas condiciones similares a las desérticas que se suelen dar en el desarrollo de esta. Además la carrera comenzaría a las 13:00 horas cuando el sol calentaría lo suyo.
A estas alturas yo estaba tranquilo porque también entrenaba cuando más calor hacía a lo largo del día y mi cuerpo estaba acostumbrado a ese tipo de exigencias. Paralelamente a esta carrera existían otras dos que se disputaban el mismo día al abrigo de la prueba reina, una de 25 Km y otra de 12 Km.
Llegó el día de la prueba y como era previsible hacía sol y las temperaturas iban en aumento. Antes de ocupar mi lugar en la salida una persona de la organización comprobó toda mi comida así como el equipo que portaba y dio el visto bueno para que continuara. Encontré al compañero de trabajo que volvía a correr con un amigo y nos hicimos una foto antes de la salida. Estuvimos hablando tranquilamente hasta que llegó la hora, nos deseamos suerte y cada uno fuimos a nuestra marcha.
Desde el principio me coloqué en una posición cómoda para mi ritmo dentro de los 30 primeros corredores sin acercarme demasiado a los grupos que se iban formando a la cabeza de la carrera. La gente estaba fresca, charlaban de cosas intrascendentes y no se preocupaba del ritmo. Eso si, los 10 primeros participantes ya era otra cosa y desde el comienzo el ritmo de la prueba fue fuerte para pelear por la victoria.
La carrera empezó en asfalto pero pronto pasamos a caminos que era por donde discurría casi en su totalidad. Cuando no llevábamos ni diez minutos de carrera nos subieron por una cuesta consistente en la que había que apoyarse con las manos en las rodillas e impulsarse. Mucha gente la subió andando ya que tenía mucha pendiente, así que de esta manera empecé a adelantar a algún corredor rezagado.
Al rato se encontraba el primer avituallamiento de agua, que pasé por alto. Hacía bastante calor pero era demasiado pronto para parar según mi opinión, ya que la mayoría de participantes llevaban su propio botellín o mochila “camelback” repleta de agua. Algunos pararon para rellenarlos. Poco a poco se cumplieron las predicciones meteorológicas que había para el día y comenzó a hacer calor, no era un calor asfixiante pero por el entorno árido por el que transcurría la prueba parecía que hiciera más que de costumbre. Si a esto le sumábamos los kilómetros que poco a poco se iban sumando a las piernas y que no todo el mundo sabía hidratarse o alimentarse correctamente para una prueba así por falta de experiencia, hicieron que más de uno se planteara donde se había metido.
El recorrido transcurría por pistas y caminos polvorientos donde el sol caía “a plomo” dado a las horas en que se disputaba la carrera. No había ninguna sombra donde cobijarse y algún corredor no llevaba gorra o pañuelo para protegerse del sol. El desnivel que existía era moderado ya que continuamente te encontrabas subiendo o bajando cuestas pero asequibles. Los participantes estábamos dispersados y ya no había grandes grupos como al principio.
El segundo avituallamiento llegó y aquí ya tuve que beber algo, dado que con el calor que hacía no quería deshidratarme. Paré y bebí sobre medio litro de agua y continué rápidamente. En este avituallamiento la gente solía parar para rehidratarse y se lo tomaban con más calma que en el anterior avituallamiento como era previsible.
Mi ritmo no era rápido pero no tenía nada que ganar. Me encontraba cómodo así que solo tenía que mantener ese ritmo para acabar con dignidad. Al rato me puse los cascos para escuchar música y distraerme un poco ya que llevaba un tiempo corriendo solo.
Unos kilómetros cuando iba a llegar al primer bucle a los 25 Km, me pasó la cabeza de la carrera ya que durante varios kilómetros compartíamos recorrido y cuando unos corredores salían del pueblo para comenzar la segunda vuelta otros entraban. La segunda vuelta era diferente de la primera en cuanto al recorrido aunque se compartían los primeros kilómetros.
Pasados los 30 Km empecé a notar hambre así que eché mano a un sándwich de jamón cocido y queso que yo mismo había preparado y que llevaba en una pequeña mochila atada a mi cintura. Al meter la mano noté que algo raro había pasado. El sándwich se había desecho por el continuo traqueteo de la carrera y solo quedaban una especie de pelotitas de pan dispersas por toda la mochila. Tenía hambre así que tras pensármelo poco tiempo decidí comerme ese tipo de comida. Tuve que hacerlo sino quería sufrir los últimos kilómetros. Ya había tomado unos cuantos geles energéticos antes y ahora mi cuerpo necesitaba comer algo más salado.
Cuando estaban en mi boca seguía con dudas de si debería o no comerme aquello no fuera a sentarme mal. Las bolitas estaban calientes ya que durante horas les había dado el sol y esto no ayudó a la hora de encontrarles el gusto y de tragar. Podía beber agua caliente sin problemas ya que estaba acostumbrado a tomarla del botellín los días de verano cuando entrenaba y realmente no me importaba que estuviera como una sopa. Algunos corredores no soportan beber así el agua pero ese no era mi caso. El agua es agua y su principal función es hidratar.
Pero comer era diferente, no es que sea muy exquisito a la hora de ingerir alimentos en una carrera de resistencia, pero comer mientras corres una especie de bolitas gomosas de miga de pan caliente con queso derretido y con un fuerte olor a fiambre caliente no es que se tratase de ningún producto delicatessen. Así que me comí todo lo que buenamente pude aprovechar del sándwich y continué corriendo mientras rezaba por que no me sentase mal. Al rato llegué a otro avituallamiento y bebí bien para facilitar la digestión a mi estómago y así poder olvidarme por completo del asunto.
Quedaban unos 12 Km y la organización de la carrera había guardado el tramo más técnico para el final que estaba repleto de subidas y de bajadas consistentes a un buen número de montes. La gente que iba al límite de sus fuerzas este tramo lo iba a pasar mal pensé. Había un par de cuestas que tenías que caminar unos cuantos metros ya que prácticamente no se podía correr.
Estaba ya algo cansado porque los cambios de ritmo no son lo mío, pero estaba disfrutando en la medida de lo posible de la carrera. Tenía la cara cubierta del polvo de los caminos y de la sal que se había secado de mi propio sudor. Cuando acabaron las cuestas solamente quedaban unos cuantos kilómetros sin desnivel para finalizar. No tenía ni idea de que puesto podía ocupar en la clasificación (tampoco me importaba mucho), las gacelas ya habrían acabado la prueba hacía rato. Pero todo el mundo tiene sus expectativas y como era lógico yo también y me preguntaba como se reflejaría mi actuación en la clasificación.
Justo cuando pensaba esto me pasó un corredor. ¿De donde había salido? Me pregunté. Su ritmo era demasiado fuerte para haber ido detrás mío en la carrera a no ser que hubiera tenido algún problema. Tenía buena zancada y su técnica de carrera no era mala, además se le veía fresco al correr. Estaba confuso ya que hacía rato que nadie me adelantaba y yo tampoco alcanzaba a nadie. Al principio me fastidió que me pasara, ya que apenas quedaban dos kilómetros para terminar. Así que tenía dos opciones:
Correr más rápido e intentar rebasarlo (cosa que dudo porque físicamente lo veía muy entero) entrando en un pique innecesario solo por subir una posición que desconocía.
Dejarlo pasar sin más sin luchar y sin entrar en una pelea.
Pues bien mi opción fue la segunda. No es que no tuviera energías para pelear unos cuantos kilómetros más porque las tenía, ni que tampoco me amedrentase por plantar cara a alguien más rápido que yo aun sabiendo que lo más probable era que yo perdiese. Eso era indiferente.
Por alguna razón ese corredor había ido más despacio que yo durante la mayor parte de la prueba y casi al finalizar encontró las fuerzas necesarias para incrementar su ritmo de manera considerable como para poder haber quedado de los diez mejores clasificados si desde el comienzo de la carrera hubiera mantenido ese ritmo.
Es innegable que después de correr 48 Km y te adelantan cuando solamente quedan 2 Km es algo molesto, pero el deporte es así. Me imagino que le pasará lo mismo a un ciclista que corre el Tour de Francia y que después de llevar 100 Km en solitario le adelanta otro ciclista justo antes de llegar a la meta. No es culpa de nadie y estas cosas deben suceder sin mas importancia. Lo único que queda tocado temporalmente es la moral del perjudicado, pero como digo estas cosas suceden sin más y forman parte de las carreras.
Aparte no era mi guerra, de que me iba a servir apretar el ritmo de carrera si no me jugaba nada. Muchas veces en las carreras los competidores corren por encima de sus posibilidades o entran en piques con otros corredores forzándose en exceso para luego pagar un alto precio. Si algo he aprendido con el tiempo en las carreras de ultra distancias es que cada uno debe llevar su propio ritmo, saber cuales son sus limitaciones y que la verdadera pelea debe ser con uno mismo.
No tenía que enfadarme con nadie porque me adelantasen, así que lo deje pasar sin incrementar un ápice mi ritmo. Otro día la situación se tornaría distinta y ya veríamos que sucedería. El último kilómetro se me hizo ameno porque era cuestión de tiempo llegar a la meta. Al acercarme podía escuchar el sonido de la megafonía por lo que cada vez faltaba menos. La gente que había sobre todo eran familiares de corredores que venían a apoyarlos y animaban. Al doblar una curva pude ver la moqueta roja que llegaba hasta la línea de meta. Al pisarla después de haber corrido 50 Km por el monte era como pisar una nube y el cuerpo avanzaba sin apenas esfuerzo.
Crucé la meta y por la megafonía dijeron mi nombre lo que siempre me resulta extraño de oír. Tomé un par de bebidas isotónicas para rehidratarme y comí algo de comida sólida también para reponerme mientras andaba un poco. Luego fui a los vestuarios, me di una gratificante ducha que terminó por relajar del todo mi cuerpo y me fui a casa. A los días salió la clasificación de la carrera, quedé en el puesto 18 con un tiempo de 4 horas 50 minutos y 42 segundos, de los 101 corredores que consiguieron finalizarla en el tiempo establecido. No estaba mal para mi ritmo de tractor.