298-MI UNIVERSO. ADIOS AL GIMNASIO

SE ACABARON LAS COMODIDADES

El mes de septiembre de 2024 me tenían que pasar el recibo anual del gimnasio y no lo hicieron. No tenia prisa ya ese mes hacía buen tiempo y aun se podía correr en la calle con ropa de verano. Pasado un tiempo me llegó un correo que me avisó para que me pasara por la recepción del gimnasio para renovar el contrato, pero no lo hice.

Estaba ya cansado de correr en la cinta, parecía un hámster y necesitaba desconectar. Llevaba ya tiempo pensando de esa manera por lo que aproveché la ocasión. Me había acomodado en exceso al gimnasio y quería cortar ese vínculo durante un tiempo. Se suponía que los meses en los que hacía frío o los días en que llovía podía entrenar bien. Pero eso lo podía seguir haciendo y utilizaría más la cinta que tenía en casa.

Además objetivamente no aprovechaba del todo el gimnasio. Las semanas en las que tenía a Mara no podía ir ya que desde el Covid habían quitado la ludoteca. Las semanas en las que no estaba con Mara iba bastante. También el mes de vacaciones tampoco podía ir puesto que estábamos en el pueblo. Así que con todo eso podía decir que solo aprovechaba la mitad de la inscripción. Aun así el gimnasio era económico si pagaba anualmente.

Lo que pasaba era que no era lo mismo entrenar en la calle que hacerlo en el gimnasio. La intensidad era diferente. La cinta en la que corría era de la marca BH, modelo LK 6600, de uso profesional y con unas buenas prestaciones. Pero no se podía comparar con correr en la calle. La fatiga y la tensión a la que se somete la musculatura de correr en un lugar y en otro son diferentes. La cinta estaba bien para momentos puntuales pero no era para hacerlo de continuo. Pagando anualmente el gimnasio sentía que tenía que ir casi por obligación y eso no me gustaba.

Estaba ya saturado de ver series y películas. Cada vez que iba tenía que ver algo para distraerme ya que correr de esa manera resultaba un ejercicio bastante monótono. Devoraba cualquier cosa que me entretuviese por lo que siempre que acudía al gimnasio tenía que llevar el teléfono con la batería cargada y los auriculares.

Llevaba ya varios años yendo al mismo gimnasio ya que lo tenía relativamente cerca de casa. Cuando Mara era pequeña utilizaba la ludoteca lo cual era perfecto para los dos. Mi hija estaba entretenida y quería ir todos los día. Yo aprovechaba también y así pude preparar varias carreras. Pero después de la pandemia del año 2020 cambiaron muchas cosas. Cerraron la ludoteca, muchas clases dirigidas también las suprimieron y ya no había mucha variedad.

El gimnasio era bastante grande y tenía muchas máquinas para desarrollar la musculatura. También tenía muchas bicicletas estáticas, elípticas y cintas de correr. Casi me atrevo a decir que demasiadas, ya que la gente no las utilizaba mucho y preferían las máquinas de musculación. Pero para mí era perfecto puesto que nunca tenía que esperar para usar las cintas de correr.

Lo que si que me gustaba hacer era un circuito de barras en los que se podía hacer calistenia. Se me daba bien y cuando lo hacía la gente me observaba. Pero no podía abusar ya que si lo hacía pronto me salían ampollas en la palma de la mano. El resto de máquinas de muscular no las utilizaba ya que prefería ejercitarme en casa con mis mancuernas. Así que la mayoría de las veces que iba era solo para correr y después ducharme. Otro aliciente que tenía el gimnasio era que también iba mi amigo Adolfo, pero apenas nos veíamos. Cada uno llevábamos nuestros horarios por lo que era difícil coincidir.

Todos estos pros y contras influyeron. Además coincidió que el mes de septiembre inicié una política de recortes de gastos innecesarios que yo mismo me impuse. Quería ahorrar dinero y tuve que hacer varios cambios.

El primero que hice fue cambiarme de compañía de teléfono. No tenía ningún problema con la que estaba, pero el verano en el pueblo no tenía cobertura. Yo podía estar perfectamente así durante un mes, pero a Mara se le hacía cuesta arriba. Necesitaba cobertura ya que si no pronto se aburría. Al cambiar a otra compañía solucionaba el problema y además me ahorraba un tercio de la factura así que me cambié.

Después le tocó el turno a la tarifa de la luz ya que tenía una por la que pagaba de más. Al seguro del coche también hubo que meterle mano ya que me lo quisieron subir. Todos fueron pequeños ajustes necesarios para seguir ahorrando. Y así le llegó el turno al gimnasio, no me hacía falta. Podía seguir entrenando igual sin que me afectara. Era hora de pasar página, suponía un gasto innecesario que tenía que cortar.