294-MI UNIVERSO. LA PISTA
UNA MAÑANA DIFERENTE
Javier Sanmartín Soler


El día 26 de abril de 2024 había quedado con Adolfo en una pista de atletismo. Aprovechando que iba a hacer algo allí yo iba a aprovechar para correr por la pista. Era una buena forma de probarme y ver qué tal se me daba correr allí. La pista era de tartán y amortiguaba más que el asfalto. Habíamos quedado a las 08:30 h en un bar cercano a la pista. Cuando llegué Adolfo ya estaba terminando de desayunar. Hablamos un poco y luego nos acercamos a las instalaciones deportivas.
El día estaba nublado y no hacía calor. Me cambié de ropa en el vestuario y me puse un pantalón corto, una camiseta térmica de manga larga, un cortavientos fino, una gorra y las zapatillas. Para esta superficie iba a correr con unas zapatillas Adidas que usaba para correr en la cinta del gimnasio. Las zapatillas Asics con las que corría normalmente tenían tacos y no eran las más adecuadas para correr en una pista.
La temperatura máxima que iba a haber a medio día iba a estar entre 14 y 16 grados. Como soy algo friolero preferí abrigarme. Lamentablemente cuando me cambiaba observé que se me había olvidado coger otra camiseta de manga corta por si hacía calor. Así que estaba obligado a correr abrigado. Después me puse vaselina en las zonas susceptibles de sufrir rozaduras y salí a correr.
Cuando estuve preparado Adolfo me dijo que la tendría que compartir la pista con un colegio que la había alquilado. Me pareció bien, así me distraería. Habló con uno de los profesores y quedamos en que yo iba a correr por la calle más exterior de la pista. Antes de empezar Adolfo me dejó un reloj con GPS para saber las vueltas que iba a dar. La idea era correr 4 horas. Por la tarde trabajaba y no tenía más tiempo. Empecé a correr a las 09:05 h. Con hacer 40 km me conformaba, pero había que ver como avanzaba la prueba.
Era pronto, había poca gente y solo estaban haciendo series un par de chicos. En veinte minutos terminaron. Al rato empezaron a venir los alumnos del colegio con profesores. Llegaron bastantes cerca de 200. Las edades de los niños oscilaban entre los 5 y los 12 años. Los profesores los organizaron por grupos y empezaron a correr. Cada uno corría acorde a su edad y los mayores eran los que más vueltas dieron. Yo me distraía viéndolos pasar. Alguno de los mayores me adelantaba y los pequeños daba gusto verlos correr. Se esforzaban cada uno a su manera.
En la primera hora corrí rápido, casi a 13 Km/h. Sabía que eso no iba a durar y bajé el ritmo. Se podía entrenar bien porque estaba nublado pero el sol salía con fuerza de vez en cuando. También hacía algo de aire. Cuando ya llevaba un rato corriendo los niños más mayores ya me empezaban a preguntar porque corría tanto y cuantas vueltas llevaba. Tenían curiosidad porque veían que no paraba. Pasó el tiempo y comenzaba a sentirme observado.
Adolfo se acercó a ver cómo iba y luego se marchó ya que tenía un descanso. Como corría por la calle de afuera cada vez que pasaba cerca de las gradas podía escuchar comentarios. Al rato todos se fueron a almorzar mientras yo seguía a lo mío. Al hacer 21 Km empecé a beber agua. Ya me iba acercando a las 2 horas y llevaba ya una media maratón. Estaba satisfecho por cómo iban las cosas pero empezaba a tener algo de calor. Pensé que si seguía apretando el sol me tendría que quitar el cortavientos pero por el momento aguantaba.
Cuando llevaba 25 kilómetros regresó el colegio. Pero esta vez había niños más pequeños que tenían 3 y 4 años. Además vinieron los niños de antes, más profesores y padres. Ahora había unas 300 personas entre niños y adultos. Cuando me volvieron a ver los niños me preguntaron que cuantas vueltas llevaba y les dije que no lo sabía. Tenía que hacer cálculos. Iban a correr los niños más pequeños y lo fueron preparando todo. Corrieron unos 50 metros y era un espectáculo verlos. Eran adorables y amenizaron mi carrera.
A las 3 horas ya empezaba a estar cansado y la frescura que tenía al principio ya había desaparecido. Mi ritmo había bajado aunque el que llevaba no estaba mal. Tenía fatiga pero por suerte el sol se había vuelto a ocultar entre las nubes y me concedió una tregua. Me tomé una galleta de avena para tener algo más de energía. Cada vez que pasaba por las gradas inevitablemente la gente se fijaba en mi y no pasaba desapercibido. Yo miraba al suelo o al horizonte concentrado en mi carrera, intentando no llamar la atención.
Pero ya era tarde. Los niños ya me saludaban y me aplaudían cuando pasaba por la meta. También me fijé que algún adulto sacaba su teléfono para hacerme alguna foto o grabarme. Yo seguí a lo mío. Llevaba una botella de agua de 1´5 litros para beber y antes de terminarla me acerqué a una fuente que estaba cerca de la pista. Allí me interceptó una madre para decirme que le parecía increíble lo que podía correr. Yo no supe bien que decirle porque me pilló de improviso así que le di las gracias por el cumplido y seguí corriendo.
Los kilómetros 35 al 38 se me atragantaron y me costaron hacerlos. Tenía algo de calor y las piernas ya las notaba cansadas. Pero era algo normal y entraba dentro de la lógica. Sin embargo al llegar al kilómetro 40 todo cambió. Fui consciente de que ya llevaba 100 vueltas a la pista y eso me alegró. Los niños acabaron de correr y poco a poco se marcharon de las instalaciones. Se lo habían pasado bien. Los padres también se fueron satisfechos al haber visto a sus hijos.
Los últimos 30 minutos tuve la pista para mi solo. Ahora ya avanzaba algo menos. Primero llegué al kilómetro 42 y luego al 44. Con llegar a esa cifra ya me podía dar por satisfecho. Había entrenado bien. Pero me quedaban unos minutos hasta el límite que yo mismo me había impuesto. Por lo que decidí agotar el tiempo y correr hasta las 4 horas. Al final cuando paré había hecho 45,2 Km o lo que era lo mismo 113 vueltas. Al terminar cogí mis cosas y me fui al vestuario para darme una buena ducha. Al quitarme la camiseta térmica me sentí aliviado.
La ducha me recuperó bastante pero notaba que tenía la tensión baja por el esfuerzo. Me cambié y me fui a buscar a Adolfo para devolverle su reloj. Ya iba con el tiempo justo por lo que cuando lo encontré hablamos poco. Tenía que ir andando a buscar el coche y durante el trayecto estuve pensando. Cuando llegué a casa recogí la ropa sucia y preparé algo de comida para comer en el trabajo. Me fui caminando para estirar las piernas, el trayecto era corto. Al llegar comí y me relajé deseando que la tarde fuese tranquila. Había aprovechado la mañana al máximo.