292-MI UNIVERSO. LA GUERRA CON EL BANCO

SE ACABO EL NEGOCIO

Javier Sanmartín Soler

El mes de diciembre de 2023 fue un buen mes, no hacía excesivo frío y el mes anterior había sido caluroso. Aunque no te podías fiar puesto que por las mañanas la temperatura era baja. Por suerte ya tenía coche y las motos no las cogía tanto por el frío. Se acercaba la navidad y eran fechas para estar con la familia y los amigos. Económicamente era un mes bueno ya que cobraba la paga extra y otros incentivos del trabajo. Pero también había que tener cuidado con los gastos relacionados con las estas fechas. Vamos la misma mierda de siempre. La hormiga tenía que seguir siendo hormiga y hacer acopio de víveres para hacer frente al duro invierno. No me podía relajar.

Desde hacía un tiempo a finales de año intentaba reunir dinero para luego quitarme algo de la hipoteca. No era mucho pero a base de pequeños gestos como ese esperaba quitarme años de seguir atado al banco. Ya tenía una edad en la que ya se habían aprovechado bastante de mi y ya no estaba dispuesto a seguir pagando intereses durante más años. Me había cansado. En cuanto a ahorrar mi situación no era mala pero tampoco podía hacerlo para luego invertir en lo que quisiera. Por eso tenía que hacer algo y mi primer paso era quitarme la hipoteca lo antes posible.

El detonante fueron los dos seguros que tenía vinculados con el préstamo hipotecario. Uno era del hogar y el otro era de vida. Los pagaba mensualmente y cada vez que veía el extracto me cabreaba. Eran abusivos ya que pagaba más del doble de lo que tenía que pagar. Al verlos me descomponía y alteraban mi paz interior. Sentía como el banco me tenía cogido y no podía hacer nada más que resignarme. Así que por eso decidí revertir esa situación. Era un experto en organizarme y sabía hacerlo bien. Solo tenía que ver cómo podía meterle mano al problema y me puse a hacer cuentas.

La hipoteca media en España en el año 2023 estaba entre 130.000 y 150.000 euros y la cuota mensual rondaba los 600 euros. Por suerte yo debía bastante menos aunque mi cuota mensual era parecida. Cuando finalizase el préstamo habría pagado un tercio de lo que me había dejado el banco en intereses. Luego estaban los seguros que con lo que iba a pagar bien podía pagar otra moto.

Además ahora ya no podía ahorrar tanto ya que la inflación era elevada y habían subido el precio de casi todas las cosas. Pero a finales de cada año me juntaba con un pequeño remanente de dinero. Si cogía ese exceso y lo metía en el banco podía reducir mi deuda casi a la mitad. Tenía que hacer eso durante cinco o seis años y ya no tendría deudas. En principio la hipoteca que solicité era de veinte años pero si seguía mi plan en diez o en once años la liquidaría. De momento llevaba casi cinco años y ya había pagado la mitad. La cosa no iba mal y estaba esperando cobrar la paga extra para darle otro empujón.

Además este año había recogido el dinero de las indemnizaciones de los siniestros causados por la lluvia el mes de julio por lo que eso también iba a ayudar. Había sacrificado un coche más nuevo por otro que no lo era tanto pero de esta forma había ahorrado más. Por eso a finales de mes en cuanto cobrase la paga extraordinaria mi intención era ir al banco, pagar religiosamente y seguir con mi plan.

También tenía que contar con comprar los regalos de navidad y que en enero empezarían las rebajas de ropa. Teniendo en cuenta todo eso debía de disponer del suficiente dinero y no pillarme los dedos con gastos imprevistos. Mi intención era que al cumplir los cinco años del inicio de la hipoteca había liquidado el 60% de la duda. El resto (el 40%) lo tenía que hacer los próximos años. Solo quedaban dos meses para febrero de 2024 y los plazos los estaba cumpliendo.

Mi planificación era buena y la clave era no vivir por encima de mis posibilidades. No le daba excesiva importancia al dinero y compraba lo que necesitaba. Me gustaban muchas cosas pero también sabía ser paciente y esperar para comprarlas cuando estaban bien de precio. Pero también tenía que hacer mis esfuerzos y renunciar a cosas. Lo que sí tenía claro era que no iba a pedir más dinero al banco. Podía ir y me darían un préstamo para comprarme cualquier chorrada que quisiera, pero si hacía eso les vendía mi alma. Era lo que querían, pero ya no comulgaba con sus ideas y solo quería terminar de pagar mi deuda

La batalla iba a ser larga y se iba a prolongar en el tiempo. Hiciese lo que hiciese el banco no iba a perder dinero. Y lo único que podía hacer era terminar ese sufrimiento lo antes posible para luego recuperarme. Era simple: tenía que hacer otro esfuerzo prolongado.