283-MI UNIVERSO. SER FELIZ

ENTORNO SEGURO Y CONTROLADO

Javier Sanmartín Soler

Apenas me sobraba tiempo al final del día puesto que siempre encontraba alguna ocupación. Pero en general me gustaba la vida que llevaba. A muchos sitios iba estresado puesto tenía que compatibilizar trabajo y responsabilidades. Pero también en esa ecuación existía tiempo para el ocio en forma de deporte. Abarcar todo de una forma tan intensa como lo hacía no era fácil. Aun así yo lo intentaba.

Estaba acostumbrado a sacarme las castañas del fuego sin recibir apenas ayuda ya que me organizaba bastante bien. Era un ritmo frenético e imparable que siempre avanzaba hacia delante y que nunca estaba parado. Podía hacer más o menos cosas en un día, pero siempre hacía algo.

Las decisiones importantes las pensaba y luego cuando corría las volvía a consultar ya que mi cabeza funcionaba bien así y mis pensamientos eran más claros. Era capaz de afrontar y de solucionar cualquier problema.

Pero también existía el estrés y la presión que cualquier persona de mediana edad tiene que soportar. Por suerte yo contaba con hacer ejercicio lo que me permitía aguantar mejor y poder estar relajado y concentrado. El ejercicio me aportaba fuerza, seguridad y autocontrol. También tener trabajo me permitía estar tranquilo en cuanto a la estabilidad económica que puede tener una familia. Eso es importante. Tenía un sueldo normal pero como no gastaba en exceso podía vivir bien con Mara.

En cuanto a lo material tenía demasiadas cosas y era consciente de ello. Podía vivir con poco y ya lo había hecho antes, pero ahora eran tiempos de vacas gordas y no me importaba estar así. Me lo había ganado y no tenía que sentirme culpable. Pero tampoco me sobraba puesto que de vez en cuando tenía que hacer esfuerzos para ahorrar. Por suerte pronto me recuperaba.

Las semanas que estaba con ella dormía mejor siguiendo sus horarios. Las semanas que no la tenía podía me organizaba peor. Una semana era intensa y la otra aburrida. Pero los días que no la tenía los intentaba aprovechar. La echaba mucho de menos pero no tenía que renunciar a ese tiempo. Era algo mío y no lo desperdiciaba auto compadeciéndome.

Mara cuando estaba conmigo estaba bien atendida, vivía sin sobresaltos y sus necesidades estaban cubiertas. Para mi eso era lo más importante de todo. Era el epicentro de mi vida y le intentaba dar toda la paz y tranquilidad que podía. Mi idea era que cuando se iba de casa siempre quisiera volver y que se encontrase cómoda. En invierno pasábamos más tiempo en casa y a ella le gustaba disfrutar de las comodidades. Con el buen tiempo salíamos más a la calle. A los dos nos gustaba ir al cine y ver películas.

Salir a correr cada día era para mí algo de obligado cumplimiento. Era un compromiso que yo mismo me había impuesto y lo hacía de buena gana. Me relajaba y era mi momento del día. Mientras entrenaba mi cabeza organizaba los pensamientos y sin darme cuenta eliminaba el estrés que acumulaba. Todas las inquietudes y las preocupaciones se hacían más pequeñas y llevaderas.

Pero salir a correr también me permitía disfrutar de cosas sencillas. Ver amanecer, atardecer, correr bajo la lluvia, escuchar música (o el silencio), sentir el calor, el aire, etc... no necesitaba mucho más. No anhelaba una vida mejor. De hecho huía de cualquier tipo de protagonismo o de estar en el centro de cualquier foco mediático e intentaba pasar desapercibido. Lo que tenía era lo que amaba y lo aceptaba. Mi familia y mi círculo de amigos era pequeño pero para mí era suficiente. Me conformaba con vivir en el entorno sencillo, seguro y sin problemas que yo mismo había creado.