28-MARATON DE BENASQUE
UN MARATON POR LA MONTAÑA
Javier Sanmartín Soler


El viernes 10 de Junio de 2022 a las 17 h fui a casa de mi amigo Adolfo, habíamos quedado para subir a Benasque ya que el sábado 11 corría yo un maratón de montaña. Adolfo conducía así yo podía descansar. Hacía mucho calor y el coche marcaba 35º C en el exterior. El viaje nos costó tres horas y al aparcar fuimos derechos a retirar el dorsal. Había bastante gente en la calle puesto que además del maratón había otras dos distancias de 28 Km y 19 Km en las que se podía participar. El total era de 1500 inscritos, más las familias y amigos que acompañaban. Vamos que iba a haber un montón de gente. Después fuimos al hotel para instalarnos y dejar las cosas.
A las 22 h cenamos unas hamburguesas, unas patatas bravas y nos tomamos unas cervezas. A las 23 h ya estábamos en el hotel y mientras Adolfo se duchaba yo ya me preparé las cosas para el día siguiente. Pusimos la televisión un rato y sobre las 00:30 h me acosté.
Sobre las 07:15 h sonó el despertador desayuné cereales de maíz con leche, un plátano y dos bollos con pepitas de chocolate. Después me vestí con un pantalón corto, una camiseta, zapatillas y gorra. No necesitaba mucho más. A las 07:40 h bajamos a la calle y a las 08:00 h empezaba la carrera, pero antes había que pasar un control de material. Fuimos bien de tiempo puesto que el hotel estaba al lado de la salida de la carrera.
Cuando ya había accedido a la zona de carrera vino mi amiga Elena a saludarme puesto que ella a las 09:30 h corría la carrera de 19 Km. Me alegré de verla y nos hicimos una foto. Después de eso estuve esperando unos cinco minutos a que dieran la salida. Se me hicieron largos.
Para la carrera iba a utilizar una mochila con el material obligatorio que la organización de la carrera exigía a cada corredor. En ella llevaba una bolsa de hidratación de 1,5 litros, una manta térmica, un cortavientos de manga larga, un silbato, un vaso reutilizable, un teléfono móvil y comida. Pero además también llevaba por mi cuenta crema solar, gafas de sol, 2 geles energéticos, una botella de medio litro, esparadrapo, una venda, vaselina para las rozaduras, mi DNI, una tarjeta de crédito y 10 euros.
Para la distancia del maratón había 652 inscritos. La gente iba vestida en plan profesional y super equipada. Yo llevaba un reloj con pulsómetro y GPS pero no pensaba encenderlo ya que solo necesitaba saber la hora. Además el 90% de los corredores llevaban bastones para subir dos picos que había en el recorrido. Yo me los había dejado en Zaragoza pero por el perfil de la carrera sabía que no me harían mucha falta o eso pensaba.
La gente iba super equipada y por unos momentos me sentí como un pelo en la sopa, pensé que ese no era mi sitio. Adolfo me vigilaba desde cerca mientras hacía fotos y grababa algún video con su teléfono. Yo estaba tranquilo en ese aspecto porque sabía que si necesitaba cualquier cosa el me ayudaría. Por lo demás estaba algo inquieto puesto que no había entrenado nada específicamente para correr en la montaña y la carrera era exigente. Vale que corría todos los días pero no sabía si con eso sería suficiente para hacerlo bien. Me estaba empezando a agobiar yo solo pero por suerte comenzó la prueba.
Empecé a trotar y pensé que sería factible terminar. Había corrido otras carreras con mayor dificultad y esta no dejaba de ser un maratón. No tenía que presionarme. Hacía un día agradable y la temperatura era buena por lo que intentaría disfrutar. El perfil de la carrera no era muy complicado y constaba de dos subidas y dos bajadas. Había que subir dos picos, el primero era pronunciado y el segundo era más largo y prolongado. El desnivel acumulado era de 2600 m.
Había empezado a correr y pronto empecé a pasar gente. Quería aprovechar el fresco de la mañana puesto que con el sol y el transcurso de la carrera llegarían las dificultades. Los primeros kilómetros fueron en pista y se podía correr aunque despacio. Pero en cuanto empezamos a subir hacia la montaña por senderos la gente iba andando. Comenzaron a sacar los bastones y solo se podía caminar unos detrás de otros. Esto ralentizaba la carrera pero no se podía hacer otra cosa, había que resignarse. Había comenzado bastante atrás y tenía muchos corredores delante que me frenaban. Era inevitable, pero la carrera acababa de comenzar y ya tendría tiempo para encontrar más espacio. Mientras andaba hacía acopio de energía y observaba el paisaje.
Llegamos al Km 8 en el que estaba el primer avituallamiento, me costó llegar 1 hora y 20 minutos. Aproveché y llené de agua la botella de 0,5 litros que ya casi había terminado y cogí dos puñados de frutos secos. Apenas perdí tiempo y continué. Ahora tocaba una subida prolongada hasta llegar al primer pico. Saqué mi teléfono y escribí a Adolfo para contarle como estaba y por donde iba. Después de eso saqué la crema solar y sin dejar de andar me la fui poniendo. Quería subir pronto ya que el sol empezaría a molestar.
La subida era fuerte y no se podía correr. Llevaba un buen paso e iba adelantando a otros corredores. El paisaje era agradable, todo estaba verde y se respiraba bien. Los últimos 100 metros hasta terminar la subida había que hacerlo casi a gatas porque estaba bastante inclinado y costaba avanzar. Al llegar a la cima del pico miré hacía abajo para ver el valle y las vistas eran impresionantes. Tomé algo de aire y me puse a correr puesto que ahora tocaba bajar. Había que bajar unos kilómetros hasta el siguiente avituallamiento. Físicamente me encontraba bien y aunque las bajadas no eran mi fuerte no paré. Todo pasaba más rápido y disfrutaba.
En el segundo avituallamiento pude ver a Adolfo y le dije que estaba bien. Comí varias naranjas que estaban cortadas y rellené otra vez la botella pequeña de agua que había ido gastando. La mochila en la que llevaba 1´5 litros de agua no la había necesitado por el momento. Hasta el siguiente avituallamiento había varios kilómetros pero también eran cuesta abajo por lo que los hice rápido. Ya empezaba a tener molestias en los pies y pronto llevaría 21 Km que era la mitad de la prueba, eso me consolaba. Tenía que aguantar como lo había hecho hasta ahora con la salvedad de que el segundo pico era un poco más alto y después la bajada sería más pronunciada. Pero la idea era ir poco a poco. Los objetivos eran ir de avituallamiento en avituallamiento.
Las vistas eran impresionantes, estaba rodeado de paz y de tranquilidad que solo se interrumpía por los corredores. Pero la gente ya empezaba a estar cansada y hablaban poco. La frescura del comienzo se terminó y ahora las cosas se ponían serias. La prueba era dura y había que estar bien preparado. Yo no lo estaba puesto que no había entrenado los desniveles ni las bajadas pero llevaba muchas horas acumuladas corriendo por lo que pensaba terminar. La pena era de que como iba un poco justo tenía que estar concentrado en lo que hacía y no podía distraerme para disfrutar de las vistas como me hubiese gustado hacerlo.
Al llegar al avituallamiento previo al inicio del segundo pico recuerdo que hablé con Adolfo. Me dijo que comiese algo pero no quise. Ahora tocaba sufrir y pensé que no sería buena idea hacerlo con demasiada comida en el estómago. Además el sol ya apretaba con fuerza y no iba a ayudar. Lo más sensato era comer algo después de haber llegado a la cima. Pero antes de proseguir llené la botella pequeña de Coca Cola puesto que ya sentía la necesidad de tomar algo más que agua.
A las cuatro horas de carrera me tomé un gel, no me gustaban pero sabía cuando tenía que hacerlo para poder mantener mi energía. Al rato me puse más crema solar. Empezamos a subir por una pista forestal en la que se podía trotar. Pero poco a poco el ascenso se volvió más prolongado. Finalmente solo se podía andar ya que había que ahorrar esfuerzos. Iba adelantando posiciones ya que subir no se me daba mal y era constante.
Al llegar a un prado me gustó pasar cerca de un rebaño de vacas ya que estaban tranquilamente pastando. Unas estaban tumbadas y otras en pie. Miraban extrañadas como pasábamos en procesión. El sol ya era contundente y no perdonaba así que no descuidé la hidratación. Iba bebiendo pequeños sorbos de agua de la bolsa de la mochila que llevaba a la espalda. Además mojaba la gorra en cuanto veía un riachuelo, un salto de agua o una pequeña corriente para tener la cabeza fresca.
En el primer pico había corrido unos metros pisando la nieve y ahora la situación era distinta. Empezamos ascendiendo una pista con tierra suelta y piedras, luego un verde prado, después una zona donde la vegetación estaba seca y finalmente el suelo se llenó de piedras de color oscuro.
En la zona seca estábamos en plena ascensión al pico y no había ninguna sombra. Era complicado caminar y la gente que se encontraba cansada ya se paraba a descansar. Yo no lo hice y continué mi marcha. Después vino el tramo final donde se ascendía al pico y había piedras sueltas. No era muy complicado eran unos 800 metros pero había que ir con cuidado ya que las fuerzas fallaban y la gente se resbalaba. Era el punto de mayor intensidad de la carrera.
Pero al llegar arriba todo merecía la pena y el cansancio enseguida desaparecía. Las vistas eran increíbles y el calor que había al ascender la cumbre cambió a una corriente de viento fresca y pura. Era un lugar especial puesto que desde ahí se podían divisar un gran valle de color verde repleto de montañas. Estar en un sitio así te hacía sentir pequeño e insignificante pero también te aportaba paz y tranquilidad. Al mirar arriba el sol brillaba con fuerza y se podía ver alguna nube. El contraste de las montañas con el cielo, los colores... hacían que el lugar fuese hermoso.
Descansé unos diez segundos mientras contemplaba las vistas e intenté retener la imagen en mi mente. Merecía la pena todo el esfuerzo que había hecho solo por esos pocos segundos. Después empecé a correr otra vez cuesta abajo. Era consciente de que muchos corredores me iban a adelantar en la bajada así que no perdí más tiempo. La bajada era fuerte y lo hice sin parar pero a mi ritmo. Pronto empezaron a pasarme corredores pero yo seguía a lo mío. Mis pies estaban doloridos y no iba tan bien, Muscularmente no tenía problemas pero me molestaba la parte delantera de los pies. La zona de los dedos y de las uñas. En cada zancada en la bajada tenía que frenar con los dedos y al dolerme esa zona no me permitía bajar con mayor velocidad. Eso lo tenía que haber entrenado y era consciente del problema. Aún así y pese a las dificultades intenté disfrutar.
Lo bueno de coronar el segundo pico era que ya no habría más tramos complicados de subida en lo que quedaba de carrera. Lo malo era que hasta el final había unos 10 Km prácticamente de bajada. Traté de ser positivo y continué con calma. Cuando vi a Adolfo en otro avituallamiento ya había bajado el tramo más difícil. Me habían alcanzado unos cincuenta corredores. Como era consciente de mi limitación no me entretuvo y seguí a mi ritmo. En los avituallamiento adelantaba yo a otros corredores ya que apenas perdía tiempo. A las seis horas de carrera el sol y la deshidratación ya empezaban a aparecer. Por suerte había tramos que se corrían a la sombra de los árboles y eso me daba una tregua.
Antes de llegar a otro avituallamiento, tiré el agua de la bolsa de hidratación que llevaba en la mochila a mi espalda. Ya no la iba a necesitar. Había corrido 36 Km con ese peso y por suerte apenas la había utilizado. Era como un seguro por si acaso... pero a varios avituallamientos de la meta y con el cansancio que llevaba acumulado tenía que empezar a soltar lastre. Toda la carrera me había abastecido de líquidos con la botella de hidratación de 0,5 litros que llevaba en la parte delantera de la mochila. Y de la misma manera iba a terminar.
Quedaban aún unos seis kilómetros hasta la meta y sabía que me iban a costar, pero continué sin parar. Las rectas y las bajadas las hacía trotando y si había algún repecho lo hacía corriendo. Cuando llegué a Cerler estaba tan ensimismado en mis pensamientos que ni siquiera vi a Adolfo y me tuvo que llamar. Estaba llegando a un punto en que el calor ya me afectaba, los pies me dolían, estaba cansado y debido al tiempo transcurrido ya no disfrutaba. Estaba claro que ya no tenía la frescura del principio de la carrera pero eso era algo normal. Ahora quedaban menos de 4 Km y aunque estaba ya con la reserva encendida tenía el convencimiento de que iba a terminar.
A un kilometro de meta había gente que se quejaba de la distancia puesto que al final de la carrera en sus relojes inteligentes salían un par de kilómetros más y al final corríamos 44 o 45 Km. A mi eso no me importó, yo ya estaba fundido.
Antes de llegar a Benasque había que hacer un rodeo por la ladera de una montaña en zig zag que se me hizo largo. Apenas podía correr y trotaba despacio. Miré el reloj, quería llegar a la meta en 7 horas y 30 minutos pero poco a poco vi que iba a tardar algo más. Cada vez se oía más alta la música que estaba en la meta pero no podía hacer mucho ya que estaba espeso. Al entrar en el pueblo solo había que correr unos 400 metros más. Crucé un par de calles, hice varios giros a la derecha y a la izquierda y por fin pude ver la recta de meta. Antes de entrar en los últimos 50 metros pude ver a Adolfo y hablé con él unos segundos.
Entré en la meta con 7 horas y 43 minutos y noté como la tensión la tenía por los suelos. Me senté debajo de una carpa en una silla blanca de plástico y noté el calor. La gente comía pasta pero yo no tenía hambre. Bebí una cerveza mientras llamaba con el teléfono a Adolfo para que se acercase. Cuando llegó nos tomamos otra cerveza. Tuve que estar un rato sentado para recuperarme. Mas tarde Elena me dejó que me duchase en su habitación puesto que ella se quedaba un día más con sus compañeros de equipo. Se lo agradecí en el alma puesto que hacer esto hizo que me recuperase mucho antes.
Cuando terminé bajé a una cafetería y sobre las 18 h regresamos a Zaragoza. A las 20 h llamé por teléfono a mi hija para ver como estaba. Conducía Adolfo yo estaba cansado y el viaje se me hizo algo pesado. A las 21 h llegamos a casa. Adolfo aparcó el coche en el garaje, nos despedimos y se marchó en su moto. Subí a casa y puse una lavadora con la ropa sucia, preparé la cené y en cuanto pude me fui derecho a la cama ya que solo quería descansar.
Al día siguiente miré los resultados de la carrera. Habían finalizado 458 corredores de los 652 inscritos. Por lo que unos 200 participantes se retiraron o no se habían presentado. El ganador de la carrera hizo un tiempo de 5 horas y 6 minutos y el último en llegar tardó 11 horas y 28 minutos. Como mi tiempo fue mediocre llegué a la meta en el puesto 206 y en la clasificación por categorías de 40 a 49 años fui el 95 de 203. Había corrido cada kilómetro a 11 minutos y el ritmo fue de 5,44 Km a la hora.
No estaba del todo satisfecho con lo que había hecho ya que entrenaba todos los días. Pero tampoco podía pedir más puesto que no había preparado nada correr en la montaña. Era sencillo de entender, tenía una buena base pero correr un maratón de montaña requería un entrenamiento más específico que yo no había realizado. Pero también podían haber salido muchas cosas mal, así que no me podía quejar. Salí bien parado y eso era lo importante.