278-MI UNIVERSO. LA NOSTALGIA

UNA PEQUEÑA MIRADA ATRAS

Javier Sanmartín Soler

Con la edad cada vez sentía más nostalgia. Creo que todo empezó antes de los 40 años. No tenía complejos ni pasé ninguna crisis, pero cada vez me gustaban más las cosas que me recordaban a mi infancia. Cualquier cosa que me hiciese soñar y me devolviera a esa época me servía. Cuando era pequeño me gustaban cosas que por aquellos momentos me eran inaccesibles. Las dos cosas que más deseaba eran tener un perro y una moto.

También me gustaban otras cosas pero esas ya eran secundarias. El perro y la moto los tenía metidos entre ceja y ceja, las quería tener cuando fuera mayor y me tuve que resignar. En esos momento no tenía poder adquisivo y mi opinión no era importante. Pero todo era cuestión de paciencia y perseverar. Cuando crecí pude tener prácticamente todo lo que quería y pocas cosas se me resistieron. Las pocas cosas que no he tenido ya han sido porque ya no me interesaban y yo mismo he desechado. Son cosas que pertenecen a la infancia y han quedado ahí.

De adulto las cosas son distintas. Las cosas sencillas de poco valor que me recordaban el pasado son las que más llamaban mi atención. De pequeño me gustaba la música y como cualquier adolescente de los años 90 tenía un radio cassette con el que escuchaba cintas o canciones que ponían en las emisoras de radio. Por suerte conservaba alguna radio y cintas de música que aún podía escuchar. Las había oído innumerables veces pero aún las volvía a escuchar de vez en cuando. Me gustaba, era especial volver a escuchar una cinta en un radio cassette. Tenía varios cintas originales que eran de grupos como Bon Jovi y Def Leppard. En la actualidad ya no se podía escuchar la música en ese formato.

Además de eso también tenía otra joya del pasado que era una colección de las películas de Rocky en VHS. Me encantaban esas películas. Me había pasado la infancia viendo películas de Sylvester Stallone y de Arnold Schwarzenegger. Además mi cuarto estuvo decorado con varios carteles de sus películas. Terminator, Rambo, Comando, Conan, Encarcelado, Acorralado, etc... películas de acción.

Pero ahora también me fijaba en vehículos antiguos. Pero no me servían todos solo me gustaban los que me traían recuerdos o me eran familiares, vamos los que de pequeño había visto. Los que eran demasiado antiguos o no sentía ninguna conexión no me gustaban. Con las motos me pasaba lo mismo ya que me empecé a interesarme por ellas a los 14 años. Si eran anteriores a 1990 ya no me atraían.

Igual sucedía con los libros, guardaba una pequeña colección de unos treinta del autor Stephen King. La tenía desde hacía unos veinte años y la mayoría de ellos no los había llegado a leer. Lo tenía apuntado en mis tareas pendientes pero de momento no encontraba tiempo para hacerlo.

También me gustaba comprar juguetes de construcción de tipo Lego (aunque los de mi época se llamaban Tente) para montarlos con Mara. Era una distracción en invierno para los meses de frío que no salíamos tanto de casa. Era como hacer puzles ya que tardábamos varios días en montarlos. Los compraba de tamaño medio y tenía barcos, coches, helicópteros, una lanzadera espacial, vehículos de obras, militares, de policía, etc... Mara seguía las instrucciones y los montaba. Yo me encargaba de facilitarle las piezas y supervisar la construcción. Se nos daba bien y hacíamos un buen equipo.

Las películas y las series eran otra cosa que me gustaba ver. Muchas se basaban en otras de los años 80 y los 90. Trataban de éxitos antiguos que modernizaban. Sobre todo veía series de comedia y las películas de acción.

Pero no solo yo sentía nostalgia, todas las personas que iban haciéndose mayores en algún momento dado tenían esa sensación. Tarde o temprano le pasaba a todo el mundo. Además a nivel económico era una fórmula que funcionaba y resultaba bastante lucrativa. Los recuerdos proporcionaban un gran negocio y desde hacía tiempo esto se explotaba. Lo que de pequeño no se podía permitir un niño de mayor sí que lo podía hacer puesto que era adulto y tenía poder adquisitivo.

Siempre había una generación esperando para comprar cosas que les devolviesen un poco a su infancia. Por suerte si uno no era excesivamente caprichoso o sibarita la mayoría de las cosas se podían comprar puesto que no eran caras y tenían más valor sentimental que otra cosa.