274-MI UNIVERSO. ACABAR CON LA RACHA

A PUNTO DE TERMINAR LA AVENTURA

Javier Sanmartín Soler

El día 23 de febrero de 2023 tuve que recoger a Mara del colegio porque no se encontraba bien. Tenía malestar y había vomitado el desayuno. Cuando llegamos a casa comprobé que no tenía fiebre y se quedó en la cama. Estuvo viendo la tele y después se quedó dormida un par de horas. Le sentó bien la siesta pero no tuvo apetito en todo el día. Por la noche cenó una manzana y durmió como un tronco. Al día siguiente no fue al colegio para que se recuperase bien y ya empezó a comer. El viernes ya estaba recuperada y volvió al colegio.

El lunes 27 yo ya me levanté con algo de malestar y no desayuné. Había dejado a Mara en el colegio y cuando regresé a casa me metí en la cama. A medio día tuve que llamar al trabajo ya que entraba de tarde para decir que no me encontraba bien. Sabía lo que me pasaba puesto que casi siempre ocurría lo mismo. Después de que se iba Mara de casa mi cuerpo se relajaba y si había estado ella mala el siguiente en caer era yo. Esta vez se trataba de un virus que se contagiaban los niños en el colegio. También había que sumarle el frío que hizo esas semanas. Los síntomas más comunes eran los vómitos y la diarrea (vamos la alegría que todos los padres temen con sus hijos) Por suerte no era muy grave y los niños se curaban pronto pero era muy contagioso y lo normal era que los niños se lo pegasen a los adultos.

Como ya sabía la dinámica del virus puesto que no era la primera vez que me ocurría mi forma de actuar fue la siguiente: descansar y no beber ni comer. Así que hasta las 18 h estuve metido en la cama. Seguía teniendo malestar pero no llegaba a tener fiebre. Como no metí más alimentos en mi cuerpo pude controlar las ganas de vomitar. A media tarde seguía con molestias pero probé a correr en la cinta. No quería dejar de correr y menos acabar mi racha de esa manera. Si dejaba de hacerlo sería por algo importante y no por un virus.

Llevaba en mente poder correr una hora y luego ya no haría nada más de ejercicio en todo el día. Me quité el pijama y me puse la ropa de correr, estaba destemplado. Me puse los auriculares y una serie en el teléfono para distraerme mientras empecé a correr. Comencé con una velocidad de 11 Km/h y la inclinación al 1% que era lo habitual. Pero pronto noté que mi cuerpo no lo podía soportar por lo que tuve que bajar la velocidad hasta los 10 Km/h. Al poco rato me di cuenta de que no podría correr mucho tiempo ya que apenas tenía fuerzas.

Mi cuerpo estaba luchando con el virus y yo además le quería exigir un poco más. Cuando llevaba un cuarto de hora corriendo y apenas 2,7 Km legué a la conclusión de que a los 3 Km de bajaría. No estaba disfrutando y si seguía así no acabaría bien. Pensé que aunque fuera poco ya había cumplido. Era mejor dejarlo, recuperarme y volver a correr. Así que cuando en el marcador vi que marcaba los 3 Km en un tiempo de 19 minutos bajé de la cinta. No había sudado nada y estaba sin energía. Me volví aponer el pijama y me metía a la cama. Me dormí sumido en mis pensamientos y al despertar ya era de noche. Decidí tomar una manzana para cenar puesto que llevaba 24 h sin beber ni comer. Como había dormido bastante durante el día me acosté sobre las 01:00 h.

El día siguiente era 28 y me encontraba mejor, desayuné y pude hacer mi rutina de ejercicios. Después me fui al gimnasio para poder probar correr en la cinta. Era el último día del mes que podía correr. Si todo hubiese ido bien hubiese acabado febrero con 600 Km. Pero como el día anterior había estado malo no lo iba a conseguir. Para lograrlo tenía que correr 40 Km y tampoco estaba recuperado del todo. Era consciente de ese detalle pero para mi correr es más una diversión que no una obligación.

No quise forzar y cuando llevaba 20 Km me di por satisfecho, estaba muy bien en comparación con el día anterior. Después tenía el tiempo justo para ducharme, comer en casa y luego ir a trabajar. Me faltaron 20 Km más pero estaba contento porque ya estaba recuperado. Al día siguiente corrí 43 Km para vengarme, aunque esos kilómetros contaban ya para el mes de marzo.

Habían pasado 423 días desde que había comenzado con la aventura de correr sin descansar y casi lo había dejado. Me sentía afortunado y valoraba tener buena salud puesto que hay muchas personas que no la tienen. Mi racha seguía intacta y continuaba. Había esquivado la primera bala. No sabía hasta cuando la podría mantener pero de momento avanzaba haciendo lo que me gustaba y sobre todo disfrutaba.