272-MI UNIVERSO. NUNCA PARAR
SIEMPRE HAY QUE ESTAR EN MOVIMIENTO
Javier Sanmartín Soler


Alguna vez había oído la expresión: “no se puede ganar contra algo que nunca deja de luchar” y creo que tiene mucha lógica. No solo se trata de ser fuerte o ser el mejor, sino de ser constante. Ser terco como una mula y seguir una causa también ayuda. Hay que tener personalidad y plantarte ante las cosas que consideramos que no están bien. Se trata de conseguir que nuestro entorno sea favorable o de intentar cambiarlo sino es bueno.
No es sencillo pero los grandes cambios empiezan por cosas pequeñas. Muchas personas protestan y se quejan puesto que son infelices, pero tampoco hacen nada para remediar esa situación. Al final se autoconvencen de que las cosas son así, se resignan y dejan de luchar. Aceptan la realidad en la que viven aunque no estén a gusto y acaban frustrados. Todo eso supone un freno personal y una continua amargura.
Aunque no todos son así y hay personas que se atreven a cambiar ese entorno para buscar algo mejor. Una vida puede cambiar en cuestión de días, horas o minutos por acontecimientos inesperados con los que no contamos. Esto puede ser para bien o para mal nunca se sabe. Por eso es bueno estar alerta y no acomodarse en exceso puesto que no sabemos cuándo puede ocurrir algo que ponga nuestra vida “patas arriba”. Por eso es mejor ser precavido y estar preparado para cuando llegue el momento.
Lo normal es que tras un acontecimiento traumático o una situación delicada las personas quieran dar un giro a sus vidas para recuperar el control. En mi caso había tardado unos años pero ahora vivía sin apenas sobresaltos. Lo mío me había costado. Nadie me imponía obligaciones ni horarios que no fuesen los que yo ya tenía. Quería hacer muchas cosas a la vez y había días que casi no daba abasto. Me faltaban horas y siempre estaba ocupado.
Raro era el día que no hacía nada pero si un día estaba saturado bajaba el listón y no pasaba nada. El nivel de autoexigencia que me imponía era bastante alto. Todos los días hacía ejercicio y atendía mis obligaciones. Aunque fuera poco todos los días aportaba algo y no dejaba que las tareas se estancasen o acumulasen. Siempre estaba haciendo algo puesto que rebosaba vitalidad y energía.
La idea era avanzar y nunca estar parado. No me gustaba perder el tiempo puesto que no me sobraba e intentaba aprovecharlo. Tenía bastantes frentes abiertos y debía organizarme bien si quería llegar a todo. Era bastante previsor y planificaba lo que podía. Intentaba no distraerme en exceso para poder abarcar lo máximo posible. Cuantas más cosas tenía que hacer mejor me organizaba. Todo esto se traducía en que al final conseguía lo que me proponía y era feliz.
Pero de vez en cuando aparecía algo nuevo que intentaba desestabilizar mi organización. La vida es así, aunque no me gustaban los imprevistos. Se rompía algo, surgía un problema, tenía que ir a comprar algo que no tenía, acudir a una reunión, cita, revisión...siempre surgía algo con lo que no contaba.
Normalmente me organizaba bien e intentaba no demorar mis obligaciones. Todos los días en casa limpiaba, recogía y ordenaba por poco que fuese. Un día compraba para tener la nevera en condiciones. Otro día limpiaba en profundidad y normalmente era cuando venía Mara. Me gustaba ser limpio pero tampoco era era algo maniático ni obsesivo. No tenía pereza para hacer las cosas de casa y si conocía a alguien me fijaba también en eso. Al final esos detalles revelan muchas cosas de la persona.
Intentaba abarcar todo lo que podía y a veces tenía tareas que posponer. En algunas ocasiones no llegaba a todo. Me gustaba escribir pero me quitaba bastante tiempo. Cuando lo hacía tenía que estar concentrado por lo que no podía hacerlo en cualquier sitio. Lo ideal era escribir un poco cada día, pero mentiría si dijese que lo hacía, muchos días no podía. Era frustrante puesto que tenía ganas e inspiración, pero me faltaba tiempo. Así que yo mismo era consciente de que avanzaba a paso de tortuga. Pero no hay que quejarse puesto que exprimía los días todo lo que podía. Siempre intentaba ver el lado positivo de las cosas.