266-MI UNIVERSO. UNA NUEVA ADQUISICION
EL RIESGO DE LAS SUBASTAS
Javier Sanmartín Soler


Al final el que la sigue la consigue. Continué con mi rutina y un día sin esperarlo surgió una oportunidad. Era lunes, 24 de octubre del 2022 y sin saberlo me esperaba un día intenso.
Por la mañana había dejado a Mara en el colegio. Me despedí de ella puesto que hasta la semana siguiente no la iba a ver más. Después me fui al gimnasio para correr 4 horas. Al terminar me duché y al salir ya iba con el tiempo justo ya que a las 14:30 h entraba a trabajar. Al volver a casa comí a toda prisa, me preparé la merienda y me fui a trabajar.
Para mi ir al trabajo suponía un descanso puesto que me servía para recuperarme. No era un trabajo intenso y lo único físico que hacía era andar. A mitad de tarde noté cansancio y me entró sueño, pero por suerte pronto se pasó. A las 22 h regresé a casa y pude hacer mi rutina de ejercicios. Después cené y me tumbé en el sofá para ver la tele. Cogí el teléfono para mirar cosas por internet y sin darme cuenta localicé una moto que vendían en una subasta.
Se trataba de una Cagiva W12 de 1994. Era una moto italiana de tipo trail-enduro, de 350 cc y 33 CV que tenía 22.000 Km. En su época era una buena moto y tenía componentes de calidad. Aparentemente su estado no era malo y en la descripción figuraba que tenía la ITV en vigor. Las motos de ese segmento seguían siendo muy parecidas por lo que conservaba su atractivo. Había que hacerle un repaso y actualizarla para volver a sacar todo su potencial. Además el comprador tenía que recogerla en un pueblo de Teruel que estaba a 160 Km de Zaragoza.
Se podía pujar desde España y desde el extranjero y quedaba poco tiempo para que la puja se cerrara. Las pujas fueron subiendo, pero aun así el precio era contenido. Si había algo de lo que entendía era de motos ya que llevaba muchos años interesado en ellas.
Sabía perfectamente los precios que tienen los modelos nuevos y los de segunda mano. Me mantuve a la espera observando y a 10 minutos para que finalizase decidí registrarme y participar. Solo quería probar suerte ya que pensé que el precio subiría mucho más por lo que pujé una sola vez.
Pero mi puja ganó la subasta para mi sorpresa. Al principio no me lo podía creer y luego pensé que me había metido en un lio, que seguro que me habían engañado. Más tarde pensé que había tirado el dinero y que la moto estaría peor de lo que pensaba. Por lo que dudé en si había hecho bien en comprarla.
Me fui a dormir ya que se me había hecho un poco tarde. Pero antes estuve pensando un momento lo que había hecho. Comprar una moto así no era la manera más lógica de hacerlo, era arriesgado. Te podía salir bien pero también podía salir mal. Había un 50% de posibilidades, las subastas son así. Yo asumí ese riesgo porque entendía de motos y el precio fue muy bajo. Hasta que no la recogiese y la viera en persona no sabría lo que había comprado. En el peor de los casos había pagado por un pisapapeles de 150 Kg. Pero de momento quería pensar que no había hecho mal o eso me decía mi intuición. Tenía que esperar para ver lo que me deparaba la suerte, era una apuesta. Cerré los ojos y me dormí.
A la mañana siguiente me puse en contacto con la persona que me iba a entregar la moto. Me comentó que la moto se encontraba en un taller, que arrancaba y que no estaba mal del todo. Oír eso me tranquilizó, pero tampoco me fiaba mucho. Después de hablar con él quedamos en que el viernes por la mañana me pasaría para recogerla.
Lo siguiente que pensé era que tendría que alquilar una furgoneta, pero antes de eso llamé al trabajo para pedirme fiesta para el viernes. Por la noche hablé con mi amigo Adolfo para contarle lo que había pasado y para mi sorpresa me dijo que él podía conseguir el remolque de su tío y que incluso me acompañaría con su coche ya que tenía el enganche para el remolque. Me alegró mucho que me acompañase y además solucioné el tema del transporte.
Así que el viernes Adolfo y yo fuimos a recoger la moto. Yo estaba algo nervioso por ver en que me había gastado el dinero y si había merecido la pena. A las 11 h llegamos al taller y apartada en un rincón se encontraba la moto. Se podía ver claramente que llevaba un tiempo olvidada y sin recibir atenciones. No estaba mal del todo pero tampoco se veía bien. Adolfo preguntó si la podía arrancar para escuchar como sonaba. Tras varios intentos la moto arrancó, eso significaba que el motor funcionaba. Eso era lo más importante, por lo demás se veían cosas que había que hacerle a la moto pero que eran secundarias. El mecánico nos dijo que la moto no estaba mal por el dinero que había costado. Después la cargamos en el remolque y por último nos entregaron la documentación.
Con la moto cargada en el remolque fuimos a almorzar a un polígono y luego regresamos a Zaragoza. A las 14 h llegamos y dejamos la moto en un taller para que le hicieran una revisión y una puesta a punto. Como no me corría prisa la moto estuvo unas semanas en el taller mientras que yo aproveché para cambiar la titularidad del vehículo en tráfico y sacaba un nuevo seguro. La revisión fue bien y solo hubo que hacerle pequeños ajustes. Después había que hacerle bastantes cosas pero de eso yo mismo me iba a encargar.
Al final la moto acabó dentro del trastero de mi garaje ya que tenía espacio. Además disponía de herramientas por lo que durante un tiempo lo usé como si fuese un taller. En lo que se refiere a la moto había que hacerle numerosas cosas que las tuve que apuntar y hacer una lista. Lo primero que hice fue limpiarla con productos específicos para eliminar la suciedad. Luego desmonté piezas que había que repasar o cambiar. Después quité el óxido de las llantas, de los colectores y de alguna pieza más. Retiré los vinilos estropeados que tenía el carenado. Mas adelante limpié, lijé y pinté el guardabarros delantero. Tapicé el asiento ya que la tela estaba rajada, arreglé la parte trasera de la zona del colín y compré los repuestos que necesitaba.
Hacer todo eso me llevó tiempo ya que lo hacía en horas que tenía libres. Cada día dedicaba algo de tiempo y esfuerzo en mejorar el aspecto de la moto. La idea era tenerla lista antes de que acabase el año. No quería que luciese perfecta como en un museo, eso no era lo que quería. Mi intención era que la moto pese a sus años se viese cuidada y que funcionase perfectamente. Con el tiempo la moto mejoró mucho su aspecto y había conseguido lo que me había propuesto. Estaba convencido de que si la vendía ganaría dinero pero de momento eso no era lo que quería.
Me había arriesgado bastante comprando una moto así, pero al final había salido todo bien. Supongo que tuve suerte y mi instinto no falló. Estaba bastante satisfecho y orgulloso del resultado y de momento solo quería disfrutar de la nueva adquisición.