262-MI UNIVERSO. LANA

SUPERAR LAS ESPECTATIVAS

Javier Sanmartín Soler

Desde que era pequeño siempre había querido tener un perro. Me gustaban los animales y en casa habíamos tenido alguna que otra mascota. De hecho, tuvimos un periquito que vivió 18 años. Sus colores eran intensos, verde, amarillo y negro. Su carácter era amistoso y sociable por lo que no fue difícil enseñarle a realizar varios trucos. Todos los días salía a volar y se posaba en la mano o en la cabeza. Además se dejaba dar besos en el lomo. Pienso que tuvo una buena vida.

Pasaron los años y seguía con la idea de tener perro, pero aún dependía de mis padres y vivía en su casa. El año 2005 me fui a trabajar a Mallorca y en cuanto tuve la oportunidad de vivir solo lo quise hacer. Me gustaban los perros grandes, en concreto los pastores alemanes pero para tener uno en un piso pensé que igual me iba a equivocar. Lo que estaba claro era que quería tener uno y ya había esperado mucho tiempo.

Pagar por tener un perro no me seducía y prefería adoptarlo, así que me informé de donde había una protectora de animales y fui allí para ver que encontraba. Vi bastantes perros pero ninguno me convencía. Había bastante variedad, pequeños, grandes, de pelo largo, corto... pero no me convencían. Entonces vi uno que destacaba sobre los demás, o eso pensé. Se podría decir que me cautivó nada más verlo.

Estaba en un espacio grande con otros perros. Era joven y ladraba sin que los demás perros le hiciesen caso. Resultaba divertido como quería llamar la atención sin conseguirlo. Al momento supe que era lo que quería. Era un cachorro precioso de raza “ Gos dátura” que apenas tenía tres meses. Era una bola de pelo que pesaría un par de kilos y sin pensarlo más dije que lo quería. Después hablé con la responsable para rellenar el papeleo y al marcharme también lo hice con un gatito que vi y me gustó. Era de color negro y de raza “Cartujo” y que cabía en la palma de mi mano. Al regresar a casa lo hice con un pack.

El perro era hembra y se llamó Lana porque su pelo era lanudo. El gato se llamó Nico porque el gato de una novia que había tenido se llamaba Nica. Los animales pronto se adaptaron a vivir en casa y a las comodidades. Eran pequeños y siempre estaban juntos. Se llevaban bien y para mí tenerlos era un aliciente para volver a casa después de trabajar. Los tres nos hacíamos compañía.

Cuando regresaba a casa aunque solo hubiese bajado al trastero Lana se alegraba tanto de verme que a veces se hacía pis de la emoción sin poder aguantarse. En casa no me dejaba ni un segundo y siempre que me duchaba me quería secar a lametazos. El gato era algo más independiente pero de vez en cuando el también buscaba atenciones. Además podía salir a correr con Lana puesto que estaba repleta de energía.

Cuando apenas tenía un año ya corría 21 Km y cuando yo estaba tirado en el suelo descansando ella aún quería que le tirase piedras para seguir jugando. Era incombustible y muy nerviosa pero también era dulce y cariñosa. Corría por caminos y a veces se me escapaba. Por lo que no tardé en ponerle un collar en el que estaba grabado su nombre y mi número de teléfono.

Una vez mientras corríamos se metió en un campo vallado que tenía ovejas y empezó a dar vueltas alrededor de ellas. Sin darse cuenta las ovejas habían formado un grupo compacto y ella las dirigía. Como pude entré en el terreno para buscarla y cuando la cogí su corazón latía con fuerza. La miré y estaba emocionada.

En invierno la llevaba a la playa de Alcudia y no paraba de correr. Se lo pasaba en grande y en cuanto me descuidaba se metía en el mar también a nadar. El problema era que al hacerlo también bebía agua salada.

Cuando salía a pasear todo el mundo quería tocarla y me decían cosas de ella puesto que llamaba la atención. Era un animal hermoso de talla media y pelo largo. Sus ojos eran negros al igual que su nariz. Era como un peluche que todos los niños querían tocar. Su carácter siempre era bueno y era más revoltoso el gato que ella. Se llevaba bien con otros perros pero algunas perras mayores le gruñían puesto que ella era más joven e impulsiva.

A los años regresé a Zaragoza y los animales lo hicieron conmigo, aunque se suponía que no podían salir de la isla según la protectora. Al tercer año el gato se murió por una infección. Lana ya era adulta y notó su ausencia un tiempo. En esos momentos yo vivía en pareja y ella siempre estaba atendida y acompañada. En pocas ocasiones estaba sola.

En el año 2012 nació Mara y nada más hacerlo le llevé la primera muda de ropa para que reconociese su olor. Más tarde recuerdo que le gustaba apoyar las patas en la cuna para ver a Mara. Cuando salía a la calle a pasear Lana iba atada al carro del bebé. Cuando Mara creció iba detrás de ella y esta la evitaba porque la agobiaba. Mara le gustaban los animales pero no controlaba su ímpetu. Lana estaba siempre con ella vigilándola, pero si Mara le achuchaba desaparecía. Pero conforme Mara creció Lana se despreocupó más puesto que vio que ya era autosuficiente.

En el 2015 estuve un par de años yendo y viniendo de Mallorca a Zaragoza y mis padres se ocuparon de ella ya que yo en ese momento no la podía atender como se merecía. Lana se adaptó perfectamente a estar con ellos y les dio cariño. Era muy conformada y apenas se la sentía en casa. Yo me quedé más tranquilo puesto que ella ya estaba mayor y así no se quedaba sola.

Cuando al fin pude regresar a Zaragoza era el año 2018 y Lana ya tenía 14 años. Ahora mis padres ya se habían hecho a vivir con ella. Si me la llevaba iba a estar más tiempo sola puesto que entre trabajar y correr me pasaba bastantes horas fuera de casa. No podía hacerle eso ahora, hubiese sido injusto. Pero por otro lado también sentía que me estaba aprovechando de mis padres puesto que Lana ahora tenía que volver a ser otra vez mi responsabilidad.

Afortunadamente mis padres siguieron cuidando a Lana por mí y fue pasando el tiempo. Cada vez que Mara y yo íbamos a casa nos salía a recibir y se ponía contenta. Pero ahora su hogar estaba con mis padres y si ella me lo hubiese podido decir me lo habría dicho. La conocía bien y sabía lo que quería.

De vez en cuando la sacaba y al regresar en el trayecto del ascensor a casa me agachaba para hablarle. Ella me miraba y de vez en cuando me chupaba la mano. Estaba mayor y notaba que la vitalidad que siempre había tenido la estaba perdiendo. Ahora ya era un perro tranquilo que disfrutaba de su vejez.

A los 15 años empezaron las revisiones a ser más frecuentes en el veterinario y hubo que operarla un par de veces. A los 16 años mis padres y yo ya estábamos preocupados por su avanzada edad y poco a poco nos fuimos mentalizando. Aún con todo, tenía un pelo brillante precioso y nadie le echaba los años que tenía.

El último verano que pasó en el pueblo ya le costaba andar y había que esperarla. A finales de septiembre y en cuestión de 10 días se fue apagando. Murió el 25 de septiembre y no llegó a cumplir los 17 años por unos meses. Nació el 13 de noviembre del año 2004 y murió el 25 de septiembre del año 2021.

Solo diré que la huella que dejó en mi será imborrable. Que fue el mejor perro que pude haber tenido y que superó con creces mis expectativas, Durante toda su vida me demostró un amor incondicional sin pedir nada a cambio. Siempre estaba ofreciendo su atención, cariño y compañía. Pronto se ganó un sitio en mi corazón y un hueco importante en la familia. Gracias a ella pude superar el peor momento anímico de mi vida, ella me cuidó y supo estar a la altura. Para mi fue un regalo y puso mucho color a mi existencia. Por todo eso y muchas más cosas fue un orgullo haber compartido parte de mi camino con ella.

Gracias a ella Mara adoraba los animales sobre todo los perros y quiso que tuviese otro pero yo no quería. Me gustaban, claro que sí, pero ahora no era el momento de tener otro. No quería un sustituto para Lana porque para mi ella es insustituible.