253-MI UNIVERSO. 300 KM

VOLUMEN IMPORTANTE

Javier Sanmartín Soler

Para poder hacer todos estos kilómetros en una semana dedicaba unas 27 horas exclusivas a correr. Era el equivalente a entrenar durante un día y tres horas seguidos. Tenía que hacer una media de un maratón al día y además en uno de esos días tenía que correr 5 kilómetros más para que saliesen las cuentas. No era sencillo, no podía hacerlo a menudo y tenía que planificarlo.

Si esa semana tenía a Mara me era imposible hacerlo por lo que siempre que lo intentaba era en la semana que no la tenía. Aquí el volumen de kilómetros que hacía ya era importante por lo que si quería acabar bien no podía dejar nada al azar. Además esos días tenía que cuidar al detalle la comida, el descanso y la recuperación.

No podía perder mucho tiempo en ir a comprar o hacer demasiadas tareas domésticas ya que me restaban tiempo. Tampoco podía quedar con nadie por los mismos motivos. Esa semana estaba dedicada casi en exclusiva a correr, estar en casa y descansar. Si hacía todo eso al final de la semana podía hacer 300 kilómetros.

La primera vez que los hice terminé en el parque grande de Zaragoza en las escaleras que suben al "batallador". Lo quise hacer con un final especial y terminé de correr junto a una estatua con unas vistas impresionantes. Cuando llegué a casa me tomé una Pepsi ya que mientras iba corriendo se me antojó tomarla para celebrar lo que había conseguido. Los siguientes días estaba muy contento de saber que podía correr 300 kilómetros en una semana.

Pero poder hacer algo así no es sencillo. Es una cantidad elevada de kilómetros y tenemos que estar ya muy familiarizados con correr. Este volumen de trabajo no lo aguantan muchas personas y también hay que entrenarlo. No se consigue de un día a otro. Para por lo menos intentarlo hay que estar pendiente de muchas cosas ya que el más pequeño error puede afectar al resultado.

Cada día que salía a correr previamente tenía que proteger las zonas del cuerpo que eran más susceptibles de sufrir rozaduras aplicando vaselina, Era algo necesario ya que durante esos días la aparición de una simple ampolla podía tirar por tierra todo el trabajo que había hecho por lo que era mejor prevenir su aparición.

Para poder hacer los 300 kilómetros necesitaba entrenar una media de entre 40 o 45 kilómetros diarios por lo que lo ideal era hacer un entrenamiento por la mañana, descansar y por la tarde hacer otro entrenamiento. Pero a veces tenía que improvisar y modificar las cosas.

Además conforme pasaban los días aparecía la fatiga sobre todo a mitad de semana por lo que había que prepararse mentalmente. Era como una especie de recordatorio que el cuerpo daba para avisar de que lo que hacía no era lo habitual. Aquí ya era donde tenía que prestar especial atención a la hidratación, la comida y la recuperación. Si todo lo hacía bien podía continuar sin problemas.

Alguna semana ya había sobrepasado la barrera de los 300 kilómetros y lo hacía con buenas sensaciones, por lo que tenía margen de mejora. Pero no quería excederme puesto que quería seguir corriendo todos los días. La semana siguiente bajaba el ritmo para recuperarme bien del esfuerzo realizado y todo volvía a la normalidad.

Pero no siempre que intentaba correr los 300 kilómetros a la semana lo podía hacer. A veces surgían compromisos o adversidades que no dependían solo de mí (como la climatología) y no lo podía hacer. Me quedaba cerca pero no llegaba. No pasaba nada, no era un fracaso. Había cosas que se escapaban de mi control y había que aceptarlo. Al final se trataba de entrenar, de estar entretenido y de sumar más kilómetros. Cuando lo lograba la satisfacción interior duraba varios días.