244-OTRA VEZ LAS PRIORIDADES
ESTA BIEN SABER CUALES SON
Javier Sanmartín Soler


Era importante establecer unas normas a seguir a la hora de entrenar. Correr no era lo más importante y mi familia estaba en la cúspide de mis necesidades. De hecho, estaba a años luz de cualquier otra necesidad. Por suerte mi círculo más próximo estaba bien y no necesitaba excesivas atenciones. Para mí Mara era mi mayor prioridad y si ella era feliz yo me daba por satisfecho.
Ella era un portento físico y con 10 años recién cumplidos medía 157 cm y pesaba 54 kilos. Era la más alta de su clase con diferencia. Algún compañero se le acercaba y le llegaba hasta la frente, pero otros solo le llegaban al pecho. Algunas de sus amigas pesaban un poco más que la mitad de ella y las podía coger en brazos sin dificultad. Llevaba ropa de la talla S de adulto y calzaba un 37.
Todo esto contribuía a que aparentase más años de los que tenía. La gente que no la conocía pensaba que era más mayor por su apariencia pero detrás de eso Mara era una niña a la que le gustaba jugar y divertirse. Era una buena estudiante, aplicada, se relacionaba con sus compañeros y se portaba bastante bien en casa. No me podía quejar y estaba orgulloso.
Para que Mara viviese relajada yo asumía todas las preocupaciones y lo hacía con gusto. Así ella solo se tenía que centrarse en su universo que poco a poco se iba haciendo más grande y complejo.
Que mi familia estuviese bien me aportaba paz y tranquilidad. Al tener esa necesidad cubierta podía centrarme en el siguiente escalón que era correr. Quería correr todos los días que pudiese ya que me gustaba. Era algo necesario y mi cuerpo ya se había habituado. Al hacer deporte estaba bien de peso y comía de todo. Mi alimentación era abundante y variada, pero no tenía mucho tiempo para cocinar o elaborar platos complejos.
Tampoco descuidaba el descanso y para mí también era importante. Si no descansaba lo suficiente afectaba a mi rendimiento. Durante el día intentaba estar activo y ocupado. Así al acabar me encontraba cansado y no tardaba mucho en dormirme. Intentaba no echarme siestas ya que me relajaban en exceso y luego me costaba activarme. Pero a veces si doblaba entrenamientos necesitaba descansar y no me iban mal para recuperarme. Cuando dormía con Mara me despertaba varias veces por la noche y comprobaba que estuviese bien tapada para que no tuviese frío. Hacer eso no afectaba a mi sueño puesto que pronto me volvía a dormir. Era una especie de alarma interna que solo se activaba con ella. Cuando no estaba con Mara dormía más tiempo seguido. En general descansaba bien y no me podía quejar.
Otra cosa importante para mí era el trabajo. Iba una semana de mañanas y otra semana de tardes. Además apenas perdía tiempo en los desplazamientos ya que estaba a un kilómetro y medio de mi casa. Me costaba llegar unos minutos y siempre que podía utilizaba la moto. El ambiente en el trabajo era bueno y algún día podía salir un poco antes.
En cuanto a los compromisos que podía tener intentaba adelantarme a ellos y tener todo planificado. Pero dejar todo atado era imposible y había cosas que no podía prever. Aún con todo siempre contaba con cierto margen de maniobra para poder terminar las tareas. La clave era organizarse y no dejar de hacer cosas.
No había mucho más. Llevaba una vida sencilla sin llamar la atención para pasar desapercibido y no ser el centro de nada. Mi mayor prioridad era Mara. Estaba creciendo y continuamente demandaba atención. Era espabilada y aprendía rápido. Era como un pequeño árbol que empezaba a crecer y yo era como una fijación que la sujetaba para que se pudiese desarrollar en las mejores condiciones.
Pero después de ella estaba yo. En mi caso con el tiempo me había vuelto más prudente y ya no era tan impulsivo, ahora meditaba las cosas varias veces. Al final era cuestión de calmarse y priorizar.