237-MI UNIVERSO. LOS CALCETINES
HACER UNA BUENA ELECCION
Javier Sanmartín Soler


Por lo general los calcetines son los grandes olvidados por cualquier corredor. Nos gastarnos el dinero en comprar unas buenas zapatillas y sin embargo a los calcetines no les damos la importancia que merecen. Por eso también hay que tenerlos en cuenta ya que de no hacerlo pueden aparecer problemas en nuestros pies, que pueden arruinar un entrenamiento o en el peor de los casos una carrera.
Los problemas que suelen aparecer en los pies en las carreras de largas distancias son las rozaduras que derivan en las temidas ampollas. Las ampollas aparecen cuando hay humedad que se crea con el calor que se genera dentro de la zapatilla y la fricción que el material del calcetín hace sobre el pie en cada zancada. Con unos calcetines mojados o que no traspiren bien será cuestión de tiempo o de kilómetros que aparezcan. Es por eso por lo que hay que tenerlo en cuenta.
Mis pies estaban acostumbrados a correr prácticamente a diario. Lo que significaba que ya no tenía que preocuparme de rozaduras, ampollas o heridas innecesarias. Para entrenar usaba calcetines normales de tipo tobillero puesto que no necesitaba mucho más. Pero cuando tenía que correr más tiempo con los calcetines habituales no era suficiente y debía usar unos calcetines más gruesos, además de usar vaselina para los dedos del pie. Para correr la Transgrancanaria tenía que utilizar unos calcetines más técnicos y que llevasen refuerzos, para evitar que con el paso de las horas mis pies se saturasen y aparecieran los citados problemas.
En la actualidad para la fabricación de los calcetines técnicos se utilizan materiales naturales y sintéticos que permiten que el pie respire y se mantenga fresco. También se busca que la forma encaje perfectamente con el pie, que evacúe rápidamente la humedad y que no lleven costuras. Hay que tratar de encontrar un equilibrio entre sujeción, transpirabilidad, ligereza, protección y comodidad que cada corredor debe valorar.
Los calcetines que iba a usar eran del fabricante Mund Socks diseñados para trail en cualquier época del año. Con un peso de 32 gr, estaban elaborados con doble capa, la interior de Coolmax 68% y la exterior de Lycra 8% y Poliamida 24%, rayados en la planta para evitar el desplazamiento durante su uso y con las costuras suaves. No eran malos los calcetines, el problema fue que yo me equivoqué en su elección.
Eran demasiado finos y no contaban con ningún refuerzo en los puntos clave. Todo esto se tradujo en que no amortiguaron lo suficiente y con el paso de la carrera mis pies se plantaron y dijeron basta. Habían aguantado miles de impactos en un terreno abrupto y al final tenía la sensación de que alguien me había golpeado con un palo en las plantas de los pies. Era doloroso y los últimos 40 kilómetros (que eran cuesta abajo) fueron lentos, ya no podía correr mucho más y solo podía caminar. El mero hecho de apoyar el pie me resultaba molesto. Quitando eso solo tenía sueño y cansancio acumulado. Tenía ganas de hacer más pero ya no podía, mis pies habían dicho basta.
El no haber entrenado las bajadas y no haber acertado con el tipo de calcetines lo pagué caro. Pese a todo al finalizar la carrera y revisar mis pies no tenía ninguna herida ni rozadura, lo cual me resultó sorprendente puesto que esperaba encontrarme algo.