235-MI UNIVERSO. VUELTA A LA NORMALIDAD
HAY QUE VOLVER A LA RUTINA
Javier Sanmartín Soler


Al día siguiente sonó el despertador a las 07:05 h. Había descansado bien pero al levantarme tenía molestias físicas. Desayuné escuchando la radio, recogí las cosas y cuando llegó la hora de irme me fui tranquilamente a trabajar. Me marché con tiempo puesto que tenía que subir andando tres plantas de escaleras para ir al vestuario y luego tenía que cambiarme. Cogí la moto del garaje, tenía un paseo de menos de 10 minutos para llegar. En mi cara aún se dibujaba una sonrisa solo de recordar lo que había vivido.
La mañana transcurrió sin novedades y conformé pasó me fui encontrando mejor. Al final podía andar sin excesivas molestias y nadie podía saber que estaba algo mermado. Aunque decidí que ese día me lo iba a tomar de descanso, pero el martes ya pensaba correr.
Al salir de trabajar regresé a casa y aproveché para descansar un poco más. Me eché la siesta cosa que era algo inusual, pero es que no tenía nada que hacer. Como decidí no entrenar ese día al final me sobraba tiempo.
A las 16:35 h salí de casa para recoger a Mara del colegio. Mara no sabía a donde había ido durante el fin de semana. Ni mucho menos que había corrido una carrera. Como le explicas a un niño/a de su edad que hay carreras larguísimas que duran varios días y se lleva al cuerpo hasta el límite. Los niños no tienen un concepto del todo claro del tiempo y de las distancias. Mara estaba empezando en el colegio con las multiplicaciones e iba por la tabla del 5 ¿Cómo iba a entender aquella locura? Aunque se lo iba a empezar a explicar para que supiera lo que hacía su padre. Mara solo me veía entrenar, no se paraba a pensar porque entrenaba tanto. Ella era feliz y mientras yo estaba en el gimnasio ella jugaba en la ludoteca con sus amigos.
Cada uno llevaba su ritmo y ella había empezado a hacer atletismo en el colegio. Quería hacer una actividad extraescolar puesto que la mayoría de sus compañeros hacían. Cuando yo era pequeño el deporte me enseñó a canalizar la energía y quería que Mara aprendiera lo mismo. La oferta escolar no era muy variada puesto que solo había tres cosas para elegir: fútbol, baloncesto y atletismo. Se decantó por el atletismo porque ni el futbol ni el baloncesto le gustaban. De momento ella iba contenta pero me tenía frito porque con la excusa del deporte solo quería llevar mallas para todo.
A las 17 h salió de clase. Me encantaba verla salir feliz del colegio. Mientras íbamos en el coche merendó y me contó todo lo que hizo la semana pasada. Como yo no iba a correr fuimos al centro comercial de al lado del gimnasio a dar una vuelta y comprar un libro de lectura. Mara había empezado una colección y cada vez que se leía uno yo le compraba el siguiente. Llevaba un buen ritmo y se leía alguno en menos de una semana. A mi no me importaba gastar el dinero en libros, casi lo prefería antes que en peluches puesto que tenía un montón.
A las 19:30 h la llevé a casa de sus abuelos y la dejé duchándose. Mientras yo fui a mi casa para dejar el coche y coger la moto puesto que dormíamos en casa de mis padres. Al día siguiente yo me iría a trabajar y mis padres llevarían a Mara al colegio. Cenamos a las 21 h y luego estuvimos viendo los dibujos hasta las 22 h dado que Mara se tenía que acostar. Nos lavamos los dientes y nos fuimos los dos a dormir.
Cuando se durmió Mara miré otra vez los resultados de la carrera para analizarlos con mayor detenimiento. Habían pasado ya casi dos días desde que finalicé la prueba y ya podía sacar alguna conclusión objetiva de lo que había pasado. Habían ocurrido muchas cosas, algunas buenas y otras en las que tenía que mejorar.
Con esto no quiero decir que no estuviese satisfecho con el resultado de la carrera puesto que lo estaba. Sentía orgullo de haberla terminado. Pero yo sabía que lo podía haber hecho mejor. Por eso era importancia ver los fallos, trabajar en ellos y mejorar.