232-MI UNIVERSO. LA MAÑANA DE LA CARRERA

DIVERTIRSE COMO NIÑOS

Javier Sanmartín Soler

Al día siguiente nos levantamos sobre las 9 h. Habíamos descansado bien. A las 10 h salimos sin prisas del apartamento para desayunar en una cafetería. Un bocadillo vegetal, zumo de naranja, café... estaba todo bueno. Luego nos acercamos a la playa paseando porque quería ver la salida de la prueba. Por la noche la carrera empezaba a las 23 h. Hacía un día de perros, estaba nublado, había algo de viento y existía la posibilidad de lluvia. El trayecto fue corto y no llegamos hasta la salida puesto que desde lejos se podía ver. Estaban con los preparativos. Regresamos para coger el coche y ver que podíamos hacer.

La idea principal era la de volar en avioneta puesto que Adolfo era piloto pero la tuvimos que descartar puesto que el tiempo no acompañaba. Hubiese sido una pasada poder ver las cosas desde arriba y hacerme una idea mejor de lo que me encontraría en la carrera, pero no pudo ser.

Estuvimos mirando que alternativas teníamos hasta la hora de comer. Podíamos hacer actividades que no requiriesen demasiado desgaste físico. Bucear tampoco estaba mal pero ocurría lo mismo, hacía mal día y requería algo de esfuerzo por lo que pronto la descartamos. No se nos ocurrían muchas cosas. Pero al final Adolfo pensó en ir a un circuito de karts. Sin pensarlo dos veces ya estábamos cogiendo el coche yendo camino del aeropuerto que era donde había visto uno.

Al salir de la ciudad y alejarnos el día se despejó. Hacía sol, soplaba el viento y se podía ir en manga corta. Cuando llegamos al circuito no había nadie, aunque pronto vinieron cinco personas más. La longitud del trazado era de 1´5 Km y el asfalto estaba bastante cuidado. Decidimos correr tres tandas en karts de 270 cc que alcanzaban unos 70 Km/h. No eran juguetes y había que correr con cuidado.

La primera tanda la corrimos 8 personas. Desde que salimos perdí a Adolfo, corría mucho. Los Karts eran rápidos, pero no eran los más rápidos del circuito puesto que había otros de casi 400 cc. Esos eran aún más peligrosos. Estos estaban bien y había que tener talento a la hora de conducirlos para no darte ningún susto. Cada piloto tenía que conducir hasta encontrar el punto en el que se encontrase cómodo y ver hasta donde podía llegar. Había gente que exprimía mejor los vehículos. Eso dependía de cada uno.

Al acabar la primera tanda te facilitaban los tiempos por vuelta y las velocidades a las que habías ido y te podías comparar con el resto de participantes. Fue divertido.

Entre sesión y sesión podías descansar y aprovechamos para tomar algo en la cafetería. Las siguientes tandas las corrimos solos. No había forma de alcanzar a Adolfo, aun haciendo trampas, pero a aun así los dos disfrutamos. Cada uno intentaba mejorar su tiempo y conforme pasaban las vueltas lo íbamos haciendo mejor. Los derrapes cada vez eran más controlados y las trazadas eran más efectivas. Al final mi mejor tiempo fue su peor y siempre me sacaba unos 5 o 6 segundos de diferencia por vuelta. Estuvimos conduciendo cerca de una hora con los descansos y al terminar notabas las piernas y los antebrazos con cierta sobrecarga puesto que había que hacer fuerza para controlar el kart y cada uno de nosotros lo dio todo.

Cuando terminamos nos montamos en el coche con una sonrisa de oreja a oreja y volvimos a Las Palmas para comer. Durante el camino llamé a mi hermano por teléfono para felicitar a mi sobrina Adriana puesto que era su 9º cumpleaños. Al llegar aparcamos el coche y nos fuimos a comer a un restaurante italiano al lado de la playa. Quería comer bien de pasta para que por la noche no me faltase energía. Cuando salimos del restaurante casi no podía caminar de lo que había comido. Incluso tuve que dejar algo de lo lleno que estaba. No tardamos en regresar al apartamento para que yo pudiese dormir una siesta. La idea era poder descansar todo lo que pudiese puesto que la carrera iba a empezar de noche y no sabía lo que tardaría en terminarla y dormir de nuevo. El plazo que daban para acabarla era de 30 h.

A duras penas me lavé los dientes, me puse el pijama, los tapones para dormir y me me metí dentro de la cama. Adolfo se quedó viendo la tele pero me dijo que se daría una vuelta. No tardé mucho en dormirme.