231-MI UNIVERSO. EL PRIMER DIA

LA TOMA DE CONTACTO

Javier Sanmartín Soler

En cuanto salimos del avión fuimos a recoger el coche de alquiler. Para ello tuvimos que recorrer el aeropuerto de punta a punta y luego salimos al exterior. Hacía sol (unos 19ºC), pero también soplaba el viento cosa que nos sorprendió. El viento era tan molesto como el de Zaragoza y si estabas un rato a la sombra aún hacía frío para ir solo en camiseta. Ya en el aparcamiento nos montamos en un Volkswagen Polo de color blanco seminuevo que estaba muy bien y nos fuimos a Las Palmas que era donde teníamos el alojamiento.

El trayecto era de unos 25 Km y teníamos que llegar al centro de la ciudad. Durante el camino el tiempo varió y el sol quedó oculto por las nubes. A nuestra llegada a la ciudad encontramos algo de tráfico. Aparcar estaba complicado por lo que dejamos el coche en un parking cercano para los próximos días y así evitamos problemas. Adolfo sacó un bono de tres días que te permitía entrar y salir con el coche todas las veces que quisieras.

Estábamos en el casco antiguo de la ciudad y teníamos la playa a 100 metros y a 200 metros los apartamentos. La zona era perfecta ya que teníamos de todo, comercios, bares, restaurantes, tiendas, farmacias, etc.… además la salida de la carrera se encontraba cerca.

Los meses de atrás ya había hablado con compañeros de trabajo que eran de aquí y me habían dicho que nuestro alojamiento eran unos apartamentos conocidos, bien ubicados y que no estaban mal. Los únicos inconvenientes eran que ya tenían sus años y que por la noche había algo de jaleo por la calle (vamos lo habitual en el centro de cualquier ciudad). Pero para lo que nosotros íbamos que no tendríamos problemas.

Solo esperaba que no estuviesen hechos polvo puesto que Adolfo era el que más tiempo iba a estar alojado. Él era todo terreno y en ese aspecto sabía que era flexible. Aun así rezaba porque no me hubiese equivocado en la elección.

Sobre las 14:30 h llegamos a los apartamentos Catalina Park. La primera impresión fue la esperada pero prefería no opinar hasta ver la habitación. A simple vista se veía que se trataba de un lugar con cierta solera pero que estaba cuidado. El recepcionista era algo peculiar. Tardamos unos diez minutos entre que nos registraron, preguntamos alguna cosa y nos dieron la llave de la habitación.

Al entrar todo era como esperábamos. La decoración ya se podía considerar “vintage”, había una cocina americana que daba a una habitación alargada que a la vez era salón y dormitorio. Las dimensiones eran suficientes para alojar a dos personas sin agobios. La cocina disponía de una pequeña nevera, microondas, fregadero, etc... El salón–dormitorio tenía un sofá frente a una televisión y en el otro extremo había dos camas pequeñas. Todo era sencillo y estaba bien. Las camas tenían las sábanas limpias y para dormir era suficiente. También disponíamos de un cuarto de baño viejo pero limpio y teníamos bastantes toallas.

Al final no nos pareció del todo mal, dejamos las cosas encima de cama y nos fuimos a comer ya que eran las 14:30 h. Estuvimos dando una vuelta por los alrededores y encontramos un sitio en el que había comida casera. Adolfo comió una especie de guiso de verduras y carne, pollo con patatas y de postre tomó arroz con leche. Mi elección fue unas lentejas, de segundo lomo con patatas y de postre una naranja. Después de comer Adolfo se tomó un café, seguimos explorando la zona y regresamos al apartamento.

A las 16:30 h fuimos a recoger el dorsal de la carrera. Se entregaban en un recinto municipal que albergaba exposiciones y congresos. Para eso teníamos que ir desde el norte al sur y recorrer en coche 60 Km. Llegamos pasadas las 17 h. Dentro del recinto había bastante gente y ya se respiraba el ambiente previo a una carrera. Yo solo quería coger el dorsal y marcharme de allí. Aún faltaba más de un día para la prueba y quería estar lo más tranquilo posible. La gente se hacía fotos, había numerosos expositores de material deportivo y tiendas improvisadas que vendían sus productos.

En cuanto me dieron el dorsal entregué una mochila para el último tramo de la carrera ya que la organización se encargaba de eso. Luego compramos unas zapatillas que estaban muy baratas. Se trataba de las “Brooks Cascadia” que solo costaban un tercio de su precio original. No comprarlas hubiese sido un pecado puesto que estaban regaladas. Después de eso nos fuimos.

De vuelta a Las Palmas paramos en un Mercadona para hacer una pequeña compra y tener algo de comida, fruta y agua en el apartamento. Como ya empezábamos a estar cansados del trasiego del día (sobre todo Adolfo que había dormido 4 horas y llevaba conduciendo unos 450 Km) decidimos salir solo a cenar y luego nos iríamos a descansar. Lo cierto es que estaba hecho un toro y si yo hubiese tenido que asumir el hecho de conducir seguro que hubiese afectado más. Él se pegó una paliza sin quejarse para que yo estuviese fresco como una lechuga. Cosa que le tenía que agradecer. Lo de dormir poco es habitual en él.

Cuando llegamos a Las Palmas cenamos unos bocadillos y unas cervezas en un bar y después a las 23 h nos recogimos para descansar. Adolfo se duchó, atendió el teléfono un rato y cuando se tumbó en la cama no tardó ni dos minutos en dormirse. Yo por otro lado estuve preparando algunas cosas, viendo la televisión y haciendo algo de tiempo hasta las 00:00 h que fue la hora de acostarme.