228-MI UNIVERSO. LAS DUDAS

CONTROLAR LOS NERVIOS

Javier Sanmartín Soler

A dos semanas de la carrera me notaba fuerte. Entrenaba casi todos los días, daba igual todo lo que tuviese que hacer o lo justo que fuese de tiempo, correr era prioritario. La semana que tenía a Mara entrenaba algo menos que la semana que no la tenía pero cualquiera de las semanas el volumen de kilómetros era considerable.

El último mes empecé a correr con una mochila con peso en la que metía 2,5 Kg para simular las condiciones de la carrera. Los primeros días tuve que tener cuidado por los roces para prevenir ampollas o heridas, cosa que no sucedió. Alternaba correr con la mochila día sí y día no para recuperarme. Pero lo cierto es que no me costó demasiado adaptarme y podía hacerlo sin problemas. Como podía soportar bien ese esfuerzo pensé en incrementar el peso de la mochila, pero lo descarté ya que con el poco tiempo que me quedaba no quería arriesgarme a tener algún tipo de sobrecarga.

También empecé a correr cuestas con una cierta pendiente. Esto disparaba mis pulsaciones y me obligaba a sudar incluso más. Al correr en el gimnasio ponía la cinta a la máxima pendiente pero notaba que la inclinación no era la suficiente para mí. Para compensarlo tenía que correr en la calle, salir de la ciudad y subir algún monte. Cuando hacía esto además aprovechaba para practicar con los bastones.

Pensaba que me faltaba tiempo para entrenar y a todo no llegaba, aun así físicamente me notaba mejor. Además cualquier día que entrenaba me recuperaba bien de los esfuerzos. Por eso notaba que mi fuerza-resistencia habían aumentado. Prueba de ello era que en el gimnasio había un circuito de barras a diferentes alturas y para hacerlo había que estar en buena forma. Pues después de correr en la cinta lo podía hacer entero sin problemas y después aún tenía energía para hacer unas cuantas dominadas antes de bajar al suelo.

Pero unas semanas antes de la carrera estaba lleno de dudas y empezaba a estar nervioso. No sabía si había entrenado lo suficiente, ya que no sabía con qué compararme. Tampoco había preparado ningún tipo de estrategia a la hora de afrontar la carrera, los bastones no sabía casi utilizarlos y en cuanto a la alimentación aún no sabía lo que iba a tomar...

Había entrenado mucho pero dudaba de que fuese a ser suficiente para todo lo que tenía que correr. En la carrera participarían muchos corredores y no todos la iban a terminar. Solo acabarla era algo impensable y cada vez que lo pensaba me atormentaban las dudas.

Tenía muchas deficiencias y no tenía experiencia en competiciones de alto nivel, pero a estas alturas no pensaba echarme atrás. Trabajaba, atendía a mi hija y tenía obligaciones. Mi vida era así y a mi manera era feliz, aunque muchos días fuese estresado para poder compatibilizar todo lo que hacía.

Ahora solo tenía que terminar de entrenar de la mejor manera posible, descansar los días previos a la competición para que mi cuerpo recuperase toda su energía y el día de la carrera dar una buena versión de mi mismo. No podía hacer mucho más.

Con respecto a las dudas que albergaba también las consideraba parte de lo habitual, corría sin presión (hasta cierto punto) y me jugaba todo a una sola carta. La presión estaba desde el momento que realicé la inscripción de la carrera. Si quería hacer las cosas algo bien tenía que tener algo de tensión.

Al final era consciente de donde me había metido y todo lo que había entrenado. La cuestión era si iba a estar a la altura de las circunstancias. Además al irse acercando la fecha la gente que me conocía estaba más encima de mi y eso también se influía.

No quería saber nada más y solo deseaba que llegase el día de la carrera pero para eso aún faltaba algo de tiempo, por lo que lo único que podía hacer era ser paciente e intentaba estar lo más tranquilo posible.