226-MI UNIVERSO. EL ULTIMO EXCESO
UN BUEN DIA PARA CORRER
Javier Sanmartín Soler


El domingo 23 de febrero era el último día que iba a entrenar bastante puesto que luego ya solo quedaban dos semanas para la carrera. Después de eso la idea era bajar el ritmo para hacer acopio de fuerzas y llegar recuperado.
Para esto contaba con la ayuda de Adolfo ya que le dije que necesitaba meterme un buen entrenamiento en el que hubiese cuestas. Además iba a estrenar las zapatillas y parte de la ropa que iba a utilizar en la carrera. También quería usar los bastones para seguir aprendiendo a utilizarlos.
Sobre las 10 h habíamos quedado en su casa. Me levanté con tiempo, desayuné, me puse la ropa de correr y bajé al garaje. En la calle hacía algo de fresco pero el cielo estaba despejado y el sol empezaba a calentar. Durante el trayecto la luz que entraba dentro del coche molestaba por lo que había que conducir con gafas. Tenía toda la pinta de que iba a ser un día caluroso.
Cuando llegué a casa de Adolfo este se estaba levantando. Me dijo que había dormido dos horas porque había trabajado de noche. Le dije que me podía ir solo a correr, pero me dijo que iba a acompañarme.
Desayunó, se vistió y cuando estuvo preparado salimos de casa. Fuimos al garaje para que cogiese la bicicleta. Le entregué para que me guardase una botella de agua y varias barritas energéticas para que no me molestasen al correr. Comprobó la presión de las ruedas y cuando todo estuvo bien salimos por la rampa del garaje.
Empecé corriendo con la chaqueta puesto que aún refrescaba. Eran casi las 11 h de la mañana y hacía buen día para hacer deporte. La idea era la de entrenar por un camino que conocía Adolfo en el que había cuestas. Empezamos yendo por asfalto, pero a los 10 minutos ya estábamos metidos por caminos. Subimos un par cuestas que me vinieron bien para practicar con los bastones pero al acabar la segunda cuesta el camino estaba cortado por un desprendimiento de tierra.
Así que tuvimos que dar media vuelta e ir por otro sitio. No había tantas cuestas, pero tampoco me importó. Estaba entrenando por el monte con mi amigo y estábamos disfrutando.
A mediodía ya hacía bastante calor por lo que tuve que quitarme la chaqueta. Al final llegamos hasta donde Adolfo quería llegar. Subimos a un alto en el que había unas ruinas. Desde allí se podía ver el recorrido del río Ebro además se divisaban varios pueblos. Con el día tan soleado que hacía las vistas eran estupendas.
Como íbamos bien de tiempo Adolfo me sugirió que podía seguir un camino que bajaba hasta unos campos y que él desde ahí me podía ver. Así practicaba con los bastones puesto que a la vuelta la subida tenía una buena pendiente. Acepté y así le dejé descansar un rato. Tardé unos 15 minutos en regresar y la verdad es que mereció la pena.
Cuando regresé me detuve y contemplamos las vistas, merecían la pena. Mientras lo hacíamos aproveché y me tomé una barrita. Luego bebí media botella de agua. Estuvimos unos minutos descansando. Eran las 13 h y había que regresar puesto que Adolfo había quedado por la tarde.
Durante la vuelta el sol ya pasaba factura y me costaba más correr. Pero ya no estábamos lejos de casa. Al final llegamos pasadas las 15 h y siendo prudentes hicimos 30 Km.
Cuando entramos por casa ya le estaba esperando su familia. Aproveché para saludarlos y me despedí de Adolfo. Habíamos entrenado bien y yo me fui a mi casa para comer.
Al llegar me duché, comí e intenté descansar un poco. Como no me pude dormir decidí ver un rato la tele mientras hacía la digestión. Así a las 17:30 h decidí salir otro rato a correr por el parque.
Esta vez el trayecto sería más corto y solo iba a ser de 2 h. ¿Cómo iba a desaprovechar el día tan bueno que hacía tumbado en el sofá?
Después de correr otros 21 Km ya me di por satisfecho y me podía tumbar a descansar. Había hecho un día estupendo y había conseguido terminado de entrenar lo que me había propuesto.
También había entrenado con las zapatillas y la ropa nueva. Todo había dado la talla y cumplía con mis expectativas. Los bastones también habían funcionado a la perfección y veía que me estaba adaptando.