222-MI UNIVERSO. UN DIA PECULIAR

LA PRUEBA DE ESFUERZO

Javier Sanmartín Soler

El día 17 de febrero era el día de mi cumpleaños. Cumplía 42 años y para mi era un día más. No me importaba celebrarlo ni necesitaba atenciones. Estaba contento y presentía que iba a ser un buen día. Por la mañana tenía que trabajar. Después por la tarde tenía que ir al cardiólogo para hacer una prueba de esfuerzo y luego quería correr en el gimnasio. Vamos que no me iba a aburrir.

Hacía ya tiempo que había planificado ir a que me viese un médico especialista en el corazón y que me dijese si todo estaba bien para poder seguir corriendo. Además habían pasado tres semanas desde que había hecho un entrenamiento intensivo y así podía ver si todo funcionaba como debía.

Al salir del trabajo me fui a casa y pude descansar un rato puesto que hasta las 17 h no tenía que ir a la consulta. Llegué un rato antes y tuve que esperar unos 40 minutos. Me disgustaba perder el tiempo puesto que no entendía que si te daban una cita tardasen tanto tiempo en atenderte. Al rato apareció el médico con una maleta por lo que deduje que venía de un viaje.

Cuando me llamaron pasé a una consulta donde estaba el médico y una enfermera. Había traído ropa de correr puesto que luego iba a entrenar. Pero no hizo falta, el médico me indicó que me subiese a una cinta que había en la habitación y me quitase la camiseta que llevaba. Así que me encontré encima de una cinta de correr bastante diferente en comparación con lo que solía utilizar en el gimnasio. Tenía una barandilla de madera lo que me hizo cuestionar que fuese indicada para un uso deportivo, parecía una cinta de andar para gente mayor. En fin...

En el pecho me colocaron electrodos y en el brazo derecho me pusieron un brazalete para medirme la presión sanguínea. Para empezar la prueba llevaba unos pantalones vaqueros y unas zapatillas de vestir. Vaya cuadro. Ya dudaba de que la prueba fuese como yo esperaba. Pero bueno yo solo quería que me dijesen que estaba todo bien. Pensé que si salía algo mal y no podía seguir entrenando iba a tirar por tierra todo lo que había conseguido.

El médico me explicó que la prueba iba a consistir en que él jugaría con la velocidad y la inclinación de la cinta para ver como respondía mi corazón al esfuerzo. Que durante la prueba el gestionaría los ritmos y me medirían varias veces la presión.

Comenzó la prueba y tragué saliva. Los primeros minutos resultaron bastante sencillos y mi corazón apenas se alteró. Además intenté concentrarme para que mis pulsaciones se mantuvieran bajas. Era incómodo correr con los pantalones vaqueros pero pensé que tampoco iba a ser una prueba excesivamente intensa. Después de diez minutos mi corazón seguía tranquilo y aguantaba bien los cambios de velocidad e inclinación. Había entrenado tanto que hacer eso me resultaba insultantemente sencillo. No se si podía considerar esto como una prueba de esfuerzo para mí.

Entonces me avisó que quedaba el último sprint de 200 m. La velocidad de la cinta aumentó, aunque la podía mantener y cuando más interesante se estaba poniendo la prueba finalizó. Al terminar me midieron la presión y a los minutos lo volvieron a hacer para ver como recuperaba. Estaba bien y mis pulsaciones bajaron enseguida. Después el médico me dijo que la prueba había salido bien. “Menos mal” pensé, “! con todo el entrenamiento que llevaba encima como para salir mal ¡”. Si no era capaz de superar eso es que no estaba haciendo las cosas bien.

Después me entregó unos papeles en los que salía una gráfica con los resultados luego me rellenó un certificado médico. Me despedí y salí de la consulta. Tenía la sensación de que había hecho una prueba que no era la más apropiada para mí. Además me hubiera gustado que me hubiesen hecho una ecografía para ver el estado del corazón. Según los resultados estaba todo bien y eso era lo que necesitaba saber. Lo que me penaba era no disponer de una información más exacta. Aquel lugar no era un centro deportivo sino un hospital privado. Si quería una prueba de esfuerzo más completa tenía que ir a otro sitio y la tenía que pagar. Había esperado bastante tiempo para hacerme la prueba y mis expectativas no se habían cumplido del todo.

Con una sensación extraña me subí en el coche y me fui a entrenar. Mientras corría en la cinta del gimnasio atendí el teléfono, hablé con Mara y cuando llevaba 25 Km me fui a duchar. Se me había hecho tarde y decidí que no iba a entrenar más en casa. De algo me tenía que servir que fuese mi cumpleaños. En la calle hacía frío y se me antojó darme una buena ducha con agua caliente antes de irme a casa. Estuve diez minutos a remojo y me sentó bien. Al llegar a casa cené y como estaba cansado me fui pronto a la cama.