215-MI UNIVERSO. DEDICACION Y ENTREGA
HAZ LO QUE TE GUSTA
Javier Sanmartín Soler


Existen muchas cosas en la vida que nos perdemos por culpa de las dudas, las vacilaciones, las inseguridades y sobre todo por la falta de determinación.
“La perseverancia con el tiempo derroca y destruye las mayores potestades, pues el tiempo es amigo y asistente de quienes usan su buen tino para aguardar su oportunidad, y enemigo destructivo para quienes avanzan a tientas y a locas”.
Plutarco.
La dedicación es la actitud de ser firme para alcanzar un objetivo. Suele utilizarse con respecto al tiempo y al esfuerzo que una persona consagra a una actividad. Es un ante logro donde la perseverancia va incluida para llegar a una meta definida. La dedicación también puede usarse como sinónimo de intensidad.
Por otro lado también hay que hablar de la entrega. Esta implica trabajo y esfuerzo generosos. Cuando uno se entrega en hacer algo se compromete y no tiene mucho sentido hacerlo a medias.
La vida de un deportista de élite no es la misma que lleva una persona normal. La preparación física no basta y también tiene que prepararse psicológicamente. Además suele contar con un equipo de especialistas para que su rendimiento sea máximo. Tiene que entrenarse concienzudamente y realizar un trabajo interminable para conseguir un nivel óptimo y poder mantenerlo para las competiciones. Esto implica numerosos sacrificios y entrenar cuando la mayoría de las personas suelen descansar, por lo que viven por y para el deporte.
Yo tenía la suerte de poder correr carreras en las que había gente profesional, aunque yo no lo era. Algunos habían ganado la carrera del Mont Blanc como Pau Capell y otros que lo eran todo en las carreras ultra trail por todo el mundo como Kilian Jornet. Pero tampoco los envidiaba. Yo tenía otras obligaciones, las cumplía y estas eran muy distintas a las que un atleta profesional podía tener. Había dos grandes diferencias entre nosotros:
• 1º Me tenía que ocupar de mi hija.
• 2º Tenía que trabajar.
Me ocupaba de mi hija en semanas alternas y siempre quería estar con ella. Tenerla no me impedía entrenar y si no hacía mal tiempo hasta podíamos entrenar juntos (ella con su bici y yo corriendo). Nunca me sobraba y si tenía que dejar de entrenar cuando estaba con ella no me importaba.
El trabajo era lo que más horas me quitaba para entrenar y no podía prescindir de él. Aunque todos los días me organizaba bien para entrenar y había días que después de trabajar había corrido un maratón.
Con la vida que llevaba jamás iba a poder estar a la altura de los deportistas profesionales, pero no me importaba. Ese no era mi cometido. Aun estando yo en una forma física buena tardaba el doble de tiempo que ellos en terminar una carrera. También descuidaba muchas cosas que un deportista de élite lleva a rajatabla como los planes de entrenamiento, la nutrición, la preparación… Por esos motivos no me podía considerar competitivo. Pero acabar una carrera ultra y tardar el doble que un atleta profesional tampoco estaba tan mal. Además de vez en cuando podía hacer entrenamientos que no tenían nada que envidiar a lo que ellos hacían. Así era feliz y podía compatibilizar mi familia, el trabajo y el deporte.
Cada vez que salía a correr lo hacía con interés y me esforzaba por lo que no se podía cuestionar mi entrega. Todo estaba enfocado para mejorar y poder afrontar la carrera con buenas expectativas. Además quería que Mara creciese viendo que el deporte formaba parte de la vida de su padre y que el trabajo duro y los sacrificios al final tienen una recompensa. Lo que importaba era estar entretenido y no me importaba dedicar gran parte de mi tiempo libre para hacer lo que me gustaba.