211-MI UNIVERSO. APROVECHAR LOS DIAS
INTENTAR RENTABILIZAR LAS HORAS
Javier Sanmartín Soler


Había semanas que me parecía que el tiempo no pasaba y que me encontraba en una espiral en donde solo existía el trabajo y los entrenamientos. A veces tenía la sensación de que no podía controlarlo y que cuantas más cosas quería hacer el tiempo se me escurría entre los dedos. No podía controlarlo. Era como si me encontrase atrapado en un ciclo en el que se repetía cada día una y otra vez.
No es que fuese una cosa mía puesto que pienso que a todos nos pasa y a veces pensamos que cada día es igual que el anterior. Era como vivir el día de la marmota. Este concepto proviene del filósofo Friedrich Nietzsche en el describe a un hombre que vive un día una y otra vez.
En la antigua Grecia se expresaba la idea degenerativa del tiempo con el mito de las cinco edades del hombre. La primera raza de hombres era la de oro, eran felices y perfectos. Pero fueron sustituidos por la raza de hombres de plata, estos por los de bronce, luego vino la raza de los héroes y finalmente la raza de hierro, los más desdichados y corruptos. La idea era que tras lo peor suele venir lo mejor.
Por suerte cada semana tenía que cambiar al chip y con la llegada de Mara iba cambiando mi monotonía. Ella me obligaba a organizarme mejor y si no lo hacía era sencillo, no podía entrenar. Tenía que ser previsor y cada semana tenía en cuenta todo lo que debía de hacer. En función de eso me cargaba más o menos en cuanto a los entrenamientos.
Además este año tenía la suerte de que mi hija estaba en 2º de primaria y aún no le mandaban deberes ni hacía exámenes, por lo que por las tardes cuando salía del colegio las tenía libres y podíamos ir al gimnasio. Mara estaba encantada y perfectamente adaptada a la ludoteca. Incluso tenía varias amigas de su edad y conocía a todo el personal del gimnasio. Pero siempre que nos íbamos le daba pereza marcharse y demoraba todo lo posible el irnos a casa.
Estuviese ella o no casi siempre había una cosa en común y era que cuando me metía en la cama no tardaba mucho en dormirme. Descansar bien era muy importante puesto que al día siguiente recobraba la energía y la ilusión por seguir haciendo lo que me gustaba. Me encantaba lo que hacía pero a veces me hubiese gustado que el día tuviese un par de horas más para poder ir algo más desahogado.
Si algún día no me apetecía entrenar o estaba saturado por lo que fuera y quería descansar también lo hacía. Todo lo que hacía lo hacía convencido y por placer, nunca era una obligación. Todos los días podían parecer el mismo pero solo era una ilusión. Las personas solemos vivir en un bucle de normas y de rutinas. Sin normas ni pautas que seguir es todo más caótico. Pero cada uno a su manera debe intentar aprovechar el tiempo puesto que va pasando sin darnos cuenta. Los días podían ser parecidos pero yo pensaba que cada uno era otra oportunidad para seguir haciendo lo que me gustaba (eso si después de cumplir con mis obligaciones).
La vida es rutina y la rutina tiene una fama que no está del todo merecida. Desde luego que puede aburrir y ahogar pero con ella también podemos concentrarnos en lo que para nosotros es importante. Además cuando realizamos actividades rutinarias y automatizadas es cuando mejor pensamos ya que nos dedicamos a la introspección, a la creación y al desarrollo de las ideas.
Mi trabajo era rutina y los entrenamientos también. Pero en los entrenamientos tenía todo mecanizado y podía dedicarme a pensar con libertad. Era entonces cuando de vez en cuando surgían ideas que cuando llegaba a casa las podía plasmar por escrito. Por lo que intentaba sacar provecho de eso.
Para mi aprovechar el tiempo era trabajar, entrenar, estar con Mara, realizar todas mis tareas, etc.… y que todo estuviese cuidado, atendido y en óptimas condiciones. Pero también era importante atender a mi familia y a mis amistades. No me sobraba mucho por eso no lo desperdiciaba con nadie que considerase que me lo hacía perder.
A la hora de entrenar la rutina también era necesaria. Gracias a ella podía progresar y cada vez podía conseguir mayores logros de los que tiempo atrás hubiese dudado de poder alcanzar.