202-MI UNIVERSO. EL PUNTO DE PARTIDA

EL ESTADO FISICO EN EL QUE ME ENCUENTRO

Javier Sanmartín Soler

Era el 1 de junio del año 2019 y las 07:00 h ya estaba despierto. Era temprano y aguanté en la cama hasta que se hicieron las 8 h. Estaba algo nervioso, intranquilo y mi cuerpo barruntaba el día que venía. Me levanté, desayuné y bajé a mi perra Lana a la calle. A las 9 h fui a comprar para llenar la nevera de comida dado que estaba vacía. Debía darme prisa puesto que a las 13 h tenía que estar corriendo en la Puebla de Alfindén una carrera de 50 Km. Después de comprar regresé a casa, preparé la mochila con las cosas que necesitaría para correr y a las 11 h comí una pizza, una ensalada y una gelatina.

Con la comida en el estómago sin apenas digerir, a medio día salí de casa. Tenía que recoger el dorsal de la prueba y hacerlo antes de las 12:30 h. Hacía bastante calor y estaba previsto que se superasen los 36ºC a lo largo de la tarde. Iba bien de tiempo hasta que pillé un atasco por obras en la autopista. !!Venga ya!!, un Sábado... El margen que tenía de tiempo se fue esfumando y llegué con el tiempo justo. Rápidamente me fui a los vestuarios del campo de futbol para cambiarme. Me embadurné de crema solar y me puse vaselina en las zonas sensibles para evitar las rozaduras. Cuando estuve listo miré lo que faltaba para empezar la prueba y quedaban solo tres minutos.

A la salida estábamos unas 60 personas preparadas para correr. Éramos pocos ya que se trataba de una prueba exigente. Así que a las 13 h empezamos a correr. Era la tercera vez que hacía esa carrera por lo que sabía a lo que me enfrentaba. Estaba tranquilo en cuanto al recorrido. Se empezaba corriendo en asfalto pero pronto se salía de él dado que discurría por caminos y monte. Enseguida se hicieron varios grupos y yo me quedé a la mitad. La gente empezó fuerte sin tener en cuenta que la carrera era larga. Era cuestión de tiempo que cada uno encontrase su lugar. Había media docena de personas que iban corriendo sin gorra o ninguna prenda que les protegiera del sol, cosa que me pareció una temeridad. Con el calor que hacía me cuestioné que cualquiera de ellos pudiese llegar a finalizar.

Cada corredor debía de llevar una mochila con el material que considerase necesario para el transcurso de la prueba. También había que llevar obligatoriamente un teléfono móvil con batería por si hubiese algún problema y la comida necesaria. La carrera se realizaba en régimen de semi suficiencia y la organización solo facilitaba agua en los avituallamientos en botellas de 1,5 l. Los corredores debían llevar vasos o recipientes donde meterla.

A los quince minutos la prueba ya estaba rota, en cuanto salimos del pueblo y subimos varios montes cuya inclinación apenas permitía correr. Las cuestas eran duras ya que rompían el ritmo y te obligaban a caminar. El sol era un gran inconveniente. Me notaba pesado y torpe (aún estaba haciendo la digestión) y pensé que sería cuestión de tiempo que me encontrando mejor.

Había cuatro avituallamientos a lo largo de la carrera y el primero estaba en el Km 11. Se me hizo largo y me costó llegar. Estaba sufriendo, sudando mucho por lo que bebí bastante bebida isotónica que llevaba en la mochila. No fue buena idea ya que al rato me entró flato y tuve que caminar. Cada vez que intentaba correr un poco sentía como una punzada y no podía continuar. Poco a poco me fueron pasando correderos y mi cabeza se llenó de pensamientos negativos.

Llevaba un buen rato andando, el siguiente avituallamiento estaba en el Km 19 y me estaba planteando retirarme. No era el único dado que durante el camino también pude ver a otros corredores que estaban fundidos. El calor era brutal y causaba estragos. No usaba reloj y no sabía el tiempo que llevaba pero sabía que iba fatal. Al llegar al avituallamiento había dos corredores, que estaban llenando sus mochilas de agua. Eran del pueblo y conocían la zona. Estaban rotos pero iban a continuar andando. Hablaron de los tiempos de corte de la carrera y dudaban en llegar al siguiente punto al ritmo que llevaban. Aun así lo iban a intentar. Luego me preguntaron si quería ir con ellos, les dije que no puesto que posiblemente me iba a retirar y prosiguieron su marcha.

Al momento llegó andando otro corredor que se tiró al suelo junto a unos pinos buscando un respiro a la sombra. Estaba destrozado y este ya no se cuestionaba retirarse sino que ya lo tenía asumido. El responsable del avituallamiento y yo le ayudamos ya que era incapaz de coordinar movimientos. Rellenamos de agua sus bidones e incluso le echamos agua por la nuca. Poco a poco se fue recuperando y nos comentó que no estaba acostumbrado a estas condiciones dado que el venía de Castellón y esto le parecía un desierto.

Por mi parte seguía con mi empeño de desistir aunque no estaba del todo convencido. Me ofrecieron llevarme al pueblo dado que estaba a 7 Km pero tampoco estaba tan mal como para no poder hacerlos por mis propios medios. Me indicaron el camino de regreso pero también existía la posibilidad de que me pudiese perder. Si el pueblo hubiese estado más cerca hubiese abandonado.

En un momento pensé en que ya había descansado, que solo tenía flato y que no tenía mayores problemas. Era cuestión de tiempo que en cuanto se me pasase y comenzase a correr me recuperaría. Así que sin pensarlo mucho salí del avituallamiento y comencé a trotar.

El siguiente punto de control estaba en el Km 28 y si no me recuperaba no llegaría a tiempo. Eran las horas centrales del día y el sol ya era peligroso. Además por el camino no había ninguna sombra y me sentía como una hormiga a la que le habían puesto una lupa encima para que sintiera el calor.

Pero por suerte el flato pronto pasó y pude correr. Ahora ya no había tantos montículos que subir y corría por caminos llenos de polvo. Mi estado anímico también cambió y fui consciente de que aunque iba a sufrir podría a acabar la carrera.

Apenas me cruzaba con otros corredores, la cabeza de carrera me sacaba una buena distancia y por detrás ya no me iba a adelantar nadie. A lo lejos pude divisar un bulto que brillaba en medio del camino y varias personas. Debido al calor tardé unos segundos en percatarme de la situación. Al principio pensé que era un avituallamiento pero conforme me acercaba descubrí que se trataba de un corredor que estaba sentado y tapado con una manta térmica. No le pude ver la cara ya que se encontraba sentado, envuelto y evitando el sol. Estaba mal y vomitaba mientras dos personas estaban junto a él, una estaba hablando por teléfono para que la organización de la carrera lo sacase del lugar y el otro estaba pendiente de su salud. Más o menos tenían la situación controlada y al pasar junto a ellos les comenté que si les podía ayudar. Me dijeron que no hacía falta y continué con mi marcha. Al rato me crucé también con un vehículo que venía a prestarles ayuda.

Estaba acostumbrado a correr con altas temperaturas y sabía que si yo lo estaba pasando mal el resto también iba a sufrir. De hecho pensar en eso me animaba a no parar y poco a poco fui encontrando mi lugar. Fui recuperando tiempo y ahora podía acabar.

Estaba distraído escuchando música mientras recorría los caminos. En un momento me percate de que tenía el brazo derecho hinchado y de calor rosa. No sabía si estaba alucinando o me lo estaba imaginando, por lo que me tuve que quitar las gafas de sol para observarlo. Al fijarme pude comprobar que desde los dedos hasta casi el hombro tenía el brazo inflamado y de un color que no era el habitual. Lo comparé con el izquierdo que estaba bien. Se trataba de una reacción debida al calor. Era la primera vez que me ocurría pero ya había oído de conocidos que se les habían hinchado los pies, las manos, los labios, etc... Por lo que no le di mayor importancia.

En el tercer avituallamiento comí dos plátanos y tiré la bebida isotónica que llevaba en la mochila. Prefería llevar agua, aunque pronto se calentaba y parecía que bebía sopa. Cada vez que sentía la boca reseca daba pequeños tragos e intentaba hidratarme. Con la cabeza me pasaba lo mismo y si notaba el calor me mojaba la gorra. Al rato mi brazo derecho recuperó la normalidad.

Al final llegué a un punto en el que mi cuerpo se aclimató y no sudaba tanto. Ahora de cara a los últimos 20 Km me encontraba mejor. Llevaba sobre unas 5 horas de carrera, el primer corredor calculaba que habría llegado a la meta. A mi me faltaban un par de horas más. Apenas veía a otros participantes y el sol seguía apretando. De vez en cuando soplaba algo de aire lo que agradecía, pero duraba poco. Al rato empecé a encontrar a otros corredores que participaban en la modalidad de 25 Km y que coincidíamos en el recorrido.

Cuando calculé que me faltaba una hora para terminar me quité los auriculares y dejé de escuchar música. Estaba ya saturado y mis oídos lo agradecieron. Del Km 40 al 45 aumentó la dificultad ya que era el último tramo complicado de la carrera. Sabía por otros años que al llegar al penúltimo avituallamiento la carrera se terminaba y que luego solo quedaban unos Km de bajada y se terminaba corriendo en llano. Así que me centré en terminar esa parte del recorrido.

El avituallamiento del Km 45 estaba situado al final de una buena cuesta y adelanté a unos 30 corredores. Cuando estaba bebiendo agua escuché al personal de la organización que comentaba que debido al calor habían aumentado el tiempo para entrar en meta dado que había mucha gente rezagada cosa que me vino bien.

Salí del avituallamiento con la tranquilidad de que iba a llegar a meta. Estaba cansado pero los últimos Km se hacían solos. Cada vez adelantaba a más corredores de la modalidad de 25 Km y a un señor mayor que se encontraba fatigado le di un gel. Yo ya no lo iba a utilizar, de hecho no toqué ninguno, ni las barritas energéticas que llevaba. Solamente había tomado en el transcurso de la carrera un concentrado de fruta y dos plátanos. Ya había tenido bastante con el flato y no quería saturarme ahora de geles dulces que no sabía cómo me iban a sentar.

Cuando quedaban 3 Km para la meta encontré a un compañero de trabajo que estaba andando y me dijo que había vomitado dos veces. Se encontraba bien pero iba con la reserva encendida. Me quedé con el caminando unos 5 minutos para ver si se recuperaba y le pregunté si quería acabar la carrera corriendo junto a mí, que yo le ayudaría. Me dijo que el último Km lo haría corriendo, que me fuese y nos veríamos en la meta. Nos despedimos y ya no paré hasta llegar al final.

Al entrar en meta pensé que sería el último corredor en terminar los 50 Km pero luego llegaron seis más. Estaba un poco avergonzado del tiempo (7h 9 min) pero tenía curiosidad de cómo les había ido al resto de los corredores. Por otro lado estaba satisfecho de cómo me había rehecho ya que pude haber abandonado y al final no lo había hecho.

Me fui a la ducha lleno de sudor y polvo pero no sin antes tomarme dos vasos de cerveza fría. Merecía la pena haber pasado tanto calor solo por esa cerveza. Al ducharme me recuperé y luego regresé a la meta puesto que había una merienda para los corredores y familiares.

A las 20:30 h ya no hacía tanto calor y se había quedado una tarde agradable. Estuve charlando con varios compañeros de trabajo que también habían participado. El calor había sido contundente en las tres distancias de la carrera (12, 25 y 50 Km) e incluso habían tenido que trasladar a tres personas al hospital con goteros. De los 60 inscritos de la modalidad de 50 Km solo llegamos a la meta 31.

A las 21 h me marché dado que al día siguiente había quedado con mi amigo Adolfo para correr una carrera de obstáculos en Monzón.