197-EL ORIGEN. LA BARRERA DE LOS 200 KM

ALGO DIFICIL DE HACER

Javier Sanmartín Soler

Había ya solo una cosa que me quedaba por hacer. Como no iba a participar en ninguna carrera, quería ver si era capaz de correr en una semana 200 Km. Era una fijación que me rondaba en la cabeza desde hacía ya tiempo. Estaba convencido de que podía hacerlo pero lo máximo que había corrido en una semana habían sido 180 Km y de eso ya hacía tiempo.

Sabía cómo hacerlo solo era cuestión de invertir más tiempo, esfuerzo y compromiso. Hasta la fecha había estado ocupado y tampoco me había esforzado todo lo que podía. Ahora estaba de vacaciones y disponía de más tiempo para poder hacerlo. Así que la segunda quincena de julio era el momento propicio para intentarlo.

El miércoles 11 había llegado a Zaragoza, como era mitad de semana y tenía varios compromisos decidí posponerlo para la siguiente. Tenía dos semanas enteras para aclimatarme. Ahora estaba más acostumbrado al clima de Mallorca en el que no hacía tanto calor pero había mucha más humedad. El clima de Zaragoza era más seco lo que suponía algunos grados más de temperatura y sin tanta humedad. Pero en los dos sitios hacía ya mucho calor y había que evitar salir a correr entre las 11 h y las 18:00 h. Cuando mejor se corría era por la mañana pero no quería madrugar.

El día 14 que era sábado se me ocurrió salir a correr a las 16:00 h ya que el día de antes me había acostado tarde. Lo que corría en 2 h me fue imposible terminarlo y me tuve que conformar con hacer 17 Km. Hacía un calor asfixiante que hizo estragos mi cuerpo y lo peor de todo es que tardé varios días en recuperarme.

Descansando de correr empecé la primera semana. Menudo comienzo. El segundo día pensando en que tenía que hacer mejor las cosas corrí por la mañana y por la tarde un total de 45 Km. A causa del roce y del calor me salieron ampollas en los pies. Pero no me preocupé ya que sabía qué hacer con ellas. Al día siguiente descansé para ver si mejoraban. Cosa que sucedió por lo que el 4º día corrí 24 Km. El 5º día volví a entrenar mañana y tarde, corrí otros 45 Km y las ampollas se volvieron a llenar de líquido. En cuanto llegaba a casa las pinchaba y las drenaba pero eso solo era una solución provisional, si seguía con ese ritmo me seguirían dando problemas.

El 6º día tuve que descansar ya que veía que esa semana mi objetivo se alejaba y ya no lo iba a conseguir. Tenía que pensar en recuperarme para poder afrontar con alguna posibilidad la última semana. El 7º día corrí 21 Km por la mañana y estaba algo mejor.

Digamos que la primera semana fue de prueba. Pese a que no pude lograr mi objetivo estaba satisfecho dado que en 4 días había corrido 135 Km y eso era esperanzador. Además tenía mayor aliciente saber si podría conseguirlo en el último intento. Solo tenía que hacer unos pequeños ajustes para afrontar con mayores garantías la que iba a ser la semana definitiva.

Y así llegamos al día 23. Tenía que ser capaz durante esa semana de entrenar por las mañanas pronto. Como me gustaba dormir no podía acostarme excesivamente tarde. Los dos primeros días corrí 90 Km y entrené mañanas y tardes. Por las mañanas corría 21 Km, al salir de casa la temperatura rondaba los 20ºC y como tarde a las 11 h ya estaba en casa que era cuando empezaba a apretar el sol. Por la tarde salía otra vez de casa entre las 17:30 h y 17:45 h pero ahora ya hacía mucho calor, unos 38ºC. Lo hacía a esa hora porque a las 20:00 h llamaba a mi hija para hablar por teléfono y ver cómo le había ido el día. Corría 24 Km, pero esta vez lo hacía en un parque donde los árboles son altos, grandes y había bastantes sombras. Aun así no todo el recorrido era por el parque y se notaba el calor.

Al final con las altas temperaturas y con los continuos roces volvieron a aparecer ampollas por lo que el día 25 que era el tercer día de la semana solo entrené por la mañana 21 Km. En tres días había hecho 111 Km que estaba muy bien. El 4º día no corrí para ver si se curaban. Físicamente me encontraba muy bien pero tenía que ser cauto con los pies. El 5º día tenía que correr por la mañana y por la tarde si no quería quedarme descolgado y lo hice. Llevaba ya 156 Km y me quedaban dos días para hacer el resto. Tenía alguna que otra dificultad pero en general estaba satisfecho.

El 6º día por la mañana hice otros 21 Km por lo que llevaba 177 Km y si entrenaba por la tarde ya no haría falta correr mucho más. Pero por la tarde antes de salir a correr observé que mi pie derecho estaba hinchado. Podía correr con molestias pero no me pareció buena idea hacerlo. No era grave pero mi cuerpo me mandaba señales. Si hubiese hecho el esfuerzo lo habría conseguido pero no quise forzar las cosas. Prefería perder una batalla que no la guerra, aun así me costó tomar la decisión, estaba tan cerca...

El 7º día tenía que hacer solo 23 Km para terminar. Mi pie había descansado y se encontraba mejor. Antes de salir de casa ya sabía que podía correr esa distancia pero al final me tocaría sufrir. Mis pies podían correr muchos más kilómetros pero esa semana no estaban muy por la labor. El problema era que ya no había más tiempo, si no lo hacía esa semana caería en una profunda depresión, el propósito mi vida habría terminado y el mundo se sumiría en el caos y en la oscuridad. O algo así.

Si no lo lograba no iba a pasar nada pero personalmente me hacía ilusión conseguirlo. Pero lo hice y las 11 h entraba por casa cojeando, había corrido 24,1 Km. Al parar mi pie derecho me lo agradeció. Al final de esa semana había corrido 201,1 Km. No me lo podía creer. Llevaba tiempo detrás de conseguirlo y esto suponía una inyección de energía tremenda. Solo diré que estaba muy orgulloso de lo que había logrado.