190-EL ORIGEN. HIPERTROFIA EL CORAZON
DESARROLLA TUS CAPACIDADES
Javier Sanmartín Soler


Gracias a correr mi corazón se había hecho más fuerte. Funcionaba como un reloj. Como consecuencia directa me encontraba mejor que nunca. Cuando entrenaba soportaba muy bien los esfuerzos. Podía centrarme en cualquier otra cosa ya que mi organismo se acoplaba de manera casi inmediata. Pero independientemente de hacer deporte y de los beneficios que me aportaba hacerlo, en general las personas no suelen ser conscientes de lo privilegiadas que son.
El corazón es un músculo extraordinario y su funcionamiento es casi milagroso. Intentar comprender su forma de trabajar me impresionaba. Está hecho de tejido muscular, es del tamaño del puño de una persona y realiza más trabajo físico que cualquier otro músculo. Funciona como una bomba y se encarga de distribuir la sangre. Tiene cuatro cámaras. Las dos cámaras superiores son las aurículas y las dos inferiores son los ventrículos. El ventrículo izquierdo es la cavidad más grande. Las cámaras están separadas por una pared de tejido llamado tabique y la sangre se bombea a través de las cámaras. Las válvulas abren y cierran y permiten que la sangre solo vaya en una dirección. Cuando el corazón late las aurículas se contraen y llenan de sangre los ventrículos que la empujan a todas las partes del cuerpo.
El corazón mantiene la sangre en movimiento en un circuito cerrado. Sus contracciones y relajaciones generan impulsos eléctricos que producen contracciones rítmicas y coordinadas entre las aurículas y los ventrículos. Lo que permite que se bombee sangre (entre 4 y 6 litros por minuto o 8.000 litros al día). El corazón late alrededor de 100.000 veces al día. Todo esto supone que al final de la vida de una persona pueda haberlo hecho unos 3,5 millones de veces. Antes de nacer, en el embarazo el corazón manifiesta su actividad a partir de la tercera semana. En la 5ª semana ya late entre 60 y 80 latidos por minuto, hasta alcanzar en la 10ª semana los 180 y 200 latidos por minuto.
Al hacer ejercicio aumentamos nuestra capacidad aeróbica y eso hace que nuestro organismo funcione mejor. El deporte practicado de forma habitual y saludable nos permite realizar actividades físicas sin fatigarnos en exceso y recuperándonos de una manera rápida. Un corazón débil bombea con menos intensidad (lo que le supone mayor esfuerzo) ya que tiene que incrementar el número de latidos y se traduce en problemas. Al entrenar, las pulsaciones en reposo bajan y eso es una garantía para tener una vida más larga.
Practicar deporte implica que nuestro corazón se tenga que adaptar al ejercicio y este puede aumentar de tamaño en un 30%. Sin embargo hacer grandes volúmenes de ejercicio deja de ser beneficioso puesto que el cuerpo se sobrecarga. Existe una relación directa entre la cantidad de ejercicio y el riesgo de muerte que se mide en una curva. En los extremos de la curva están ser sedentario y hacer excesivos esfuerzos. Pues bien, el riesgo de muerte es mayor en los extremos siendo óptimos los niveles medios. El ejercicio es sano hasta un límite y de superarse es igual de dañino o peor que ser sedentario. Vamos que como se dice: “los extremos no son buenos”.
¿Pero cuál es el límite?... es complicado saber ya que no todos somos iguales. Hay personas que son especiales y diferentes de la mayoría. La cuestión es que si haces ejercicio regularmente, te guste o no hay que llevar un control médico para prevenir futuras patologías. Llevaba varios años sin acudir a uno, el último el podólogo. Pero en mi defensa diré que conocía perfectamente mi cuerpo y mucho más mi corazón. Sabía que de momento todo estaba bien y de haber notado algo extraño hubiese acudido a él de forma inmediata. Lo tenía en mi lista de tareas pendientes.