179-EL ORIGEN. MORIR POR HONOR

UNA HISTORIA SORPRENDENTE

Javier Sanmartín Soler

Hace tiempo en el Japón feudal existió una época en la que las mentiras, la deshonra y faltar a la palabra acarreaban consecuencias graves. Hasta el mero hecho de ser cuestionado por alguno de estos motivos originaba problemas a las familias ya que el honor siempre estaba por encima de todas las cosas. Una persona jamás debía mentir y su comportamiento tenía que ser siempre ejemplar.

Dentro de esta peculiar sociedad había un grupo de guerreros de élite (los samuráis) que llevaron este concepto al límite y preferían morir a vivir sin honor. Estos guerreros debían cumplir con un estricto código que no solo era una lista de reglas sino que constituía una forma de vida. Estos valores y la ética que transmitieron constituyó un gran legado para su nación y un ejemplo para el resto del mundo. Las siete virtudes que prevalecen para seguir este camino son:

· Gi / Justicia.

· Yuuki / Valor.

· Jin / Compasión.

· Rei / Cortesía.

· Meiyo / Honor.

· Makoto / Sinceridad.

· Chuugi / Lealtad.

Un antiguo dicho expresa el sentido del orgullo que debía tener un samurái para no quejarse y dice: “Un halcón puede estar muriendo de hambre, pero no tocará el maíz”. A grandes rasgos y muy por encima este era el camino de los samuráis: A los cuatro años recibían el único juguete que tendrían a lo largo de toda su vida, una espada de madera. A los cinco los vestían de samuráis y les entregaban dos armas que debían llevar siempre (una espada larga y otra corta). Hasta los diez años practicaban todas las artes para convertirse en buenos guerreros. En ese tiempo de aprendizaje eran frecuentes los golpes, las heridas, las fracturas, pasar penurias de cualquier tipo (andar descalzos, pasar frío, hambre...)

El objetivo era templar su carácter. A los 15 años lo normal era que abandonasen sus hogares y solo regresaban si se habían convertido en hombres de honor y en sirvientes leales. Su familia no permitía otra cosa y dado que en esa época existían numerosas batallas lo normal era que muriesen. Debían estar siempre preparados para enfrentarse a su inevitable fin.

Dentro de los samuráis estaban los denominados “ronin” o samuráis sin amo. El no tener amo podía ser debido a la muerte de este, a su ruina o haber perdido su favor. Para un samurái el valor supremo era la lealtad pero no se podía ser leal si no había alguien a quien serlo. Y cuando esto sucedía el código obligaba al suicidio del samurái. Pero no todos lo hacían y preferían vivir como guerreros errantes siendo delincuentes, bandidos o eran contratados como mercenarios. Esta facción criminal dio al ronin una reputación de deshonra.

La leyenda de los 47 Ronin

Es una historia real que sucedió en Japón entre los años 1701 y 1703 y está considerada como leyenda nacional. Este relato nos enseña a mantenernos firmes en nuestras ideas y a luchar por lo que creemos. La historia es la siguiente:

“En plena época feudal el país estaba dividido en territorios. Cada territorio era gestionado por un señor feudal a la cabeza y por un grupo de samuráis que velaban por su vida. Uno de estos señores se llamaba Asano Takumi que recibió el encargo de preparar un convite para recibir a unos invitados de la familia imperial. Pero Asano era un señor humilde y no era conocedor del protocolo que debía seguir por lo que solicitó ayuda a otro señor que si conocía la vida cortesana y sus costumbres. Este señor era Kira Kozukenosuke.

Asano mandó unos presentes a Kira que le parecieron insuficientes pero aceptó ayudarle. Asano aprendió las artes del protocolo pero de forma equivocada ya que Kira era una persona perversa y envidiosa buscando dejar en evidencia a Asano. Cuando se dio cuenta Asano de sus intenciones se encaró con Kira en el palacio del emperador y desenvainó su espada e hirió a Kira en la cara ligeramente. Atacar a otro con furia iba contra la ley pero hacerlo en el palacio era algo impensable por lo que Asano fue condenado a muerte. Ante esta sentencia Asano terminó suicidándose con honor y cometió seppuku (se rajó la tripa y posteriormente fue decapitado).

Ante estos hechos los samuráis que estaban bajo las órdenes de Asano quedaron sin la figura de su señor y lo normal era que ellos mismos también cometieran el seppuku. Pero para no hacerlo renunciaron a mantener el honor de su señor y prefirieron vivir como ronin. Pero antes de hacerlo firmaron un pacto de honor, escondieron numerosas armas y armaduras y juraron vengarse de Kira.

Kira esperaba represalias y sospechó que pudiese existir un plan para acabar con su vida y contrató guardias. Estaba totalmente protegido y su residencia fortificada por lo que hubo que esperar un año y medio a que este se relajara.

Durante ese tiempo los samuráis se convirtieron en ronin para acallar sospechas. Se dispersaron y aceptaron trabajos menores, se convirtieron en comerciantes, monjes, otros frecuentaban tabernas, burdeles...hacían cualquier cosa para ensuciar su imagen. Finalmente los espías se Kira informaron de que los samuráis de Asano se habían echado a perder y que eran inofensivos por lo que se relajó y bajó la guardia.

Lejos de la realidad los ronin habían seguido un plan meticulosamente hasta el punto de que tenían los planos de la casa de Kira ya que uno de ellos se había casado con la hija del constructor para conseguirlos. En 1702 cuarenta y siete de ellos se reunieron para comenzar su particular venganza. Recuperaron sus armas y las armaduras y una noche entraron en su palacio. Se dividieron en dos grupos y cogieron por sorpresa a los guardias de Kira que opusieron resistencia.

Kira fue encontrado fuera de la casa y se le dio la oportunidad de cometer el seppuku para mantener su honor pero como era un cobarde no respondió. Entonces se le decapitó con la misma daga con la que Asano lo había utilizado para acabar con su vida. Después se llevaron la cabeza y la presentaron al espíritu de su amo donde estaba enterrado. Luego se entregaron.

Al conocerse la noticia no hubo más remedio que sentenciar a los samuráis a muerte pese a las voces contrarias del pueblo que los admiraban por su valor. Pese a la sentencia de muerte se les permitió morir con honor y no como criminales. Así que el 4 de febrero de 1703 los ronin sentados de rodillas uno al lado del otro se abrieron las tripas juntos y fueron decapitados a la vez.

Sus restos se colocaron en tumbas alrededor del lugar donde descansaba su señor, protegiéndolo incluso en la otra vida. Hoy en día se puede visitar las tumbas de Asano y los 47 ronin en Tokio donde los japoneses siguen venerando su memoria”.