176-EL ORIGEN. EL IMPREVISTO

NO ME PUEDO RELAJAR UN INSTANTE

Javier Sanmartín Soler

Haberme quedado sin moto era catastrófico. Se supone que la avería procedía de haber entrado agua en el motor de la última vez que yo había lavado la moto con la pistola a presión en el lavadero. Cada día que tenía que ir a trabajar perdía unas 2 horas y media en los trayectos. Primero tenía que andar 15 minutos hasta la estación de tren y luego tenía que esperar. El trayecto a Palma costaba unos 40 minutos y luego tenía que andar otros 15 minutos hasta mi trabajo.

Había compañeros que vivían en Inca pero ninguno estaba en mi turno. Otros tenían puestos de trabajo diferentes al mío, por lo que no coincidíamos en horarios. Dependía totalmente del tren ya que vivía lejos y además la frecuencia de los trenes no es que fuese buena. Pero no había otra cosa.

Los días que trabajaba de mañana me levantaba sobre las 05:40 h. A las 06:20 h salía el primer tren a Palma y a las 07:15 h llegaba al trabajo 15 minutos tarde. Por suerte y como era una cosa provisional tuve permiso para hacerlo. Pero los días que iba de tarde era todavía peor, tenía que trabajar hasta las 23 h y el último tren que salía de Palma lo hacía a las 22:15 h, por lo que me tenía que ir 1 h antes del trabajo. Los fines de semana aún era más complicado ya que los horarios y la frecuencia del tren aún se demoraba más. Era un desastre y no me agradaba la situación.

Además los días que trabajaba de mañana me tenía que llevar la ropa para correr ya que después de trabajar tenía que entrenar dado que si iba a casa no me daba tiempo a hacerlo ya que anochecía pronto. Después de madrugar, trabajar y entrenar tenía que regresar a casa. Esos días acababa destrozado y las 23 h ya estaba en la cama.

En el taller tampoco daban con lo que tenía concretamente la moto y todo eran especulaciones. Lo que estaba claro era que la reparación iba a ser complicada. Los días pasaban y la cosa se demoraba por lo que yo me estaba empezando a impacientar. No me gustaba depender de nadie o ir debiendo favores. El motor estaba abierto y me habían mandado fotos para que viese su estado, pero aunque yo entendía algo de mecánica eso me sobrepasaba.

El día 21 de Diciembre me dijeron que lo más sensato era mandar a una empresa de rectificados el motor para que hiciesen un estudio ya que ellos allí no podían hacerlo. Que sabiendo que las paredes del cilindro estaban bien sería posible la reparación. Pero que si las paredes estaban dañadas lo mejor era que me olvidase de la moto. Vamos que tenía que tener más paciencia todavía.

Otra opción (si tenía prisa) era la de pedir las piezas que ellos suponían que estaban dañadas y arreglar la moto. Pero cabía la posibilidad que si el cilindro estaba dañado no podrían arreglar la moto por lo que habría tirado el dinero. Además para más inri el taller cerraba dos semanas en Navidades. Así que lo más lógico era armarme de paciencia y esperar. Acepté la opción de mandar el motor para que le hiciesen un estudio y luego ya veríamos que hacer.

El resultado lo conocería para después de Reyes. Luego si todo iba bien y la moto se podía arreglar pedirían las piezas y la repararían. Pero vamos que todo este proceso se alargaría en el tiempo. Estaba que trinaba, “vaya asco de navidades” pensé.

Por lo pronto tenía que aguantar tres turnos de trabajo sin moto. Por suerte la segunda quincena de Enero cogía vacaciones y me iba otra vez a Zaragoza. No volvía a trabajar hasta el 11 de Febrero y en ese periodo de tiempo confiaba en que pudiesen reparar definitivamente la moto. Durante ese tiempo tampoco iba a estarme de brazos cruzados y quería explorar el resto de las alternativas que podía tener. Pero que quede claro que mi opción principal era la de que se pudiese arreglar la moto. Me iba a agarrar a esa posibilidad como a un clavo ardiendo. Pero había otras.

Antes de acabar el año estaba bastante satisfecho por lo que tenía ahorrado, ya sabéis cual era mi objetivo. Pero con este imprevisto estaba claro que algo iba a cambiar. Lo único que quería era que el grueso de lo que había ahorrado se mantuviese. Por lo que barajé varias opciones.

La primera era la de cambiar de moto. Había dos modelos nuevos que concretamente me gustaban y encajaban con mis expectativas. El problema era que ya no estaban de oferta o que las condiciones de financiación no eran las que yo buscaba. Una moto era la Yamaha MT 07 que costaba 6200 euros. Había que dar una entrada de 1500 euros, luego había que pagar mensualmente 75 euros al mes y finalmente había que pagar otros 2000 euros para tener la moto.

Esta opción me gustaba ya que no se pagaban intereses y el montante de la operación no mermaba mis ahorros. Pero a finales de año habían quitado la promoción y ahora la moto costaba 7000 euros y si la financiabas te cobraban intereses. Por lo que esta moto la tuve que descartar.

Otra moto era la Benelli 502 TRK, esta moto era preciosa. Pero tampoco estaba la financiación a tres años sin intereses que yo buscaba. La moto costaba 6000 euros y solo podía financiarla a un año sin intereses. Además otro problema que tenía era que la moto era relativamente nueva en el mercado y la gente tenía muchas dudas de su fiabilidad por lo que pocos se aventuraban a comprarla.

Por otro lado podía comprar una moto de segunda mano pero me parecía algo arriesgado y no me inspiraban demasiada confianza. Como no lo tenía muy claro también empecé a mirar coches que pudiesen encajar en lo que estaba buscando. Uno nuevo estaba totalmente descartado ya fuese con todas las facilidades del mundo y sin intereses. No era el momento. Uno seminuevo ya encajaba más en lo que quería y había coches cuidados. Lo que pasa es que tampoco sabía si cuando estuviese en Zaragoza lo iba a aprovechar. Buscaba algo que por lo menos me durase medio año que era lo que calculaba que me quedaba para irme. Pero tampoco quería una cafetera que me dejase tirado en cualquier lugar. Había coches viejos que estaban cuidados y de precio eran económicos.

Así que eso fue todo lo que vi, sin atreverme a dar un paso más hasta no saber que demonios le pasaba a la moto y cuanto dinero tendría que invertir. De momento parecía un estudiante ya que me movía a pie y en el transporte público. Pero tampoco lo llevaba mal ni maldecía mi suerte.