170-EL ORIGEN. LAS PRIORIDADES
HAY QUE TENERLAS CLARAS
Javier Sanmartín Soler


Las prioridades se establecen a partir de una comparación. Hacía años ya tenía claras cuales eran las mías, pero la vida sacudió mi pequeño universo y tuve que rehacerlas de nuevo. Poco a poco las cosas se volvían a poner en orden. Que fuese una persona de ideas fijas ayudaba ya que no cambiaba mucho de opinión. Intentaba llevar una existencia sin preocupaciones y pasar desapercibido.
Con los años cada vez me gustaban menos los problemas y las discusiones por lo que trataba de evitar los conflictos. Establecer prioridades me ayudaba a lograr objetivos, disfrutarlos y aumentaba mi bienestar. Cuanto más te conoces es más fácil poder hacerlo. En lo personal a estas alturas ya sabéis que era lo que me quitaba el sueño. Era una inquietud que tendría durante un largo tiempo. Pero a corto plazo también había cosas que me preocupaban:
La 1ª era el tema de la vivienda. Tenía que buscar un sitio adecuado para vivir con mi hija en Zaragoza y que no fuera en casa de mis padres. Quería vivir cerca de donde tenía el colegio mi hija. Por suerte los precios de la vivienda por esa zona no estaban del todo desorbitados. Los alquileres no me convencían por lo que la otra posibilidad que tenía era la de comprar otro piso. Eso si, tenía que mirar un piso viejo y reformarlo yo mismo para que no se me disparase del presupuesto. Buscaba algo que estuviese bien ubicado, de dos habitaciones, entorno a unos 60 metros cuadrados, sin ascensor y que fuese un segundo o tercero de altura ya que no quería ni un primero ni un último piso.
La idea era que con lo que hubiese ahorrado pediría un pequeño préstamo al banco con lo que pagaría menos que si me fuese a vivir de alquiler. Si era capaz de hacer eso podría mantener incluso el piso de Mallorca. Pero tampoco estaba desesperado y me iba a meter en cualquier sitio. Tenía que reunir por lo menos unas condiciones adecuadas para que pudiese ir a vivir con mi hija. Por lo que iba sondeando el mercado inmobiliario de vez en cuando esperando encontrar algo mientras seguía ahorrando.
La 2ª era el tema del coche. Lo que más me molestaba de no tenerlo era el que en determinados momentos no podía llevar a mi hija a algunos lugares. Por lo que tarde o temprano tendría que ir pensando en comprar uno. No necesitaba un gran coche solo quería algo que me resultase práctico.
En Mallorca tenía garaje y realmente no me hacía falta del todo ya que podía ir tirando con la moto. Sin embargo en Zaragoza no tenía garaje y para los pocos días que iba no me merecía la pena tener otro vehículo mas. Por otro lado si me gastaba el dinero que había ahorrado en un coche nuevo adiós a la entrada del piso. También podía comprar un coche económico pero los gastos que implicaba tampoco me convencían. Así que sin más opciones de momento prefería esperar. De nuevo tenía que ser paciente y aceptar las cosas como venían.
La 3ª era la moto. Me estaba empezando a dar problemas, no eran cosas determinantes pero si que eran molestos. Puntualmente surgía algo: se soltaba un cable de la batería, no arrancaba, etc... como digo no eran cosas graves pero como era mi único medio de transporte me generaba una preocupación constante. Necesitaba que la moto estuviese bien ya que me hacía falta para ir a trabajar.
Me encantaban las motos y desde los 19 años había tenido tres. La primera fue una Honda NSR 125, la siguiente fue una Honda CBR 600 y la última era la actual Kawasaki Z750. Conocía los nuevos modelos que salían al mercado y estaba al tanto de todas las novedades. Hacía unos años barajé la posibilidad de tener dos motos a la vez pero al final no me decidí.
De vez en cuando veía o probaba la moto que se había comprado algún amigo o conocido y me encantaban. Siempre estaba pensando en cual sería la siguiente moto que tendría. Pero me pasaba igual que con el coche y no era el momento apropiado para cambiarla. La moto no funcionaba mal pero iba camino de los 13 años y de los 50.000 Km. Solo la cambiaría si no hubiese más remedio. Era más económica de comprar que el coche pero tenía que seguir la misma dinámica.
Aunque era consciente de que no quería comprar otros vehículos había una cosa que sí que podía hacer y era la de hartarme a verlos a través de internet. Había días que me pegaba varias horas contemplándolos y a veces reconozco que me calentaba. Hacer esto era un poco absurdo pero lo cierto es que así me distraía. Luego salía a correr para despejarme y cuando regresaba a casa todo volvía a la normalidad. Sabía lo que quería y tenía muy claro cuales eran mis principales prioridades. Si tenía que estar años sin poder disponer de otro tipo de vehículos no me importaba. Solo eran cosas materiales.