169-EL ORIGEN. LA PASION
LAS RAZONES QUE TENEMOS
Javier Sanmartín Soler


La pasión es un sentimiento de gran intensidad capaz de dominar la voluntad y de perturbar la razón de las personas. Deriva del latín y por lo general se asocia con un padecimiento o sufrimiento que conlleva dolor. El amor, el odio, los celos o la ira son buenos ejemplos. Pero también posee otro significado. Se puede sentir pasión por ciertas cosas o actividades que se realizan de manera cotidiana en la vida de cada persona. Hay pasiones pequeñas como escuchar una canción, leer un libro y otras pasiones que son mayores como tener hijos, hacer deporte de manera regular... Estas pasiones pueden generar una emoción ya que la persona establece una afinidad.
A todo el mundo le gusta algo, solo hay que buscarlo, encontrarlo y que invirtamos parte de nuestro tiempo y de nuestras energías. Debemos hacer cosas que nos motiven, que nos emocionen, que nos hagan sentirnos bien y que den sentido a nuestra existencia. Si haces algo que no te gusta es mejor no hacerlo.
La pasión te hace esforzarte, perseverar y que tengas una mayor determinación. Para conseguir los objetivos que cada uno se plantea a lo largo de la vida se requiere compromiso, dedicación y sacrificio. Por eso es más fácil superar los obstáculos que nos encontremos por el camino si amas lo que haces.
Hay estudios que demuestran que las personas apasionadas por el desarrollo de una actividad de manera armónica, disfrutan de un estado psicológico positivo y que se sienten satisfechas con su vida. Pero una pasión obsesiva genera insatisfacción personal, altos índices de ansiedad y puede acarrear lesiones crónicas.
Era evidente que desde hacía ya tiempo me gustaba salir a correr. Cada día que lo hacía era una experiencia liberadora, quemaba energía y sentía como la sangre circulaba oxigenando todo mi cuerpo. Era una actividad placentera con la que disfrutaba.
Con los años y con el paso de determinados acontecimientos había pasado de ser algo secundario a formar parte de mi ser. Ya no era una afición, era un vínculo. Algunas personas seguro que no lo entenderían y pensarían que existen otras formas más constructivas de aprovechar el tiempo, pero a mi no se me ocurría otra mejor. Todos necesitamos fijarnos ciertos retos o desafíos que nos ilusionen.
La gente por lo general no entiende el trasfondo que tiene el deporte en la persona y solo se fijan en los deportistas profesionales. La fama, el estatus, el dinero... ese tipo de cosas es lo que suele interesar. Pero el porcentaje de los deportistas que llegan a la élite es muy pequeño y normalmente una carrera deportiva está condicionada por la edad. Además llegar a ser profesional en cualquier deporte es muy exigente y también significa renunciar a muchas cosas a las que una persona normal no esta acostumbrada.
Yo pertenecía a otro tipo muy diferente de personas que hacen deporte. No era ningún atleta ya que nunca había ganado nada, tampoco era un deportista ya que ni siquiera estaba federado ni pertenecía a algún club. Tampoco me consideraba un “runner” ya que ni vestía con ropa llamativa, no subía fotos a internet, ni participaba en las pruebas populares que este tipo de personas suelen hacer. Era un tipo raro que estaba en tierra de nadie. Pero podía decirse que me consideraba un corredor. Aunque apenas comentaba nada de esto con otras personas.
Desde pequeño hacía ejercicio para estar bien y mis motivaciones con el paso del tiempo seguían siendo las mismas. No tenía que buscar ningún tipo de gloria, ser extremadamente competitivo o tener que demostrar nada a nadie. Correr me hacía estar en forma, tener salud y para mi eso era lo importante. Me sentía vivo y me gustaba lo que hacía. Que no fuese competitivo no quería decir que no estuviese en condiciones de poder retarme con otras personas en una carrera. Sencillamente era una cosa que tampoco le daba mayor importancia. Para mi correr era algo habitual y no iba a ser ni mejor ni peor que cualquier atleta federado o que compite. A parte de eso podía sentir el mismo entusiasmo y la misma emoción que tienen estos corredores en una competición. La mentalidad era similar.
Cada día que salía lo disfrutaba. A veces apreciaba el paisaje, otras veces me distraía escuchando música, también dejaba volar mis pensamientos... Siempre tenía tiempo para ordenar mis que haceres y preocupaciones. También había días en los que me tocaba sufrir y me costaba correr, pero he de decir que eran pocos. A veces hacía mal tiempo, otras veces no me encontraba centrado para correr... pero si entrenaba en esas condiciones también se reforzaba mi ánimo.
Siempre que entraba por la puerta de casa después de correr, me miraba en el reflejo de un cristal y esbozaba una sonrisa dedicándomela y por dentro me felicitaba diciendo: “Bien hecho” y no necesitaba más recompensas. Correr era mi talento y mi pasión. Confiaba en mis habilidades y cada vez me adentraba más lejos en descubrir hasta donde podía llegar. Eso me gustaba y hacia que me sintiese una persona segura y poderosa.
Las cosas suelen ser más simples de lo que muchas veces pensamos. Lo que nos apasiona esta ahí, listo para que lo descubramos. No hay que tener ningún lastre que nos impida hacerlo. Lo que te apasiona esta al alcance de la mano, solo hay que molestarse en buscarlo. La vida es muy corta para no aprovecharla y cuando encuentras algo que realmente te gusta sentirás una satisfacción personal enorme, que te acompañará durante mucho tiempo y te facilitará el camino.