167-EL ORIGEN. SIEMPRE AMANECE
HAY QUE CONTINUAR Y TENER ESPERANZA
Javier Sanmartín Soler


“Cada uno de nosotros lleva dentro de sí una originalidad productiva que es el núcleo mismo de su ser, y si cobra conciencia de esa originalidad se forma alrededor de él un aura extraña, el aura de lo extraordinario”.
Friedrich Nietzsche
Lo que estaba claro era que todos los días salía el sol. Era como volver a empezar. Cada día era una nueva oportunidad. Siempre intentaba tener ilusiones. No servía de mucho albergar demasiadas preocupaciones y estar desmoralizado. Era mucho más practico disfrutar de las cosas de cada momento.
Me encantaba ver el sol cuando amanecía. Había días que tenía un color anaranjado muy bonito. La mayoría de veces que lo veía así era cuando regresaba a casa después de trabajar de noche. Para mi era algo hipnótico y podía pasarme horas admirándolo. Era todo un espectáculo y me sentía bien al poder contemplarlo. Era especial ver como despuntaba al alba cuando tímidamente empezaba a salir. Luego observaba como llenaba de luz el horizonte y poco a poco eliminaba del cielo la oscuridad de forma progresiva y sutil. Hasta que finalmente se hacía una bola de luz que daba paso a un nuevo día.
Era algo simple de ver que a la vez era algo complejo y que llevaba millones de años produciéndose de la misma manera. Contemplar una cosa así me hacía pensar en lo insignificante que era. Pero a la vez también me hacía sentir vivo. Yo era una hormiga, pero también era fuerte y brillaba con energía.
Cada uno elige vivir su vida de la manera que más le conviene y no todo el mundo es capaz de apreciar o de valorar estas cosas. Mi vida giraba en torno a las cosas sencillas y discretas que a ojos inexpertos podían parecer insulsas, monótonas o aburridas pero no lo son. De esta forma apreciaba y valoraba casi cualquier cosa. Todo tenía su encanto, solo era cuestión de perspectiva.
Hasta las cosas que no me gustaba hacer o me costaban más las hacía sin excesiva demora ya que de nada servía retrasar lo inevitable. Si tenía tareas pendientes ¿para que lo iba a posponerlas?. Era mejor hacerlas pronto que no dejar que se acumulasen. Tenía bastante tiempo para todo, solo tenía que planificarme. Trataba de que mi universo fuese sencillo pero a la vez estuviese todo ordenado.
Había estado un tiempo sin poder entrenar todo lo que quería y ahora ya me encontraba bien. Sentía que volvía a tener la energía renovada. Pero también era consciente del esfuerzo que invertía. Hacer entre 400 y 500 Km al mes corriendo, entrenando en casa, trabajando, viajando, encargándome de mi hija y haciendo todo lo que una persona normal hace, a veces no era tan sencillo.
Estar ocupado me entretenía y me gustaba, aunque a veces tenía la sensación de que hacía demasiadas cosas. Pero aun así quería hacerlas. Vivía bien sin tener remordimientos, con dignidad, sin aparentar más de lo que era y aceptando mi destino. Prefería utilizar mi tiempo en hacer cosas de provecho que me gustaban, que no en estar tirado en una esquina lamentando mi mala suerte.
La cuestión era disfrutar y valorar las cosas que nos suceden a lo largo del día (empezando por las pequeñas). Las cosas que no nos aportan nada bueno es mejor olvidarlas y no darles importancia.