165-EL ORIGEN. LA CONCENTRACION

NUNCA HAY QUE PERDERLA

Javier Sanmartín Soler

Para que muchas de las tareas y labores que realizamos a lo largo del día resulten productivas es necesario que les prestemos la debida atención. La concentración es un proceso mental en el que se centra toda la atención sobre un objeto o actividad dejando de lado todo lo que puede interferir o distraer.

En otras palabras es la capacidad que tenemos para reflexionar de manera profunda y está estrechamente relacionada con la relajación, la memoria, la meditación, el aprendizaje, la creatividad y la solución de problemas.

Es importante aprender a concentrarse a la hora de estudiar, de trabajar, de conducir... El objetivo es que una vez que se procesa la información, hay que garantizar una respuesta (reduciendo el tiempo de la misma) y mantener el estado de alerta durante la realización de la tarea.

Pero no siempre es fácil poder hacerlo. La concentración puede verse afectada por conductas, síntomas, trastornos o enfermedades (falta de atención, estrés, pensamientos negativos, desánimo, impulsividad, hiperactividad...) Por lo que es necesario que sepamos utilizar diferentes recursos para obtenerla (la lectura, la meditación, el deporte...) La clave consiste en detectar los síntomas y aprender a trabajar con ellos.

Una de las cosas a tener en cuenta para poder estar concentrados es la de que hayamos descansado lo suficiente. Dormir aporta al cuerpo una recuperación necesaria para poder rendir al día siguiente. Cuando no hemos descansado los procesos mentales se resienten y no se rinde al 100%.

También se dice que no hay nada que afecte más a la concentración que una rutina desorganizada y caótica. Por lo que hay que planificar y ordenar las prioridades que tengamos día a día. Evitar el estrés, las prisas y hacer cosas a última hora. Es más fácil abordar una tarea que ya tenemos programada. Hay que realizar pocas pero que estén bien definidas, así nuestro cerebro será capaz de responder adecuadamente.

Los meses anteriores me costó mantener la concentración ya que tenía muchas cosas en la cabeza. Además tampoco contribuía que físicamente no estuviera en mi mejor momento. Todo esto afectaba a mi estado anímico y al final no podía entrenar mucho. Pero aunque fuese poco tenía que seguir entrenando sin perder la esperanza. Tarde o temprano me recuperaría, solo era cuestión de tiempo. No iba a rendirme solo por eso.

Cada cosa que hacía a lo largo del día intentaba prestarle la atención debida. Había cosas en las que era necesario que estuviese más concentrado que en otras, pero siempre procuraba estar atento a lo que hacía. Si trabajaba estaba pendiente de todo lo que estaba a mi alcance para que no se me olvidase nada. Si corría estaba centrado en la carrera. Si estaba en casa procuraba llevar al día todas las tareas (comprar, limpiar, poner lavadoras...) Intentaba comer bien, descansar, etc. Cada cosa era importante y el conjunto de todas me hacía estar centrado.

Como digo llevar un orden, acostumbrarme a ciertas rutinas, ser previsor, anticiparme a algunos acontecimientos... me iba bien. Pero tampoco quiero que se me malinterprete, no se trataba de ser controlador, obsesivo ni maniático, eso no. Solo era un poco de orden. Estar concentrado en lo que hacía a lo largo del día me aportaba tranquilidad y seguridad. Eran tiempos difíciles para mí y esta clase de cosas no me iban mal.

Todo lo que hacía era más sencillo de hacer que de explicar. Estar pendiente de todos los pagos que tenía que hacer, comprar billetes de avión con la suficiente antelación, acordarme de llamar todos los días a la misma hora a mi hija estuviese haciendo lo que fuese, etc.

Lo que digo... era cuestión de organizarme y de estar atento. Hasta cuando me metía en la cama hacía un pequeño balance antes de acostarme de como me había ido el día y de las cosas que tendría que hacer para el siguiente.

Solo había una cosa que no requería nada de mi concentración y era ver la tele. Pero cada vez la veía menos y no era una de mis prioridades. Me parecía una pérdida de tiempo ya que la mayoría de veces tenía cosas más interesantes que hacer. Por eso lo hacía comiendo, cenando o de vez en cuando para desconectar un rato.