145-EL ORIGEN. EL AZUCAR Y LA SAL

CONSECUECIAS DE SU ABUSO

Javier Sanmartín Soler

El azúcar y la sal a priori pueden parecer que son cosas intrascendentes. Pero como todo en la vida tienen su importancia, muchas veces más de la que nosotros mismos les daríamos en un principio.

Todos los alimentos contienen azúcar y sal que cubren sobradamente las necesidades nutritivas de nuestro organismo. Es por eso que no tiene mucho sentido añadir grandes cantidades con el fin de potenciar su sabor, ya que obtendremos más perjuicios que beneficios.

Su consumo debe hacerse en cantidades moderadas. En la actualidad los fabricantes de comidas los utilizan en exceso para satisfacer nuestra propensión hacia lo dulce y lo salado. Diariamente mucha gente consume casi el doble de sal de la que se recomienda y en cuanto al azúcar se consumen cerca de 450 calorías de más. Esto se refleja en el aumento del sobrepeso y la obesidad que existe a niveles mundiales.

Vamos a empezar hablando del azúcar. Es un carbohidrato que contienen muchos alimentos. Su consumo es esencial para obtener energía y su principal uso es como edulcorante. Sin el azúcar nuestro cuerpo no tendría la energía necesaria para llevar a cabo nuestro día. Existen diferentes tipos de azúcar y no todos son dañinos para la salud. El que se obtiene de fuentes naturales y se consume con moderación tiene un efecto positivo en nuestro cuerpo. Entre los beneficios que nos aporta cabe destacar:

  • Mantiene nuestro cuerpo fuerte y hace que funcione correctamente.

  • Contribuye a que nuestro cerebro goce de buena salud.

  • Ayuda a metabolizar las grasas saludables más rápidamente.

El azúcar refinado (azúcar malo) contribuye al aporte de calorías con pocos nutrientes. Este tipo se encuentra en refrescos, galletas, chucherías, etc... El problema de estos azúcares es que con ellos el cuerpo obtiene energía a corto plazo, pero esta energía se desvanece al momento, ya que no tiene ningún valor nutricional.

El exceso de azúcar se transforma en grasa, ya que nuestro cuerpo tiende a acumularlo (aumentamos de peso) y nuestra circulación sanguínea se ve afectada. Por lo que los excesos se relacionan con la obesidad y otras enfermedades crónicas (además influye en nuestra longevidad, calidad de vida e incluso en la autoestima).

La diabetes es una de las principales enfermedades que se desencadenan por el consumo excesivo de azúcar. Para hacernos una idea, una lata de un refresco azucarado contiene 12 cucharadas de azúcar, lo que supone engordar al año 2,5 Kg si tomásemos una cada día. Por eso debemos evitar comidas y bebidas muy azucaradas. No deberíamos consumir más de 10 cucharadas al día (unos 50 gr) y el azúcar moreno y la miel son alternativas menos procesadas.

Los azúcares saludables (que contienen las frutas y los vegetales) son también almacenados por el hígado y los músculos en forma de glucógeno y se utilizan para renovar y mantener estable nuestro nivel de azúcar en sangre. Esto es muy importante ya que si entrenamos habitualmente y no obtenemos este glucógeno en los momentos de esfuerzo, nuestro cuerpo buscará fuentes alternativas de energía (normalmente nuestros músculos) por lo que perderemos masa muscular.

Al hacer esto aumenta el riesgo de que padezcamos un daño renal, cerebral o que tengamos graves problemas de salud. Por eso debemos consumir carbohidratos complejos, frutas y vegetales. Con ello conseguiremos obtener la cantidad adecuada de azúcares naturales, minerales y nutrientes que necesita nuestro cuerpo.

La sal es el condimento más utilizado en la cocina. De origen mineral y se obtiene de las grandes salinas o de las rocas. Antiguamente se usaba para conservar los alimentos, pero ahora se utiliza para dar sabor a la comida. La sal es necesaria para el funcionamiento del organismo (de vital importancia) y entre sus funciones se encuentran:

  • Regula el ritmo del corazón.

  • Transmite impulsos nerviosos.

  • Mantiene el equilibrio de los líquidos del cuerpo.

  • Previene la aparición de calambres.

  • Evita el exceso de salivación.

  • Regula el sueño.

Sin embargo y a pesar de ser un elemento indispensable en la alimentación, solo es necesario en cantidades ínfimas. La sal en si no es perjudicial, pero un exceso o un defecto provocan alteraciones en el organismo. El hábito de usar sal adicional es adquirido. Abusar de la sal conlleva hipertensión y que el sistema circulatorio no funcione bien. Se retienen más líquidos y el cuerpo acumula mayores toxinas. El hígado, los riñones y corazón tienen que trabajar por encima de sus niveles normales.

No deberíamos consumir más de una cucharada al día (6 gr) y es más sano tomar sal marina que sal refinada. Para evitar el consumo abusivo de la sal es conveniente que desde pequeños potenciemos el gusto propio de los alimentos y evitemos los cambios de hábitos al crecer.

A la hora de correr la sal también juega un papel importante en nuestro organismo. Al recorrer grandes distancias hay que tener en cuenta que el organismo pierde sal de un modo anormal, ya sea por una sudoración exagerada o por exceso de sal en la orina, vómitos o diarreas. Estos trastornos suponen un desafío para el corredor y se manifiestan por:

  • Agotamiento.

  • Dolores de cabeza.

  • Nauseas.

  • Espasmos.

  • Calambres.

Para evitar estos síntomas habrá que hidratarse constantemente con el fin de suplir la sal que se pierde al sudar. El agua ingerida no se retiene si no va acompañada de una cantidad suficiente de sal. En los casos de esfuerzos físicos intensos y en los climas tórridos está justificado el consumo mas elevado de sal. En las carreras de distancia el azúcar y la sal tienen una enorme transcendencia, ya que se trata de mantener unos niveles estables en el organismo que nos permiten seguir corriendo, sin que nos afecte demasiado el paso de las horas. En cuanto estos niveles se vean alterados nuestro rendimiento también lo hará.