140-EL ORIGEN. QUE LAS NUBES NO TE IMPIDAN VER LAS ESTRELLAS

TIENES QUE CONFIAR EN TI MISMO

Javier Sanmartín Soler

Era innegable que no estaba atravesando mi mejor momento. Había entrenado bastante para que la carrera de Madrid acabase de esa forma tan desastrosa. Eso también afecto a mi estado de ánimo y se me juntaron varias cosas que se prolongaron durante los meses de Noviembre y Diciembre.

Físicamente tampoco rendia y no era porque estuviese lesionado o cansado. Debido a mi estado tampoco encontraba demasiada motivación para seguir corriendo. Además el tiempo en esos meses era frío y anochecía pronto, por lo que con más razones estaba justificada mi pereza.

Pero por mucho que estuviese “tocado” sabía que eso era temporal. Yo siempre he sido una persona con mucha vitalidad y tarde o temprano saldría a la luz de nuevo. Solo estaba aletargada esperando despertar. Era cuestión de tiempo volver a encontrar el equilibrio y las ganas para volver a luchar.

Aunque en esos momentos estaba asqueado de todo... solo quería olvidarme del mundo y que el mundo se olvidase de mi. Me sentía decepcionado por muchas cosas. Seguía entrenando lo que pasaba es que lo hacía a unos niveles que para mi eran mínimos. Era una especie de crisis que estaba atravesando. No sabía lo que iba a durar ni a donde me llevaría, pero lo cierto es que este bache lo tenía que pasar yo solo.

Todo el mundo necesita un tiempo para asimilar las cosas, hay personas que necesitan más y otros que necesitan menos tiempo. Para seguir siendo la persona que era necesitaba recuperar mi propio equilibrio y en esos momentos me estaba costando recuperarlo.

Pero por suerte para mi había una cosa que permanecía intacta y por muy mal que fuera nunca me abandonaba. Se trataba de la confianza que tenía en mi mismo. Mucha gente no valoraba esta cualidad pero para mi era importante. Nadie tenía que creer o confiar en mi, no me hacía falta. Solo tenía que hacerlo yo mismo. A lo largo de mi vida solo unas pocas personas lo habían hecho y estaba acostumbrado a ello. Yo mismo sabía que era capaz de conseguir lo que me propusiese y que para hacerlo solo me tenía que esforzar.

Hacía años que había aprendido a confiar en mis posibilidades sin tener que depender de nadie más. Era mejor no esperar grandes cosas de otras personas ya que la mayoría de las veces nos podemos llevar un chasco. Cada uno debe conseguir las cosas por méritos propios sin que tengan que interceder otros.

Así es como se aprende a valorar lo que cada uno tiene. Yo no es que tuviese muchas cosas pero nadie hasta la fecha me había regalado nada. Confiaba en mis posibilidades. Mi energía era diferente, me hacía ser inconformista y rebelde si había algo que me inquietase. Era como una alarma que se encendía cuando algo alteraba mi tranquilidad.

La gente se suele fijar más en los triunfos que en las derrotas. Pero también tenemos que aprender a interpretar las derrotas y saber que para ganar primero hay que perder. Es más fácil sacar conclusiones de las decepciones que no de las cosas que se consiguen sin esfuerzo o que a uno le salen bien. O por lo menos estas conclusiones suelen ser más provechosas.

La única forma de afrontar los problemas es la de coger al toro por los cuernos. Si yo estaba convencido plenamente de lo que hacía, me costaría más o menos tiempo, pero lo que estaba claro es que lo haría. Era una cuestión de actitud y de encontrar la suficiente confianza para volver a levantarse.