136-EL ORIGEN. LA PLAYA Y EL MAR

UN BUEN LUGAR PARA RELAJARSE

Javier Sanmartín Soler

Desde hace miles de años las personas utilizan las playas como lugares de esparcimiento y diversión, sobre todo en épocas estivales. En ellas se acumulan los sedimentos en forma de granos de arena que son transportados hacia la orilla a través de las corrientes marinas y del viento. Así que podemos decir que las playas son depósitos de arena que se extienden a lo largo del litoral. Esta constante acumulación de sedimentos supone que la costa se convierta en una frontera suave entre el mar, la tierra y la atmósfera. Son lugares agradables en los que se concentran un elevado número de personas que quieren disfrutar de un baño, tomar el sol, relajarse y pasar el día.

Las playas abarcan el 40% de las costas de todo el mundo y son estructuras cambiantes a lo largo de todo el año, ya que no siempre tienen la misma forma y extensión. En verano se vuelven más anchas y con menos pendiente que en invierno debido a la erosión y acumulación de los sedimentos. Por lo que podemos decir que las playas son moldeadas por las corrientes y las mareas. El transporte de sedimentos hacia el mar se llama erosión y el transporte de sedimentos hacia la tierra se llama sedimentación.

La arena de la playa esta formada por la erosión de las rocas duras (en las que podemos encontrar minerales como el cuarzo, el carbonato de calcio...) y materiales calcáreos (ej: conchas) y existe una gran variedad de los tipos de arena. El tamaño de los granos también puede variar y así nos podemos encontrar playas de arena fina y blanca, playas de arena más gruesa y oscura y playas de cantos rodados.

El verano en Mallorca es fabuloso, la isla entera está viva y es el destino preferido de millones de turistas nacionales y extranjeros que buscan sol, playa y diversión. Además como la isla tiene un buen tamaño la gente se entretiene recorriéndola en coche. La costa de Mallorca está repleta de calas, playas y bahías. Hay un total de 262 playas (las hay para todos los gustos) que alcanzan una longitud de 50 kilómetros y son de arena fina y de roca. Unas 30 de estas playas tienen la bandera azul.

Desde hacía un tiempo ya había estudiado la posibilidad de desplazarme corriendo desde el lugar donde vivía hasta la playa que más cerca tuviese de casa. Concretamente la playa que más próxima tenía era la de Alcudia, que era una playa extensa (que formaba parte de una bahía y su extensión era considerable), además se trataba de una playa bastante familiar a la que acudían numerosas personas. Tenía una ruta estudiada en la que la distancia total para dicha excursión era de unos 46 kilómetros (unos 23 Km de ida y otros 23 Km de vuelta).

Los meses anteriores no pude hacer este recorrido ya que tenía que ocuparme de mi hija, además aún había colegio y cuando yo tenía fiesta tenía que cuidarla, por lo que no tuve más remedio que posponerlo para más adelante. El mes de Julio como mi hija estaba de vacaciones, tenía tiempo libre para poder hacerlo o por lo menos intentarlo.

La idea era la siguiente, tendría que levantarme pronto para hacer unos 23 kilómetros antes de que el calor empezaría a ser sofocante, pasar el día en la playa y a media tarde volver a realizar otros 23 kilómetros para volver a casa y que no se me hiciera de noche por el camino. Tendría que llevar una pequeña mochila con el material que me hiciese falta para pasar el día en la playa. Pensé en llevarme una toalla, un bañador, unas chanclas, etc... pero realmente no me hacían falta y eran demasiadas cosas que tendría que cargar innecesariamente. No debería llevarme nada que no considerase que fuese a ser imprescindible.

Pero había un gran problema que me hizo replantear la situación. Tendría que correr por carreteras secundarias mucho más concurridas de vehículos que por las que lo hacía habitualmente. Estas carreteras no disponían de arcén y a veces eran tan estrechas que a duras penas podían pasar varios coches a la vez cuando se cruzaban.

Todo esto implicaba un mayor peligro para las personas que se desplazaban andando, corriendo o que circulaban en bicicleta. Además no todo el mundo tenia la misma consideración cuando se los encontraba y todos los años lamentablemente había atropellos de peatones y de ciclistas. Por lo que en definitiva para mi era un riesgo demasiado grande y quería evitar.

Me hubiera encantado ir desde la puerta de mi casa hasta la orilla del mar ya que físicamente podía hacerlo, pero veía que había un riesgo alto de que me pudiera pasar algo. No era cuestión de hacer deporte a cualquier precio. Así que desistí de hacerlo de esa manera.

Afortunadamente como en la vida cuando una puerta se cierra otras se abren y pude encontrar otra alternativa. Los días que trabajaba de tarde y que iba a Palma podía ir a correr desde el paseo marítimo, ya que estaba relativamente cerca de mi trabajo, hasta donde quisiera ir. El límite lo ponía yo mismo. Dependiendo del tiempo que tuviese para entrenar podía realizar diferentes recorridos de entre 10 y 30 Km por los que si quería podía correr pegado al mar e incluso podía pisar la arena mojada.

El trayecto era bastante placentero e intentaba hacerlo por lo menos una vez a la semana. La única precaución que había que tener era la de evitar los meses de verano que era cuando más gente había en la playa y hacerlo en esas condiciones para mi era bastante agobiante. El recorrido que más me gustaba era el más largo y terminaba junto al puerto del Arenal. Poder hacer esto era como un soplo de aire fresco.