125-EL ORIGEN. LA CONDENA
LA CRUDA REALIDAD
Javier Sanmartín Soler


A veces las cosas ocurren porque si, no intentes comprender o pretendas controlar todo lo que sucede a tu alrededor, porque es imposible y te volverás loco... En la vida existen demasiadas cosas que escapa de nuestro alcance. Somos parte de un juego, que en ocasiones esta fuera de nuestro entendimiento y algunas veces ocurren cosas con las que no contábamos.
Cuando sucedan cosas desagradables no hurgues demasiado en la herida ni te culpes en exceso, ya que solo encontrarás un sufrimiento innecesario. Una vez que ocurre una de estas desgracias hay que tomarse un tiempo para asumirla. Ese momento estará marcado por cada persona, ya que somos distintos y cada uno necesitamos nuestro tiempo. Es normal que el desarrollo de ciertos acontecimientos nos afecten y algunos de estos hechos nos pueden hundir por completo.
Una vez que se toca fondo lo único que hay que hacer es subir a la superficie. No seas de las personas que estando en el fondo les gusta escarbar. Eso es innecesario. Como se suele decir: “el dolor es temporal, el sufrimiento es opcional”. Tómate un respiro, asimila lo que está pasando y luego intenta ser optimista. De todo se aprende y a todo se le puede sacar partido. Créeme es verdad.
Somos nosotros los que tenemos que vivir con nuestras decisiones y con nuestros actos. Tarde o temprano te darás cuenta de que el camino sigue y que hay que continuar. Lo único que te puedo decir es que seas fiel a tus principios para poder asimilar los hechos de la mejor forma posible.
Como digo hay cosas que suceden en la vida sean justas o injustas, merecidas o inmerecidas y nadie piensa que le va a tocar vivir cosas desagradables hasta que le toca vivirlas.
Cuando las cosas malas ocurren no esperes que el culpable o los culpables asuman su responsabilidad (la gente suele ser propensa a tirar balones fuera y diluir su responsabilidad) y no suelen reconocer abiertamente que se han equivocado o que lamentan las consecuencias que han podido causar a otras personas. ¿Para qué? Lo más fácil es culpar a los demás, por lo que todo el mundo suele buscar excusas.
Así el conductor que conduce ebrio y atropella a otra persona intenta eludir parte de su responsabilidad diciendo que iba bebido. El maltratador que pega a su pareja siempre se justifica diciendo que ésta le provoca. El estudiante que fracasa en los estudios hecha la culpa a sus padres y profesores. El trabajador que no rinde en el trabajo es porque dice que no está motivado.
Casi todo funciona así... la mayoría quieren responsabilidades pero sin obligaciones. Se llenan la boca hablando de su integridad y de sus valores, pero en cuanto hay problemas de verdad, son los primeros en dar un paso para atrás y se desinflan como globos.
Una vez una de estas personas me dijo que existían varios tipos de hombres, que son: hombres, hombrecillos, monos, monicos y cagabandurrias lo cual me resultó gracioso. Si todos asumiéramos las responsabilidades que tenemos a lo largo de nuestra vida, nos iría mejor. Debemos estar a la altura de las responsabilidades que adquirimos.
El mes de Junio me encontraba a la espera de un juicio que estableciera unas medidas para organizarme en cuanto a la custodia de mi hija. La verdad es que fue lamentable que hubiésemos llegado a esa situación, pero os aseguro que fue la única salida que tuve para que alguien me diese una solución. Lo único que quería era proteger a mi hija y que estuviese bien. Lo más probable era que me ahogase intentando salvar a mi familia, pero tenía que defenderme con uñas y dientes.
Y así sucedió. Las consecuencias directas y los trastornos que originan todo este tipo de cosas las iba a sufrir mi hija de forma directa e indirecta durante años y yo no podía evitarlo ya que no solo dependía de mi. Además por trabajo yo estaba obligado a permanecer en Mallorca durante dos años más, con lo que no podría verla tanto como quería. Por lo que me encontraba bastante limitado.
Así llegamos al día 8 de Junio de 2016 en el que se establecieron una serie de medidas cautelares en cuanto a la custodia de una niña de cuatro años. Era como repartirse un juguete. Yo estaba enfadadísimo porque mi hija no era un objeto que nos pudiéramos pasar como iba a suceder. Me preocupaba que iba a dejar de ver a mi hija tanto como yo quería. Era injusto pero poco podía hacer.
Mi hija se iba a ir después del verano eso ya era inevitable pero para que eso sucediese hubo que llegar a un acuerdo que también me benefició. Cuando yo pudiese regresar a Zaragoza tendría la custodia compartida de mi hija y de momento hasta que eso sucediese cada mes podría estar con ella diez días cosa que estaba mal.
Aquí perdíamos todos, pero por lo menos no pudieron machacarme más de lo que querían. Los siguientes días sentí alivio y paz. Por fin era libre para poder estar con mi pequeña, entrenar y no tener tantas preocupaciones. Después del verano volvería a pelear en los juzgados pero de momento tocaba relajarse y coger fuerzas.