124-EL ORIGEN. LOS SUEÑOS
ALGO QUE CON LOS AÑOS SE NOS OLVIDA
Javier Sanmartín Soler


Cuando era niño soñaba que podía volar. Era extraño, porque más que volar como un pájaro soñaba que flotaba en el aire a unos dos metros de altura del suelo. Era un sueño agradable y cuando despertaba lo recordaba todo con claridad, con todo lujo de detalles. Al día siguiente cuando tenía que volver a dormirme, me concentraba en pensar lo placentero que era para mi todo aquello, e intentaba retomar de nuevo el mismo sueño. Eran bastante reales y a veces no lograba distinguir si estaba soñando o estaba despierto. Todavía a día de hoy aún los puedo recordar.
Al hacernos adultos, es menos común soñar y los sueños no son tan frecuentes. Pero cuando estas cosas suceden, viajamos a nuestra infancia y nos reconfortan. A raíz de esto aprendí que la imaginación era una herramienta y que también se puede soñar despierto. Lamentablemente cuando uno crece los sueños se desvanecen, pasan a un segundo plano, se pierden en el olvido y finalmente los sueños mueren.
Como es lógico y normal con el paso de los años los sueños se ven desplazados de nuestra memoria por otro tipo de prioridades más acordes con nuestra edad. Pero afortunadamente no todas las personas son iguales y no siempre todos los sueños caen en el olvido. Tenemos que pensar que no por crecer debemos olvidarnos de soñar. Que soñar a cualquier edad no es malo y que nuestros sueños son ilusiones e inquietudes que cada uno albergamos a lo largo de la vida.
Al cumplir años la capacidad de soñar se ve afectada, es lógico. Pero todos guardamos un poso de cuando éramos pequeños y que nunca deberíamos olvidar para conseguir las cosas que queremos. Esa es la diferencia entre una persona y un soñador. Una persona normal se conforma con el tipo de vida que tiene y el soñador es un inconformista que siempre buscará retos nuevos.
Pero con los sueños también hay que ser realistas. Me explico, si yo sueño que tengo un yate y quiero hacerlo realidad, el yate no aparece por arte de magia, sino que implica un trabajo y un esfuerzo para conseguirlo. A la gente le gusta soñar que tiene un barco o lo maneja, pero en cuanto les hablas de esfuerzo y del sacrificio que habría que hacer para conseguirlo, eso ya no gusta. La realidad es distinta y solo para llevarlo hay que estudiar y sacarse una titulación. Si ya encima uno lo quiere tener, ya ni te cuento lo que hay que trabajar para obtenerlo. Esa parte es la que no sale en el sueño, porque cuando uno es pequeño en el sueño solo aparece la parte en la que te da el sol en la cara y surcas el mar.
Al crecer nos hacemos conscientes de todo lo que implica conseguir todo eso y decidimos olvidarnos de los sueños. Eso es lo más fácil. Y es una pena, porque hay es justo cuando deberíamos seguir persiguiéndolos, en la medida de nuestras posibilidades. No todo el mundo tiene el mismo poder adquisitivo para tener una embarcación o va a poder estar titulado para manejar cualquier barco. Pero cada uno tiene que optar por lo que pueda realmente conseguir. No pasa nada porque no llegues a conducir un yate de lujo como te gustaría hacer, la mayoría de las personas no podrán hacerlo en su vida. Pero no por eso debemos abandonar el objetivo. Hay que tener una visión amplia y pensar que si lo que a uno le gusta es el mar y navegar, lo importante es poder hacerlo, aunque sea en una modesta lancha. Muchas veces no se trata solo de soñar, sino de ser honestos con nosotros mismos.
Los sueños muchas veces implican esfuerzos y sacrificio, si todo el mundo pudiese alcanzar sus metas sin despeinarse estas perderían lo que tienen de especial. Lo bonito de soñar es perseguir cosas inalcanzables o que cuestan conseguir. Pero también hay que tener claro cuales son nuestras prioridades ya que todo sacrificio exige un precio que hay que pagar. De nada sirve alcanzar nuestros sueños si en el camino el peaje que tenemos que pagar es excesivo.
Por eso es importante disfrutar del recorrido en la medida de lo posible hasta que consigamos nuestro objetivo. Tampoco sirve de mucho estancarse y obsesionarse por conseguir determinados sueños. Cada uno de nosotros tiene sus propias limitaciones. Nunca debemos perder la perspectiva de que todo lo que hacemos lo hacemos voluntariamente porque nos gusta y nos hace sentir bien. En cuanto se rompa esto aparecen los problemas.
También hay sueños que pueden estar fuera de nuestras posibilidades reales. De no ser acordes ni realistas, no se consiguen y con el paso del tiempo aparece la frustración. No siempre basta con tener buenas intenciones, determinación, compromiso y sacrificio. No pasa nada hay cosas que son inalcanzables y tenemos que aceptarlas.
Cada persona tiene sus propias prioridades, objetivos y ambiciones que a lo largo de su vida debería perseguir para intentar que se hagan realidad. Muchas veces solo hay que empezar a trabajar poco a poco para darles forma. O por lo menos hay que intentarlo sin que podamos reprocharnos nada.