115-EL ORIGEN. EL ARBOL

LA SORPRENDENTE NATURALEZA

Javier Sanmartín Soler

Cada día que corría veía muchos árboles por los caminos, pasaba cerca de ellos y algunos incluso los tocaba. A veces corría por senderos rodeado de ellos y resultaba una experiencia agradable para mi. La gente no les suele prestar la atención que se merecen y aunque todos sabemos la importancia que tienen para nuestro entorno y para la vida en general, se nos olvida pronto o lo ignoramos. Los árboles moderan el clima, mejoran la calidad del aire e incluso albergan la vida silvestre.

Poca gente repara en lo importantes que son para todos nosotros, para nuestro bienestar y para el equilibrio del planeta. Existe una gran variedad de árboles y lo cierto es que solo nos acordamos de ellos cuando hay un incendio devastador en el que se queman miles de hectáreas y reparar eso cuesta muchísimo tiempo.

Pues ahora vamos a hablar un poco sobre ellos. Los árboles son los seres vivos que más cantidad de años pueden vivir. De entre todas las especies los más longevos son :

  • El pino longevo Methuselah: que puede vivir 4844 años.

    Alarce Fitzroya cupressoides: 3622 años.

    Secuoyas, que pueden vivir de 2000 a 3000 años.

    Drago canario, más de 500 años.

En cuanto a la altura que pueden alcanzar varía desde los tres metros hasta los más de 100 m que pueden llegar a medir. Las especies más altas son:

  • Sequoia sempervirens: 115 m, que vive en el Parque Nacional Redwood, California, Estados Unidos.

    Eucalyptus regnans: 99,6 m, que vive en Tasmania, Australia.

El grosor de los árboles es más fácil de medir que la altura ya que para hacerlo no resulta tan complicado y los más gruesos del mundo llegan a los 16 m.

Un árbol posee consciencia y alma, aunque la mayoría de personas lo ignoran o no le dan la importancia que merecen. Están cargados de simbolismo en la filosofía y en la cultura global y algunas religiones los consideran sagrados.

Lo que está claro es que como organismos vivos tienen ciertos sentimientos, que no tienen porque ser iguales o parecidos a los que las personas podamos tener. Un árbol también debe ser capaz de sentir a su manera y solo por esto deberíamos respetarlos más de lo que normalmente hacemos.

Me atrevería a decir que incluso deben tener estados anímicos, pueden ser felices y sentir a su manera. Para ellos la felicidad puede venir en forma de gotas de lluvia en un día caluroso, o con la llegada del sol que calienta su corteza tras una fría noche, o cuando es primavera y florecen, etc...

Y es en esto en lo que las personas nos deberíamos fijar y parecernos un poco más a ellos. A veces las cosas sencillas de la vida producen felicidad y no es necesario aferrarnos tanto a las cosas materiales. Sentir el viento en la cara, el sol, bañarnos en el mar... cosas de esas.

Pero igual que los árboles pueden sentir cosas positivas que les pueden producir cierta felicidad, también puede experimentar cosas que les produzcan sentimientos de tristeza, de dolor y finalmente como seres vivos que son, su ciclo vital acaba con la muerte .

Los árboles llevan con nosotros millones de años acompañándonos, siendo testigos mudos de nuestros errores y de nuestros logros. Conviviendo en estrecha relación con nosotros, aunque en algunos aspectos no tengamos nada en común. Somos compañeros de una misma existencia y nuestros destinos estén ligados como seres vivos. Convivimos con ellos por decir algo porque tampoco es que ellos tengan otras alternativas. Pero como ya he dicho deberíamos fijarnos más en ellos, tratar de parecernos en algunos aspectos a ellos y aprender algo más.

Las raíces de un árbol son algo que a simple vista no vemos ni prestamos atención, pero que tienen su importancia. Hay que saber que estas pueden ser profundas, fuertes y resistentes, hacen que el árbol este firmemente sujeto al suelo y que el viento no lo pueda arrancar. Por lo general el viento hará que se mueva y que corra peligro de partirse, pero muchas veces son más fuertes de lo que pensamos y eso no suele suceder.

Deberíamos tratar de ser un poco más como ellos. Tener unos principios y creencias fuertemente arraigadas en el suelo y llevar una existencia tranquila. Afrontar los problemas tal y como vienen, sin huir como muchas personas lo hacen. No depositar tanto la felicidad en objetos ni en cosas materiales y conformarnos con lo que nos depara la vida cada día. No quejarnos por cosas intrascendentes y adaptarnos al entorno. No anhelar ni codiciar otra vida, ya que sencillamente deberíamos disfrutar la vida que nos a tocado. No acostumbrarnos a los lujos ni a las comodidades excesivas, llevar una existencia austera y sencilla pero tremendamente intensa a la hora de vivirla. Y cuando tengamos que de irnos de este mundo hacerlo sin hacer ruido, sin reproches y habiendo vivido en armonía y paz con los demás y con nuestro entorno. Eso sería lo ideal.